Fue la mayor huelga desde 1995, y la movilización social fue fundamental para desmoralizar al gobierno fascista de Bolsonaro y sus lacayos, Paulo Guedes y el presidente de Petrobras, Castello Branco.
La Federación Única de Petroleros FUP, y sus 13 sindicatos afiliados, comenzaron con mucha determinación el 1 de febrero la huelga nacional. Planteaban la revisión del cierre de ANSA/ Fafen-PR (estado de Paraná) y el cumplimiento de las cláusulas de los acuerdos colectivos de trabajo de Petrobras. El gobierno del fascista Bolsonaro cerró recientemente la unidad Fafen–PR, provocando el despido de 1.000 trabajadores. El cierre de la empresa en Paraná, por otra parte, amenaza con provocar la baja de unos 2.000 empleos en los sectores de comercio y servicios en el municipio de Araucaria, en la región metropolitana de Curitiba.
“La huelga denuncia la amenaza de privatización, porque la privatización no es sinónimo de generación de empleos, no va a reducir los precios de los combustibles ni del gas para las cocinas, y sólo fortalece la desindustrialización del país. Es reflejo de la política entreguista de Castello Branco, presidente de Petrobras, que va a generar grandes impactos en la economía brasileña”, afirmó al periódico La Verdad, Marcos Ribeiro, presidente del Sindicato de Petroleros de Amazonia y de la Coordinación Nacional del Movimiento Lucha de Clases (MLC).
Con la radicalización de la lucha y la ocupación de una sala en el edificio sede de Petrobras para presionar la negociación de la huelga, la Comisión Permanente de Negociación formada por directores de la Federación Única de Petroleros (FUP)y de Sindiquímica–PR, consiguió suspender los despidos en la Fafen-PR, revirtiendo también las que ya se habían aplicado contra 144 trabajadores. La huelga se fue desarrollando con piquetes frente a la empresa, marchas en la calle, con un gran apoyo del movimiento estudiantil y de los movimientos populares y diversos sindicatos, federaciones y centrales sindicales.
Pero la lucha fue más allá de las paredes de la empresa. Hubo agitación en las universidades, en las comunidades pobres, y, de esa manera, los trabajadores consiguieron sensibilizar al resto de la población. En estos 20 días prevaleció la unidad clasista y la combatividad. Fueron necesarios para resistir la coyuntura que se vive en el país. De esa manera, se forzó a la dirección de Petrobras a negociar con la Comisión de la FUP.
Un sindicato al lado del pueblo pobre brasileño
Una gran acción nacional organizada por la Federación Única de Petroleros, y de los sindicatos afiliados, fue la del 14 de febrero, una acción social realizada en las comunidades carenciadas, vendiendo gas de cocina a un valor de 40 reales, mostrando para la población pobre que si Petrobras estuviera bajo administración popular, sus intereses servirían para mejorar la vida del pueblo.
Con una gran dimensión nacional y una huelga más fortalecida cada día, fue siendo ejemplo para otros sindicatos que también estaban en huelga, como los trabajadores de Dataprev y Serpro. El 19 de febrero, el Consejo Deliberativo de la FUP y la dirección de los 13 sindicatos afiliados, decidieron una suspensión temporaria de la huelga, con el sentido de negociar directamente con Petrobras, bajo la mediación del Tribunal Superior del Trabajo, y del Ministerio Público del Trabajo, para hacer que la empresa tuviera que sentarse y cumplir con el Acuerdo Colectivo de Trabajo.
En la reunión de negociación del 27 de febrero también fue posible discutir los despidos en masa en Fafen (PR) y las medidas autoritarias impuestas a partir del 1 de febrero perjudicando a trabajadores de las áreas operacionales. El próximo paso será aprobar en el Consejo Deliberativo de la FUP, tomando las propuestas debatidas en esa reunión, y entonces volver a los sindicatos y organizar asambleas para que las propuestas sean avaladas.
“Esta huelga ya es histórica. Los petroleros están haciendo historia en nuestro país para contagiar a la sociedad a luchar en defensa de nuestro país, de nuestros empleos, de Petrobrás y de nuestra soberanía. Estamos alerta. Que quede claro que la suspensión de la huelga significa sólo una oportunidad de diálogo de los petroleros con la empresa, en el sentido de conquistar reivindicaciones, y si no somos atendidos, volveremos más fuertes e intensificando la huelga”, afirma Emanuel Menezes, director de la FUP.
La huelga de los petroleros es la primera gran victoria de la clase trabajadora contra este gobierno fascista al servicio de los grandes capitales extranjeros y nacionales y dejó claro que el camino para frenar el fascismo y obtener conquistas es la lucha y la organización de la clase obrera y el pueblo brasileño.
Hoy N° 1805 11/03/2020