No suelo detenerme a ver series, mucho menos de una productora que ya nos acostumbró a su visión sesgada y estereotipada de la idiosincrasia argentina.
Sin intención de adentrarme en la crítica artística, que demás está decir que cuentan con un gran presupuesto que les permite realizar una tira con todo lo necesario y un cuerpo de actores y actrices que, a mi entender, tienen un gran nivel en la actuación. Debo decir que lo que expresa e intenta comunicar esta serie está muy alejado de lo que sucede en un sindicato, y más aun de cómo vivimos lo cotidiano todos los que integramos una organización gremial.
En la ficción se muestra una estructura sindical basada en la extorsión o el apriete como solemos decir, y bajo esta clave todo es negociable. Sumado a esto una vinculación directa entre la familia y las instituciones del sindicato, hijo e hija del protagonista ocupando cargos, al igual que sus allegados o afectos. Otro punto a cuestionar es la postura del dirigente gremial, el Tigre Verón.
Estas situaciones son contra las que luchamos todos los días para que un espacio democrático, y con la basta historia que tiene el sindicalismo argentino, no sea manchado ni ensuciado por mezquindades y ventajas individuales.
Los que integramos una organización gremial y tenemos el privilegio de ser elegidos en forma directa por nuestros compañeros, pero también la responsabilidad de representarlos, nunca nos vamos a cansar de militar una idea de sindicalismo horizontal.
Un sindicalismo que no va de apriete, que no transa con las empresas para el beneficio de unos pocos, ni tiene empresarios dentro de la organización, que no elige a dedo a los representantes, sino que lo eligen los compañeros.
Un sindicalismo que además de discutir la coyuntura también tenga la capacidad de pensar y ser crítico de un modelo económico e industrial que no conviene a la clase trabajadora.
Un sindicalismo que hace foco en el sufrimiento, en el trabajo y entiende esto como un todo, entiende al sujeto trabajador como sujeto integrante de un colectivo, que cada trabajador es una potencia en sí misma, y no sólo un operario que se encastra como pieza en una máquina.
En fin, un sindicalismo que está muy en desacuerdo con los modos de dirigir del personaje de la ficción el Tigre Verón.
También, entiendo que esto no es casual, y es en el marco de una estigmatización de las organizaciones populares, cuestionando él o los referentes por las denuncias que acarrean, y esta ficción viene de alguna forma a entrar en la sociedad por otro lado y de la forma más perversa que tienen.
Está claro que los sindicatos son espacios de poder muy preciados, pero son herramientas muy potentes cuando son democratizadas, hoy, en las bases, comienzan a aparecer nuevas expresiones, nuevas ideas, y otras prioridades. Hoy el movimiento obrero argentino y sus representantes quiere salir del estereotipo de sindicalismo que se instaló en los ‘90, para avanzar hacia un movimiento obrero que busca ser más solidario, más colectivo, y representantes que acompañen ese desarrollo. De fondo lo que intentan estos gobiernos en colaboración con algunos medios, no es atacar la corrupción de los dirigentes atornillados en los puestos, sino frenar el crecimiento y desarrollo de las ideas que emergen desde el colectivo de trabajadores organizados.
Hoy N° 1775 24/07/2019