El 19 y 20 de diciembre de 2001, irrumpieron grandes masas en una rebelión popular que sacudió a la Argentina hasta sus cimientos: el Argentinazo. Por primera vez, el pueblo en las calles derrocó a un gobierno nacional, el de De la Rúa y Cavallo, aplastó el Estado de Sitio que ese gobierno había impuesto, y forzó la declaración del no pago de la deuda externa. En unos pocos días hubo cinco presidentes.
El 30 de marzo de 1996, sobre la base del auge de masas, el hambre y la crisis económica y social, en un discurso de Otto Vargas en el 20 aniversario de la dictadura, en el sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, el PCR lanzó la táctica de “imponer otra política y otro gobierno (…) siguiendo el camino que nos enseñó el heroico pueblo santiagueño y el heroico pueblo jujeño… un Argentinazo nacional triunfante”. Durante cinco años el PCR junto a fuerzas clasistas, antiimperialistas y antiterratenientes buscamos los caminos de aproximación a esa salida, que abriera un curso revolucionario.
A partir del Cutralcazo, en junio de 1996, y luego las puebladas de Tartagal-Mosconi y de Ledesma, el país fue conmocionado por innumerables puebladas, cortes de ruta, ocupaciones de fábrica y luchas obreras, campesinas y populares. La primera Marcha Federal permitió el surgimiento de la CCC, y ésta fue el motor de la coordinación de las fuerzas que enfrentaban al menemismo en el movimiento obrero, mediante la Mesa de Enlace (CCC, CTA y MTA, a la que se sumarían la FAA, la FUA y otras organizaciones). Esas luchas cerraron el paso al intento de re-reelección de Menem. El temor de las clases dominantes a una pueblada nacional, aceleró los planes para la constitución de la Alianza, a la que se sumaron las fuerzas reformistas de la Mesa de Enlace, que entraron en la tregua.
Otro momento en que se bocetó la pueblada nacional fue con la oleada de masas que enfrentó el plan de “ajuste” de De la Rúa-López Murphy con una participación destacada del movimiento estudiantil universitario y secundario. Allí se volvió a constituir la Mesa de Enlace. Con la renuncia de López Murphy y la asunción de Cavallo, nuevamente las fuerzas reformistas rompieron la Mesa de Enlace y dieron tregua al gobierno.
El movimiento de desocupados tenía su centro en La Matanza con los desocupados de la CCC y de la FTV-CTA. Desde allí se llamó a dos asambleas piqueteras que convocaron a tres semanas de lucha que estremecieron al país. En este período jugaron un gran papel la lucha de los trabajadores de Aerolíneas Argentinas y la de los movimientos agrarios, entre los que se destacó el Movimiento de Mujeres en Lucha (MML). Con la jornada de lucha nacional del 12 de diciembre de 2001, con cortes de ruta en todo el país, los desocupados detonaron el Argentinazo.
Fue la movilización de la Asamblea Piquetera encabezada por la CCC unida a diversos sectores combativos, cortando rutas, calles, vías férreas y ocupando edificios públicos en todo el país lo que garantizó el carácter de paro activo que tenía la protesta. Ese día los obreros de la alimentación de la fábrica Terrabusi, junto a los desocupados y jubilados de la CCC y otras organizaciones garantizaron el corte de la Panamericana.
La jornada de lucha del jueves 12 y el paro activo del viernes 13 sacudieron la política nacional con la confluencia de obreros industriales ocupados con desocupados y jubilados, y con una amplísima masa de cuentapropistas, pequeños y medianos comerciantes y productores de la ciudad y del campo y ahorristas golpeados por el manotazo del gobierno a los depósitos bancarios (llamado corralito). La desaparición del dinero afectó toda la economía informal.
En los días que siguieron se fueron precipitando los hechos. Duhalde y Alfonsín venían tejiendo laboriosamente la transición post-De la Rúa. Para asegurar la transición, con o sin De la Rúa, se designó a Ramón Puerta como presidente del Senado y se buscó el acuerdo de la embajada yanqui para el proyecto.
Se produjeron saqueos a supermercados en Entre Ríos, Mendoza, Santa Fe, luego en varias provincias y en el Gran Buenos Aires. En esa situación, con el acuerdo de Menem, Duhalde y Ruckauf, el 19 de diciembre De la Rúa decretó el Estado de Sitio que fue el detonante de la rebelión popular, cuya envergadura sobrepasó los planes de Duhalde-Alfonsín.
La respuesta popular fue inmediata. Grandes masas populares de la Capital Federal salieron a las calles, se juntaban en los barrios golpeando cacerolas, particularmente grandes contingentes de capas medias y de jóvenes, que marcharon por las avenidas y llenaron la Plaza de Mayo, en repudio al Estado de Sitio y lanzando la consigna: ¡Qué se vayan!
El gobierno dio la orden de desalojar Plaza de Mayo a cualquier costo, dando “zona liberada” a la represión. Numerosos contingentes, mayoritariamente de jóvenes, se organizaron para enfrentar a la represión, y en ellos tuvieron destacada actuación el PCR y la JCR. Los combates se prolongaron durante toda la jornada del 20 haciendo fracasar el operativo represivo.
El Porteñazo dejó en el aire a De la Rúa. Aislado de su propio partido, debió renunciar, escapándose de la Casa Rosada en helicóptero. El gobierno reprimió sangrientamente para impedir que las masas populares del Gran Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y otras provincias se levantaran junto a las de la Capital. Reprimió incluso, con balas de plomo y numerosos heridos, en La Matanza, también reprimió en Pilar. Pero no pudo impedir que los combates y movilizaciones se generalizaran en Mar del Plata, La Plata, Berazategui, Rosario, Neuquén, Río Negro, Jujuy, Salta, Tucumán, Bahía Blanca, Mendoza y muchísimos otros lugares del país.
José Daniel Rodríguez, militante del PCR y de la CCC de Entre Ríos, fue asesinado por la represión, que nacionalmente cobró más de 30 víctimas principalmente en la Capital Federal y en Santa Fe. En la noche del 20 y el 21, grandes masas populares ocuparon sus barriadas, organizando piquetes armados, incluso con armas de fuego, ante la amenaza de saqueos y represión. El Argentinazo fue una tormenta política de masas que arrasó con el gobierno de De la Rúa y la Alianza, sobrepasó la conspiración de Duhalde-Alfonsín, pero no pudo imponer un gobierno popular.
En esas condiciones el Frente Federal de Gobernadores impuso a Rodríguez Saá como presidente, gobierno políticamente débil basado en un acuerdo frágil entre distintos sectores del peronismo, lo que se graficó en un gabinete con personajes sumamente desprestigiados.
Otra pueblada, el 28 de diciembre, volteó a una parte del gabinete dejando en el aire a Rodríguez Saá. En ese contexto Duhalde, Alfonsín e Ibarra impulsaron un golpe de estado “institucional” y a través de una nueva Asamblea Legislativa, de dudosa constitucionalidad, se designó a Duhalde presidente.
Hoy N° 1742 07/11/2018