Loimar es una importante fábrica de ladrillos y pisos cerámicos ubicada en la ruta que va a la Base Aérea, frente al que fuera el campo de concentración de la dictadura videlista “La Huerta”. Tiene cerca de noventa trabajadores que están agrupados en el Sindicato de Ceramistas, cuya sede está en Azul. Sus dueños son los Loitegui, quienes con el sudor de sus trabajadores han ido acumulando un importante patrimonio: una cadena de seis hoteles, los “Loi-suite”, ubicados en Chapelco, Iguazú y Capital; decenas de edificios de departamentos; dos torres en construcción en Añelo, cerca de Vaca Muerta, y una financiera, a través de la cual han derivado millones a la timba financiera del macrismo.
En pleno paro y acampe, entrevistamos a los compañeros delegados Pepe Goñi y Mota Algañaraz.
—¿Cómo comenzó el actual conflicto?
Mota Algañaraz: Ellos alegan el aumento de las tarifas –luz, gas, gas-oil– y la merma en las ventas, y que para resolver eso decidieron los diez despidos y las treinta y un suspensiones. En el conflicto del 2001, ellos estaban sobrepasados de stock, ya no había donde poner los ladrillos, y no tenían deudas con nosotros. Hoy es al revés: las playas están vacías y tienen una importante deuda con nosotros los trabajadores, mínimo dos quincenas y el medio aguinaldo, o sea entre 80.000 y 100.000 pesos a cada uno.
Pepe Goñi: Para nosotros el límite son los despidos. Podemos discutir otras medidas, la reducción de horas, pero con la gente adentro. Hace rato que bajaban “que les iba mal”, mientras iban aplicando medidas de flexibilidad laboral: donde trabajaban tres compañeros, quedaban dos o directamente uno. Nosotros fuimos respondiendo cada vez con mayor dureza: cuando faltaba uno, se paraba. No sólo por la superexplotación que implicaba sino por razones de seguridad laboral.
—¿Con la llegada de Macri al gobierno hubo cambios?
Pepe Goñi: Desde que subió Macri, los patrones empezaron a tirar pesado contra nosotros. Antes había numerosos compañeros que estaban contratados, pero cuando nos organizamos y elegimos los delegados, fuimos obteniendo triunfos, como en 2017. La Focra, nuestra federación, siempre nos apoyó. Y hay que destacar el papel de nuestros abogados, los compañeros Alejandro Guerrero y Matías Cremonti, que es presidente de la Asociación de Abogados Laboralistas.
Mota Algañaraz: Ellos derivaban el dinero a otros fines, y la producción iba bajando, hasta llegar a un mínimo de seis mil ladrillos por mes, cuando en 2016 estábamos produciendo 16.000.
En marzo pasado se mandan con el “procedimiento preventivo de crisis”. Pero ningún aspecto legal los avalaba. Ahora se llevaron todos los CPU ¿por qué? Ellos querían el preventivo de crisis para poder despedir y pagar el 50% de la indemnización. Quisieron que la Focra sea cómplice del preventivo, pero la Focra les contestó “que sin los delegados y los compañeros no se negociaba nada”. Entonces la empresa echó y empezó la conciliación obligatoria, que nosotros no pedimos. Creo que Loitegui aprovecha los despidos para chantajear al nuevo gobierno, para que les anule la deuda con la AFIP o les dé un subsidio “para poder reactivar”. También tienen deuda con la obra social.
—¿Cómo está el ánimo de los compañeros?
Pepe Goñi: Quizás como reflexión nos queda que si hubiéramos tomado medidas drásticas antes de las elecciones, quizás no hubiéramos llegado a esto. Esta es la verdadera Tandil, que es la cuna de Macri, la Tandil que Vidal consideraba la ciudad top en el trabajo de calidad.
Estamos unidos y muy organizados. Todo lo resolvemos por asamblea. Vamos a luchar en todas las instancias. Tenemos el apoyo de muchas organizaciones y personas: la Intersindical, la CCC, distintos concejales. Y les agradecemos mucho ese apoyo, así como la presencia del semanario hoy.
Les deseamos el mayor de los éxitos, porque como dijo la CCC de Tandil en su comunicado, si gana Loimar ganamos los trabajadores y el pueblo tandilense.
Corresponsal
Hoy N° 1792 20/11/19
