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10 de abril de 2019

Instrumentos de la política represiva de Macri-Bullrich

Avances del espionaje electrónico sobre el pueblo

El presidente Macri y su ministra Patricia Bullrich ya han dado muestras de lo que son capaces de hacer en materia represiva para hacer pasar su política de hambre, ajuste y entrega nacional. Los asesinatos de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, y otros luchadores populares; las brutales represiones que han desatado cada vez que pudieron, la judicialización de la protesta social son herramientas a las que han acudido una y otra vez.

En medio del ajuste más brutal que conociera nuestro pueblo, ellos sí tienen plata para comprar las pistolas Taser (3.000 dólares cada una), para nuevas versiones de gases lacrimógenos y pimienta; y toda la renovación del arsenal represivo que hicieron con la excusa de la cumbre imperialista del G20. Sería material para otro artículo las suculentas “comisiones” que les dejan estas compras a los intermediarios como Guillermo Yanco -esposo de Patricia Bullrich- o los agentes como Mario Montoto, dueño de la empresa Codesur, proveedor y amigo de este gobierno y también del anterior.

Pero nos queremos referir a nuevas herramientas que adquirieron para su trabajo menos conocido que es el espionaje electrónico. Es una labor silenciosa pero muy peligrosa porque, en estos momentos, centran en la acumulación de información para ir a fondo, cuando ellos lo decidan, contra las organizaciones populares. Hay cosas que conocemos y otras que no, pero son como las brujas: que las hay, las hay.

Sistema Pegasus
Con el triunfo de Macri hubo un cambio también en las preferencias de la dependencia de las fuerzas represivas. Se ha acentuado la influencia de los servicios yanquis, principalmente la CIA y DEA y del servicio israelí Mossad. Esto sin romper con ningún imperialismo, porque también le compran materiales militares y represivos a rusos, chinos, franceses, etc.

El año pasado la ministra Bullrich compró al gobierno de Israel el sistema de espionaje “Pegasus”. Es un poderoso software desarrollado por la empresa israelí NSO Group que, a través de un virus (malware), puede capturar cualquier teléfono celular sin pasar por las empresas proveedoras del servicio, ni por la justicia. Solo tienen que mandar un mensaje y al abrirlo el receptor infecta el aparato, que queda a merced del atacante.

Además de escuchar las conversaciones, a través de este sistema pueden tomar el control del teléfono, encenderlo, apagarlo, borrar o copiar sus archivos, escuchar a través de sus micrófonos, ver por sus cámaras, etc.

La empresa declara hipócritamente que “solo es vendido a gobiernos y con la condición que sea para combatir el terrorismo o grupos criminales”. Ya hubo escándalos en México donde fue usado contra políticos opositores, periodistas, sindicalistas, incluso contra los abogados de los estudiantes de la masacre de Ayotzinapa.

Aquí está siendo usado sin control ni conocimiento de la población, y es una de las principales fuentes de que se nutren las cloacas de la inteligencia macrista para operar contra la lucha popular. También vemos a diario cómo se usan estas escuchas en la obscena disputa judicial y de servicios entre los distintos sectores de las clases dominantes.

Cámaras de reconocimiento facial
La otra novedad que nos presenta el macrismo son las cámaras de reconocimiento facial, que son capaces de reconocer un rostro en medio de una multitud. Ya se hicieron pruebas en el Ministerio de Seguridad el 18 de enero con la empresa de telefonía china Huawei.

A partir de allí se hicieron pruebas masivas, centralmente en estadios de fútbol, y desde abril comienzan a funcionar progresivamente en el subte, estaciones ferroviarias, terminales de micros, peajes y en cualquier lugar que decidan.
El gobierno lo plantea como una “herramienta para combatir la inseguridad” y dice que “los rostros se cotejarán con las bases de datos de delincuentes y personas desaparecidas”.

Lo que no dice el gobierno es que a partir de los cambios realizados en la confección del DNI, las fotos de nuestro rostro y las huellas dactilares están digitalizadas y registradas en el sistema Sibios (una “creación” del general Milani en el anterior gobierno).

Allí cuentan con una inmensa base de datos biométricos que maneja justamente el Ministerio de Seguridad de la Bullrich, donde figuramos todos los habitantes del suelo argentino. Solo les bastaría hacer una lista con las personas que quieren identificar e incorporarlas al sistema para que las cámaras asociadas lo busquen en todo el país.
Ya la clase obrera industrial es víctima de las cámaras de vigilancia en muchas de las grandes fábricas. Cámaras que en muchos casos tienen también micrófonos. No solo para vigilar quiénes conversan sino para escuchar sus conversaciones.

Las cámaras de vigilancia municipales (que provee justamente la empresa de Mario Montoto) han proliferado por todo el país.

Ahora las cámaras de reconocimiento facial son un inmenso salto en calidad en la injerencia del Estado sobre las libertades democráticas.

Este Estado podrido, al servicio del latifundio y la dependencia, usa todas estas herramientas para someter a nuestro pueblo y, sobre todo, se preparan para enfrentar las grandes luchas que vienen.

No debemos subestimarlo, tenemos que estudiarlo y ver cómo contrarrestarlo. Nosotros también debemos prepararnos, porque nuestro objetivo es terminar con este Estado y construir uno nuevo, de los obreros, de los campesinos, los originarios, de todo el pueblo. Esto no será un paseo, será una epopeya.

Por eso es clave poner a foco la acumulación de fuerzas -como viene planteando nuestro Comité Central- y avanzar en la construcción de un Partido fuerte, de masas, basado en organismos que discutan, planifiquen, que se preparen; para que en este auge de luchas en curso pueda convertirse en vanguardia reconocida del pueblo alzado y, con una justa política de frente único, lo conduzca a la victoria.

Hoy N° 1762 10/04/2019