Macri llama a que “aguantemos” hasta que entren los dólares de la supercosecha que supuestamente resolverían el estrangulamiento externo e interno que profundiza su política prolatifundista y proimperialista y agrava nuestra situación de país dependiente disputado por las grandes potencias que pelean por el reparto de los mercados y territorios en todo el mundo.
Pero una parte importante de los dólares quedará fuera del país en manos de los grupos exportadores –menos de una decena de grandes complejos agroexportadores– gracias al Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 893 del 2 de noviembre del 2017 firmado por Mauricio Macri, Marcos Peña y Nicolás Dujovne, que permite a todos los exportadores de bienes y servicios del país dejar los fondos en el exterior hasta el 100% y sin plazo alguno para ingresarlos al país.
Sin esa obligación como era antes de ese decreto del gobierno macrista, quienes venden al exterior pueden retenerlos allí especulando con la devaluación del peso todo el tiempo que quieran. Así es posible que gran parte de los dólares provenientes de la exportación de la cosecha vendida al exterior se quede afuera, teniendo en cuenta que 10 empresas exportan el 90% del total de las exportaciones de granos, harinas y aceites, con ventas por lo general mediante precios a fijar a futuro (por ejemplo, forwards de soja). Con esta modalidad, el 77% de la exportación de soja todavía no tiene precio en firme, con plazos de venta hasta diciembre de 2019.
Hay que agregar que ese no ingreso al país de dólares de las exportaciones no se limita sólo de las exportaciones del campo, sino de todo tipo de exportaciones: agropecuarias, mineras, industriales, de gas y petróleo, de la pesca y de servicios en general, ya que también les favorece el DNU antes mencionado.
En cuanto a la cosecha, hay que agregar lo que permanecerá retenido en acopiadores, depósitos de cooperativas agrarias y en silobolsas, a la espera de una futura mayor devaluación del peso. Hay que tener en cuenta que la monopolización de la tierra en el campo ha crecido notablemente, en particular por los pules de siembra o grandes grupos económicos que alquilan decenas y hasta cientos de miles de hectáreas en media docena de provincias y que funcionan más como compañías financieras que como chacareros. Están al día respecto a las cotizaciones en Chicago y a las variaciones diarias del tipo de cambio y no están urgidos como los colonos pequeños y medios a vender apresuradamente sus cosechas para recuperar costos, devolver préstamos, cubrir el presupuesto familiar, etc.
Este avance del capital financiero en el campo argentino, particularmente desde la dictadura de 1976/83, es una etapa de una larga cadena de operaciones productivas y comerciales: arrendamiento, siembra, cosecha, almacenaje, exportación y divisas, donde el predominio del latifundismo capitalista decide qué se produce, cómo se produce y para quién se produce. ¿Cuántas toneladas permanecerán almacenadas por esos monopolistas sin ser vendidas hasta lograr una mayor devaluación del peso argentino, que es el que reciben por sus ventas? Nuevamente, nadie lo sabe, pero fácilmente puede alcanzar a otro 25%.
Así se puede estimar que la mitad de los dólares de la posible exportación de la actual cosecha no ingresaran al país durante 2019, ya sea porque queden en el exterior en las cuentas de los exportadores, o retenidos en el país bajo la forma de mercancía almacenada en silobolsas o de cemento, galpones y depósitos, que se vendería al exterior recién después del balotaje (24 de noviembre) o más bien durante 2020, a la espera de un tipo de cambio más elevado.
En grandes números, de una cosecha de casi US$34.000 millones con un máximo exportable de U$S 28.000 millones, se puede esperar que sólo ingresen al país alrededor de U$S14.000 millones. La diferencia sin ingresar se repartiría entre los dólares que permanecerán depositados en el exterior gracias al DNU 893/17 y los que representan los cereales y oleaginosas retenidos en depósitos, galpones y silobolsas.
Hoy N° 1764 30/04/2019
