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19 de febrero de 2020

Poesía a Otto Vargas

Al viejo

Si dijera que al viejo lo conocía estaría mintiendo,
no lo conocía ni un poquito.
¿Quién sabe cuál era su color favorito?
Por deducción diría que el rojo, pero jamás podría afirmarlo.
Tampoco sé que le gustaba hacer, ni por donde le gustaba andar,
ni si le gustaba el té o prefería el café.
Algo sé, algo me contaron por ahí.
Algo me dijeron de que alguna vez plantó una semilla.
Y esa semilla echó raíz, y esa raíz sigue hoy prendida al suelo como un niño al pecho de su madre.
También sé que hace ya un año no existe físicamente, y, sin embargo, acá estamos, cientos y miles, recordándolo.
“Sólo está muerto quien se olvida” dijeron por ahí alguna vez,
y usted, don Otto, sigue vivo y no creo que vaya a morirse nunca.
Usted sabe más que nadie que este camino es difícil.
Que cuesta no frustrarse, no perder la dureza.
Pero hoy, por un rato, vamos a dejar que la ternura nos tiña el pecho.
Pero sólo para recordarlo.
Mañana seguiremos luchando. Por usted, don Otto.
Pero prométanos que nunca va a dejarnos, como nosotros no lo dejaremos a usted.
Mañana seguiremos, se lo prometo.
Seguiremos luchando hasta que no falte el pan en ninguna otra mesa.
Hasta que las mujeres dejemos de ser asesinadas.
Hasta que nuestras tierras sean nuestras, y de nadie más.
Hasta que el corazón se nos salga del pecho, y hasta que podamos cambiar todas las cosas que están mal en este mundo.
Seguiremos luchando, se lo prometo.
Ahora le toca hacer una pausa a usted, y quédese tranquilo que lo que plantó tiene sólidas raíces y ningún cipayo podrá destruirlo.
Nosotros seguiremos creyendo, y luchando.
Usted siempre seguirá vivo,
y en algún momento, su nombre será sinónimo de victoria, de triunfo, hoy, para nada menor, lo es de lucha y revolución. n

 

Ana Clara Torres. Compañera de 18 años, militante de la JCR de Casilda

Hoy N° 1803 19/02/2020