A casi un mes de que se realice el 33° ENM en Trelew, Chubut, las mujeres venimos protagonizando un momento histórico en la enorme batalla por la legalización de la IVE, en la incansable lucha contra toda forma de violencia hacia nosotras, enfrentando los despidos, las suspensiones, la inflación y la devaluación de nuestros ingresos, peleando contra la política de hambre y el plan de desguace de los organismos del Estado; situación que recae y acentúa todos nuestros problemas específicos.
En este marco el desafío es garantizar la realización del Encuentro en una ciudad de la Patagonia ubicada a miles de km de los centros urbanos, ciudad que a su vez cuenta con una limitada capacidad para alojar a las miles de mujeres que nos estamos preparando para encontrarnos como lo venimos realizando desde 1986.
En el mes de febrero la Comisión Organizadora (CO) del 33 ENM decidió funcionar en plenario en la localidad de Lago Puelo; allí se convocó a las integrantes de las comisiones organizadoras anteriores con el fin de intercambiar la experiencia de organizar el Encuentro y un grupo integrante del pueblo mapuche propuso el cambio de nombre del Encuentro, arrogándose representatividad de las originarias, denunciando la no consideración e invisibilización a las mujeres originarias en los Encuentros. En esa oportunidad no pudieron concretar ese cambio de nombre, ya que se argumentó entre otros aspectos que una CO no tiene esa facultad y que se constituye con el propósito de garantizar el siguiente Encuentro.
El 21 y 22 de abril en Ensenada se reunieron mujeres en el “Primer Parlamento de Mujeres Originarias” expresando: “Somos mujeres indígenas que despertamos, estamos hartas y decimos basta de genocidio sistemático, basta de criminalizar la recuperación de territorio ancestral, basta de violencia institucional, basta de racismo y xenofobia”. Convocando a un “desafío de reconocimiento pleno”. “Nunca más sin nosotras” dijeron y lanzaron la campaña para que el Encuentro Nacional de Mujeres pase a llamarse “Encuentro Plurinacional de Mujeres”, negando así que desde el primer Encuentro las mujeres originarias han sido parte y los vienen protagonizando, en los diferentes talleres y en particular en los talleres de Mujeres de los pueblos originarios e integrando la Comisiones Organizadoras.
¿Por qué no apoyamos la iniciativa?
Porque compartimos las expresiones de otras mujeres originarias que entienden que este grupo (que en su mayoría no han participado y desconocen los encuentros) en nombre de reivindicarse desde la identidad de naciones originarias, desestiman la identidad de los encuentros, que se denominan así porque reúnen a mujeres, independientemente de sus orígenes, subestimando un acontecimiento único en el mundo, que se caracteriza por convocar desde la más amplia pluralidad.
Porque desde un aparente reclamo genuino se priorizaría un particular interés relegando los intereses del conjunto de las mujeres.
Porque se desestima y se desconoce el debate horizontal, donde cada mujer se representa a sí misma, desechándose estos espacios a los cuales consideran improductivos atacando el carácter del encuentro.
Porque si existiera un genuino interés de visibilizar a las naciones originarias esto podría explicitarse por ejemplo en el taller de mujeres originarias (donde año tras año se encuentran mujeres de las diferentes naciones originarias) modificando el nombre de este taller y no el del Encuentro.
En el taller de mujeres de los pueblos originarios, el más numeroso del Encuentro integrado por 500/600 mujeres originarias, se revelan en cada historia la triple opresión: de clase, de género y de etnia; allí cientos de mujeres hemos conocido esa realidad ocultada y negada; como son la concentración de la tierra, el despojo y la negación de su identidad, desde el intercambio entre originarias y criollas que identifican en cada momento los principales problemas y a sus responsables.
Desconocer y minimizar la participación activa de las mujeres de los pueblos originarios en el Encuentro, desestima el enorme valor de éste como instrumento de lucha y los enormes esfuerzos de quienes los protagonizan y los sostienen.
No es la primera vez que con distintos argumentos debemos dar batalla para defender un espacio que nos ha formado a miles de mujeres, impactando en nuestra subjetividad como mujeres del pueblo. Una mujer originaria de Río Negro se pregunta y se indigna frente a la propuesta: “porqué cambiar el nombre a quien nos cobijó… he visto y he crecido en el encuentro nacional lo que costó a tantas hermanas que no están… nos dejan vacías…”. Y ensayando una respuesta surgen propuestas: “que comiencen a organizarse en un encuentro de originarias”.
Proponemos compartir este debate y al mismo tiempo dar a conocer la maniobra que se intentará plasmar en Trelew, como parte de la disputa por la hegemonía en el Encuentro, y denunciar la pretensión de cambiar la esencia de los Encuentros.
Hoy N° 1734 12/09/2018