El miércoles 10 de octubre las Bolsas en los Estados Unidos sufrieron un abrupto desplome, con las empresas tecnológicas como las grandes damnificadas del día. El Dow Jones, principal indicador en la Bolsa de Nueva York, cayó 3,15% mientras que el S&P 500 (índice selectivo de las acciones de las grandes corporaciones) cayó un 3,29% y el índice Nasdaq (de las tecnológicas) retrocedió un 4,08%.
Estas abruptas caídas se dan en el marco de un mercado que venía sobreexpandido con la expectativa de grandes ganancias por la política de rebaja temporaria de los impuestos a las corporaciones del gobierno de Trump. Expectativa que empezó a ser cuestionada con el aumento de costos por los aranceles a las importaciones junto a las dificultades para exportar, ambos productos de la guerra comercial iniciada también por Trump. A lo que se suma además la subida experimentada durante los últimos días por las tasas de interés de los bonos en Estados Unidos. Las tasas más altas indican mayores costos de financiación para los inversores, las empresas y los ciudadanos, lo que marca el principio del fin de la época del dinero barato que sucedió a la gran crisis de 2008.
En la perspectiva de menores ganancias se observa el final del ciclo de expansión económica en la baja de la tasa de desocupación (demanda de trabajo) y el aumento de los salarios. Mientras el producto interno bruto real aumentó un 4,2 % en el segundo trimestre de 2018, la tasa de desocupación disminuyó al 3,7 % en septiembre, su nivel más bajo desde diciembre de 1969, tras mantener una tasa baja del 3,9 % durante cinco meses. En tanto los salarios por hora aumentaron como promedio un 3,3 % sobre la tasa anual en los últimos seis meses, marcando el ritmo de crecimiento más rápido durante este período.
También tiemblan Asia y Europa
Al “miércoles negro” en América siguió el “jueves negro” en Japón y todas las Bolsas de la región. La bolsa de Tokio perdió 3,89%, la de Hong Kong 3,5% y la de Shanghai más de 5%. En Hong Kong, el índice referencial del Hang Seng bajó 926 puntos, el 3,54%, mientras que el Hang Seng China Enterprises, donde cotizan los títulos chinos en Hong Kong, perdió 350 puntos, el 3,35%. Las más perjudicada fue la Bolsa de Shanghai en el continente de China, cuyos valores cayeron un 5,22% y arrastraron el índice a su nivel más bajo en cuatro años.
La caída del jueves siguió en Europa e Inglaterra. El índice Stoxx Europe 600, que agrupa a las 600 compañías más importantes que cotizan en las Bolsas de 18 países europeos, cerró en baja del 1.85%; mientras que el FTSE-100 de Londres perdió 1.94%. En París, la caída fue del 1.92% por ciento y en Milán de 1.76%. A su vez la bolsa de Madrid terminó en baja del 1.69%, acercándose a cerrar su tercera semana consecutiva de caídas.
Pronósticos del FMI
En tanto en Indonesia, en la isla turística de Bali, donde se realizan las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial, se publicaron los nuevos pronósticos que muestran que el auge del crecimiento, impulsado en parte por los recortes fiscales de Estados Unidos y su demanda de importaciones, está empezando a menguar. La rebaja en el crecimiento mundial refleja una conjunción de factores, entre ellos, el aumento de los aranceles entre Estados Unidos y China, el desempeño más débil de los países de la zona euro, Japón y Reino Unido, y el alza de los tipos de interés que presiona a algunos mercados emergentes con salidas de capital, especialmente Argentina, Brasil, Turquía y Sudáfrica.
El pronóstico de expansión para 2018 de la zona euro se redujo de un 2,2% a un 2%, con Alemania particularmente afectada por una caída de los pedidos de manufactura y los volúmenes de comercio.
El expresidente del BCE, Jean-Claude Trichet, ha asegurado que la nueva recesión “podría llegar antes de los que muchos creen”. A su modo de ver, la deuda –pública y privada– con relación al producto interior bruto (PIB) que fue una de las causas de la anterior crisis, sigue aumentando y resulta hoy más alarmante incluso que en 2007. En 2000 el endeudamiento global (público y privado) era del 250% del PIB mundial, en 2008 subió hasta el 275% y hoy se ha disparado, contra todo pronóstico, a más del 300%. Por eso, el ex-jefe de las finanzas europeas concluye que ahora somos más vulnerables que en 2008.
Apreciación que coincide con la de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, quién señaló en un discurso oficial: “La deuda global –ambas, la pública y la privada– ha alcanzado un récord histórico de 182 billones de dólares, casi un 60% por encima de la registrada en 2007”.
En cuanto a los pronósticos sobre la Argentina, el informe del FMI difundido en Indonesia estima que su economía se contraerá un 2,6% este año y un 1,6% en 2019. Esas cifras marcan una recesión más dura a la prevista en el último pronóstico del gobierno de Macri, plasmado en el proyecto de ley de presupuesto. El Ministerio de Hacienda estimó una caída del producto bruto interno (PBI) del 2,4% para este año, seguida de otra del 0,5 por ciento en 2019. En lo referido a la desocupación, el FMI prevé que crecerá hasta el 9,4% el año próximo.
Todo esto en la situación en que los mercados mundiales se están tambaleando ante la cada vez más intensa guerra comercial entre las grandes potencias imperialistas y la suba de las tasas de interés, que ya no sólo afecta a países como Argentina, Turquía, Brasil, Sudáfrica o Indonesia sino que también golpea a las economías de los propios países imperialistas. Lo que lleva a muchos analistas a recordar lo sucedido en 1998, cuando tras la crisis asiática de 1997 comenzó la agonía de la Convertibilidad en Argentina y en el mundo cayeron economías como las de Brasil y Rusia hasta que en 2000 colapsó la economía norteamericana (tras el estallido de la “burbuja de las tecnológicas”).
Para el economista Nouriel Roubini –quien anticipara en 2006 la crisis mundial de 2008–, en un artículo en MarketWatch: “la próxima crisis y recesión podría ser aún más severa y prolongada que la anterior”, dado que “a diferencia de 2008, cuando los gobiernos tenían las herramientas políticas necesarias para evitar una caída libre, los responsables de las políticas que deben enfrentar la próxima recesión tendrán sus manos atadas, mientras que los niveles generales de deuda son más altos que durante la crisis anterior”. Esto principalmente porque de la crisis de 2008 se salió con una drástica rebaja de las tasas de interés y un endeudamiento fenomenal de los Estados, medidas para las cuales hoy no hay margen ni en los países imperialistas.
Escribe Eugenio Gastiazoro
Hoy N° 1739 17/10/2018