Cuando el movimiento de mujeres da vuelta la sartén, el odio de los violadores y sus cómplices siempre huele igual. Lo conocemos. Porque creen que deberían tenernos aplastadas contra el suelo: sienten ese derecho.
El odio del opresor a quien se rebela, a quien logra revertir esa opresión y la denuncia es inversamente proporcional a nuestro alivio, a nuestra alegría de romper las cadenas y el silencio. Aprendimos a ver esa oscuridad cuando con los caminos de lucha colectivos dimos vuelta una y otra vez la impunidad sistémica a los abusadores. Los seguimos nombrando violadores, aunque la InJusticia cómplice los absuelva.
Nos llenamos una y otra vez de valor, para decir cuánto pensamos, partiendo de que nuestro punto de referencia, a rajatablas, es la voz de quien sufre todas y cada una de estas violencias patriarcales. Hoy es otro momento histórico… pero los lobos están al acecho. Caminemos juntas. Con nuestras redes y nuestros abrazos. El odio de ellos no nos asusta… pero busca dañar una y otra vez. Pensar juntas, luchar juntas, denunciar juntas.
Del Facebook de Mariana Vargas
Hoy N° 1748 19/12/2018