Los conductores eventuales de Uber, Lyft y otras grandes empresas de aplicaciones tecnológicas en diez importantes ciudades de todo Estados Unidos iniciaron la semana pasada una huelga, que viene tirando abajo las acciones de esas gigantescas empresas que basan sus ganancias en la explotación de esos conductores “autónomos”, en realidad trabajadores precarizados. Estos están haciendo valer, con su unidad y extensión nacional de la huelga, su condición de ser la columna vertebral de ese modelo de negocio tecnológico y sus ingresos, como no podrían hacerlo individualmente o en una cantidad reducida de conductores.
Los conductores de esas gigantescas empresas tecnológicas en Estados Unidos se han unido en el reclamo de seguridad del trabajo que necesitan. Exigen un salario mínimo por hora y que en los recibos de pasajeros se separe la tarifa de la parte que se quedan las empresas. Uber y las otras plataformas consideran a sus conductores contratistas independientes y no empleados, con lo que pretenden justificar por qué no tienen que pagarles un salario mínimo por hora.
Uber es el monopolio tecnológico estadounidense más conocido en Argentina, que ha crecido al amparo de la política macrista, y modelo de negocios de esas empresas que se autodefinen como “intermediarias” entre los que ofrecen y contratan servicios de transporte, hotelería y delivery, entre otros. Este modelo de negocios se basa en el trabajo de conductores contratados por las plataformas como trabajadores autónomos eventuales (intermitentes), en verdad precarizados, sean como conductores de automotores, motos o bicicletas, lo que se ha extendido aquí con la radicación de las empresas de delivery como Glovo, Rappi y Pedidos Ya.
Argentina se ha constituido a partir del gobierno de Macri en el principal mercado de Latinoamérica de la llamada “uberización” del trabajo: un empleo intermitente, de corta duración y de baja retribución, como lo califica el Observatorio Social de la UCA (Universidad Católica Argentina). Son trabajadores que deben estar todo el tiempo a disposición, sin un horario definido, de la empresa tecnológica “intermediaria”, cobrando sólo por viaje realizado (del que generalmente la empresa se queda el 25%, como “socio” figurativo) y teniendo que hacerse cargo de todos los gastos que implica el mantenimiento del vehículo y su equipamiento.
Las empresas de delivery utilizan un ejército de ciclistas y motoqueros monotributistas que además de contar con una bici o moto, deben pagar todo el equipamiento: mochila, cargador para el celular y un casco opcional. Por ejemplo, Glovo reportó que en Argentina, en un año procesó dos millones de pedidos, tiene 2.550 comercios adheridos y 6.000 “glovers” activos diariamente.
Pero estos trabajadores precarizados, que individualmente son sometidos a la superexplotación, han comenzado a organizarse aquí al igual que sus pares en Estados Unidos. En octubre se inscribió en la Secretaría de Trabajo de la Nación la Asociación de Personal de Plataformas (APP), el primer sindicato para trabajadores y trabajadores de aplicaciones digitales del Continente. Sus primeras exigencias son un aumento salarial acordado, el reintegro de descuentos ilegales, un espacio físico donde puedan guardas sus bicicletas, un refugio por zona donde puedan hidratarse e ir al baño, mochilas livianas e indumentaria en tiempo y forma (Chispa N° 307, diciembre de 20l8).
Hoy N° 1767 22/05/2019