La conmemoración del 30 aniversario de la caída del llamado Muro de Berlín, un gran paredón que dividía en dos dicha ciudad de Alemania desde 1961, sigue siendo motivo de ensalzamiento del capitalismo como garante de la libertad, en contraposición con el comunismo que supuestamente lo había erigido como cárcel para el pueblo del Este de Berlín.
Es cierto que dicho muro fue el símbolo de una verdadera cárcel del pueblo del Este de Berlín, desde la noche del 12 al 13 de agosto de 1961 en que fue sorpresivamente construido, hasta la noche del 9 al 10 de noviembre de 1989 en que también sorpresivamente cayó destruido. Pero no fueron los comunistas, ni fue Stalin como se suele decir ligeramente, quienes lo construyeron, ni fueron los capitalistas lo que lo voltearon.
Stalin había muerto el 5 de marzo de 1953, es decir 8 años antes que se construyera dicho muro. Tras su muerte habían copado la dirección del Partido Comunista y del Estado soviéticos los revisionistas encabezados por Nikita Jrushchov. Estos iniciaron el proceso de la llamada desestalinización con el XX Congreso del PCUS en 1956 y el golpe de Estado en 1957, que terminó con la dictadura del proletariado, restauró el capitalismo en la Unión Soviética e instauró una dictadura socialfascista: socialista de palabra y fascista en los hechos. Un proceso semejante se vivió entonces en todos los países de la Europa del Este con el dominio de la Unión Soviética sobre ellos, convertida en potencia socialimperialista: socialista de palabra e imperialista en los hechos.
Es en el marco de la disputa por el control de Europa entre el socialimperialismo soviético y el imperialismo norteamericano, que los socialfascistas alemanes –que habían restaurado el capitalismo, también bajo la forma de capitalismo de Estado como en la Unión Soviética– construyeron con su “ayuda militar” el llamado Muro de Berlín. Muro que sobrevivió por largos 28 años, como símbolo de la cárcel de los pueblos en que se había convertido la otrora patria del socialismo, y que terminó siendo derribado el 9 de noviembre de 1989, no por la acción de los capitalistas sino del pueblo rebelado de Berlín Este, como parte rebeliones populares que terminarían con el imperio socialimperialista soviético en diciembre de 1991.
Hoy N° 1791 13/10/2019