Tras el “jueves negro” de la semana pasada, y el fracaso del viernes de contener la suba del dólar aumentando a más del 70% la tasa de interés que paga a los bancos el Banco Central para mantener la base monetaria, el gobierno macrista emprendió nuevas negociaciones con el FMI. Sus principales interlocutores fueron nuevamente la jefa del organismo Christine Lagarde y David Lipton, el representante de Donald Trump en el mismo.
Después de un febril intercambio de opiniones, llevado adelante por el presidente del Banco Central Guido Sandleris, los interlocutores del FMI acordaron ampliar sus posibilidades de intervención en el mercado cambiario, permitiéndole una “flotación sucia” del dólar, es decir sin un precio fijo del mismo. Por supuesto manteniendo el ancla de las tasas de interés y de la base monetaria que ahogan el trabajo, la producción y el comercio nacionales.
Así, el lunes 29 a primera hora el Banco Central anunció su decisión de eliminar la denominada «zona de no intervención» cambiaria para volver a vender dólares: «el BCRA podrá realizar ventas de dólares aún si el tipo de cambio se ubicara por debajo de $51,448, cuyo monto y frecuencia dependerán de la dinámica del mercado», rezó el comunicado. A lo que agregó que «si el tipo de cambio se ubicara por encima de $51,448, el BCRA incrementará de 150 a 250 millones de dólares el monto de la venta diaria estipulada hasta ahora. Asimismo, podrá determinar la realización de intervenciones adicionales para contrarrestar episodios de excesiva volatilidad si lo considerase necesario», aclarando que «en todos los casos, el monto de pesos resultante de estas ventas será descontado de la meta de base monetaria».
Con este anuncio, y una nueva suba en las tasas del Banco Central convalidadas a 73,93% el martes 30, el gobierno logró que se aplacara la fiebre por el dólar por ahora (y que los monopolios al menos por un día vendan algo de los dólares de sus exportaciones, que retienen afuera especulando con una mayor devaluación del peso). Por eso, y por la limitada cantidad de reservas disponibles por el Banco Central para la intervención y por las restricciones del pacto con el FMI se duda de la eficacia de esta nueva estrategia, lo que se manifiesta en lo elevado del “riesgo país” en Wall Street. A su vez, desde Europa el BNP Paribas alertó que la principal preocupación es que podría haber una subestimación de la reacción de los agentes locales. De acuerdo con los cálculos de BNP, las reservas netas liquidas (disponibles) internacionales son menos de u$s20.000 millones, una cantidad similar a la potencial dolarización de los seguros contra default (CDS), depósitos a plazo y cuentas de ahorro. Agregando que los últimos informes del BCRA muestran que los depósitos a plazo empezaron a disminución. «Además, la quema de reservas rápidamente hará que las necesidades financieras en adelante haga que vuelvan las expectativas de depreciación. Por eso nuestra visión bajista se mantiene».
Escribe Eugenio Gastiazoro