Las mujeres argentinas hemos recorrido un camino de lucha, que lleva más de un siglo, en pos de la igualdad. Crecimos en organización, potenciadas por los Encuentros Nacionales de Mujeres a partir de 1986, lo que permitió instalar el debate sobre el lugar asignado a la mujer: privado familiar, y al varón: el espacio público y social. Se fue comprendiendo, y nosotras mismas, las causas de este fenómeno social y político que lleva siglos y se fue visibilizando a través de hechos cotidianos, que ya salen a la luz, revelando la subordinación que sufrimos.
Conquistamos una legislación avanzada. Ganamos derechos. Pero acceder a ellos realmente está determinado por la política que aplican los gobiernos. Queremos derechos en todos los aspectos de la vida y para todas.
Hoy la política de Macri de extractivismo, desindustrialización y ajuste traba el acceso a derechos adquiridos. Sin oferta laboral para vivir dignamente, tener independencia económica y realización personal; sin aportes previsionales y obra social; sin presupuesto para aplicar los programas previstos en leyes específicas, no hay derechos para las mujeres. Esta política nos afecta doblemente: como amas de casa y trabajadoras.
Grandes sectores sociales, van quedando fuera del mercado laboral y por ende no pueden consumir, empobrecen. La Argentina posee variadas materias primas, que son muy codiciadas por los imperialistas, desde acá, monopolios privados las exportan y se llevan los dólares afuera, pues el gobierno no les exige depositar acá los dólares de las ganancias.
Esos países industrializan esa materia prima, allá ponen las fábricas, encima les compramos mucho de lo que fabrican y nosotros nos quedamos sin fábricas y sin dólares. Por eso decimos que los dólares están, sólo que no reingresan. Y que tenemos que apostar al desarrollo con producción, con fábricas, para revertir esta situación. O sea otra política, de desarrollo armónico para que no tengamos crisis cada diez años.
Entonces la oferta laboral para las mujeres es muy precaria, mayormente de servicios, venta de productos, fabricación artesanal, etc. Durante las anteriores crisis ya practicamos el trueque, el banco de pobres, feria americana, y otras formas propuestas por el Banco Mundial para contener la pobreza. La discriminación de la mujer por edad, aspecto físico, número de hijos y diferencia salarial han sido un reclamo permanente en la lucha por conseguir empleo formal. Alrededor de los movimientos sociales se nuclean miles tratando de sobrevivir con su familia. Mayormente son mujeres las que marchan por pan y trabajo, encaran cooperativas de tareas, antes sólo previstas para varones. Todo este engranaje de ventas de artesanías y producción en pequeña escala no genera ingreso que cubran ni media canasta básica. Es una economía de supervivencia con base en el plan social. El aporte jubilatorio y cobertura social escasa o nula.
Las trabajadoras de comercio, empresas y bancos (con la incertidumbre permanente del despido) y estatales, con ingreso insuficiente, lo que restringe la posibilidad de jardines de infancia, la gran mayoría pagos, cuidadoras de personas mayores o ayuda para tareas domésticas. La búsqueda de más horas de trabajo, porque la plata no alcanza, genera un estrés que resiente la salud y ni hablar de tener horas de esparcimiento, que es un derecho.
Con respecto al trabajo en casa, en la mayoría de las familias la atención de las tareas domésticas es asunto de mujeres. Cuidar los niños, resolver comida, ropa limpia, escuela, atención de personas mayores, etc., se resuelve entre mujeres, si bien hay avances importantes.
La suba de precios de alimentos y tarifas, agobia pensando cómo hacer para que alcance.
Los recortes en salud pública implican cada vez menos profesionales, cuando hay más usuarios, pues menos personas tienen obra social; dificulta el acceso a la salud, pues esto genera mucho tiempo de espera, turnos distantes. El conflicto social atraviesa a las familias en general y a las mujeres en particular por la violencia contra la mujer en todas sus formas y sus consecuencias. Y las políticas públicas son insuficientes, con bajo presupuesto o nulo.
Cientos de mujeres tomamos la palabra, hemos experimentado nuevas prácticas sociales y políticas. Avanzamos junto con gran parte de la sociedad. Así se vio en el debate sobre la Ley IVE, la paridad para los cargos, entre otras polémicas.
Hoy las mujeres, como parte de la sociedad que sufre estas políticas injustas para el pueblo, ponemos nuestro esfuerzo en difundir y debatir las propuestas del PTP para cambiar esta política, entendiendo que sólo en el marco de mejores condiciones de vida para todos, tendremos más derechos específicos.
Corresponsal
Hoy N° 1735 19/09/2018