La pelea por el aborto legal, seguro y gratuito no termina en una votación del Senado porque las calles ya se manifestaron y la marea verde que se ha gestado en la militancia a favor del aborto legal, es imparable.
Los senadores y senadoras que votaron en contra del proyecto de IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo) argumentaron en función de sus creencias personales, políticas o religiosas, haciendo la vista gorda ante la emergencia que sufren las mujeres en materia de salud sexual. Los legisladores han cedido a las imposiciones de los sectores antiderecho que, luego de la derrota que sufrieron el 13 de junio en Diputados al lograrse la media sanción, redoblaron las presiones en todos los sentidos.
El principal responsable de que hoy la Argentina no festeje el fin del aborto clandestino, es el gobierno de Macri que tiene mayoría en el Senado y, con Michetti y Pinedo a la cabeza, maniobró para impedir la legalización del aborto y dándole la espalda a las mujeres. 38 senadores votaron a favor de la clandestinidad poniendo en riesgo la vida y avalando el negocio de los médicos y curanderos que realizan las prácticas y de la industria farmacéutica extranjera que vende el misoprostol a precios excesivamente elevados. Les niegan a las mujeres este derecho, aunque haya quedado demostrado a lo largo del tiempo que la ilegalidad del aborto no extingue a la práctica. Si una mujer ha decidido terminar con un embarazo no deseado, lo hará, aunque la obliguen a recurrir a la clandestinidad con los riesgos que esto implica.
Las mujeres han ganado porque se ha instalado el debate: un tema del que no se podía hablar ha llegado a la boca de todos en cada rincón del país y se discute en términos de ampliación del derecho de las mujeres. Ha quedado en claro que no se trata de decidir “aborto sí o aborto no”, lo que se votó es la continuidad de su clandestinidad. Se rechazó su legalización, que daría lugar a que las mujeres puedan atenderse en los hospitales públicos y accedan a una interrupción de su embarazo en forma segura evitando riesgos para su salud o llegando incluso a su muerte.
Además, los opositores a la ESI (Ley de Educación Sexual Integral), que han logrado que en los últimos diez años prácticamente no se aplique, se tuvieron que retractar y pidieron que se ponga en práctica. Desde el gobierno se debate la despenalización que se introduciría en el proyecto de reforma del Código Penal, pero no están claros los alcances de los cambios.
El reclamo sobre el aborto no es nuevo, hace varias décadas que el movimiento de mujeres lo viene exigiendo. Se ha debatido extensamente en los Encuentros Nacionales de Mujeres de donde ha surgido la triple consigna: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. También allí nació hace 13 años la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito, impulsora del proyecto de ley rechazado recientemente en el Senado.
La lucha de las mujeres tiene una larga tradición en nuestro país, sin embargo, se ha renovado con la incorporación de grandes masas juveniles a la lucha en las calles. La rebeldía de la marea verde que cuestiona y discute alrededor de los derechos de las mujeres a decidir sobre la autonomía y la libertad de sus cuerpos, se fue multiplicando. El movimiento de mujeres creció exponencialmente y con un gran despliegue de organización a lo largo de todo el país. Sin dudas se comprendió que la historia da cuenta de que los derechos se conquistan en las calles. Miles de jóvenes se incorporaron a la lucha codo a codo siendo protagonistas del reclamo, demostrando que están dispuestos a darlo todo para crecer en una sociedad más justa.
Las mujeres denuncian las opresiones a las que la estructura patriarcal y el sistema de clases las somete. Se reconocen doblemente oprimidas por ser mujeres y trabajadoras. Ponen en jaque las relaciones de desigualdad que constituye este sistema y que prevalecen a lo largo del tiempo y el carácter injusto de estas.
En la vigilia del 8 de agosto se visibilizó una vez más la exigencia de justicia social y el rechazo a la opresión del patriarcado. Se recordó a las mujeres que ya no están, a las que viven con las secuelas de haber pasado por la clandestinidad, se luchó por las que todavía siguen vivas y porque las siguientes generaciones encuentren un mundo más justo donde vivir.
Los pañuelos celestes festejaron que el aborto seguirá siendo clandestino, avalaron las injusticias del sistema. Los verdes siguen alzados con el puño cerrado en alto hasta que el aborto sea legal, seguro y gratuito en la Argentina.