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11 de marzo de 2020

Las enseñanzas de la Rebelión Agraria de 2008

Extractado de la charla inaugural: “Las enseñanzas de Mao Tsetung y su vigencia actual, en el siglo XXI, para la Argentina”, del 26/4/2014, en el Ciclo de Conferencias del Instituto Marxista Leninista Maoísta.

La cuestión del papel del campesinado en la revolución argentina ha ganado actualidad luego de la rebelión agraria del 2008.
No es raro que los trotskistas la califiquen de una lucha de “los patrones del campo”, como ha hecho Néstor Pitrola, diputado nacional del PO, hace pocos días en la TV. Jamás los trotskistas podrán entender una lucha como la lucha agraria del 2008. Uno llega a sospechar –disculpen la grosería– que la mayoría de ellos “nunca vio cagar una vaca”, al igual que la señora presidenta Cristina, que habló en su momento “del yuyito” refiriéndose a la soja.

Sucede ahora, que los fraccionistas (los que llamamos “cri-cri”) dada su innegable adhesión a gran parte de las opiniones trotskistas (como ya lo hicieron en su momento durante la lucha agraria, estando en el Partido) adhieren a esa interpretación de la más grande movilización agraria en muchos años.

Una lucha que no lanzaron los terratenientes, sino los chacareros de la FAA, entre ellos muchos de nuestros militantes. En la Comisión Política del Partido discutimos la concentración de Maciel desde donde se lanzó la lucha agraria del 2008, exigiendo la segmentación de las retenciones para favorecer a los pequeños y medianos productores agropecuarios.

¿Qué es lo que no comprenden de esa lucha?: Primero, lo que ya se sabe desde la Grecia Antigua, algo que se mantiene hasta nuestros días: El productor agropecuario tiene tres enemigos eternos: los terratenientes, los usureros y el Estado. Resultó que al intentar aplicar la resolución 125, aprovechando el precio extraordinariamente alto de las commodities, como la soja, presionados por la crisis internacional y los problemas de la balanza de pagos, el gobierno, puso retenciones a la soja (que en ese momento superaban el 40% del valor del producto), afectando por igual a los terratenientes, campesinos ricos, medios y pobres. Incluso golpeaban a una gran parte de los obreros rurales que trabajan en la siembra y la trilla de la soja, la mayoría de los cuales cobra a porcentaje. Fueron los rurales y los campesinos pobres los que alimentaron todas las noches los fogones en los piquetes.

Paralelamente, el gobierno benefició a los grandes acopiadores de granos (como Cargill, Bunge, Noble, etc.) a los que les permitió antedatar la facturación de la soja acumulada en sus silos pagando la vieja retención. Ganaron millones de dólares.

En la lucha contra la 125, efectivamente también se movilizaron los terratenientes de la Sociedad Rural junto a quienes sostuvieron los piquetes: los obreros rurales, campesinos pobres, medios y ricos. “No los unió el amor sino el espanto”, como diría Borges. Se unieron por espanto frente a un golpe que se les daba a todos.

La rebelión agraria fue una lucha que estremeció a la Argentina y dejó invalorables enseñanzas para la revolución, si se sacan de ella conclusiones correctas. En un día se hicieron más de 1.000 cortes de ruta en todo el país. Siempre cuento la anécdota que en mi pueblo –yo soy de un pequeño pueblo de Río Negro, donde no hay soja, sino fruticultura–. En mi pueblo dicen que ese día había 140 coches en caravana de protesta. Los vecinos de Choele Choel, que siempre nos envidian a los de Luis Beltrán, dicen que no es cierto, porque no hay ni 100 coches en Beltrán. Doy ese ejemplo para mostrar la magnitud que tuvo esa lucha que conmovió al país, y que nos enseñó un camino a tener en cuenta en la Argentina el día que queramos que triunfe la revolución. Porque sin el apoyo campesino, la revolución no va a triunfar en nuestro país, por más que se alcen los obreros de las ciudades más grandes, aunque hoy estemos cerca del 80% de población urbana.

Ahora se discute si hay o no campesinos pobres en el campo argentino. Muchos compañeros dicen que ya no hay más campesinos pobres.
La extensión de la producción sojera a casi todo el país requiere expulsar del campo a miles de campesinos. Pero basta con mirar al Chaco o a Misiones, para concluir que esto ha generado grandes luchas del campesinado pobre y medio (originarios y criollos). Asistimos a un impresionante proceso de concentración de la propiedad de la tierra. Pero, está claro que aún hay muchos campesinos pobres y medios.
Sobre un total de aproximadamente 84.000 productores de soja y girasol, según datos de la Oncca de 2009, 1.680 cosechaban el 80% del total, y el promedio de extensión de la siembra era 5.436 has. cada uno. En la otra punta, 67.200 pequeños y medianos productores, según la misma fuente, habían cosechado en promedio 167 toneladas en el 2009, trabajando sobre un promedio de 60 has. cada uno.

Aquí cerca, en La Plata, de 1.200 quintas que había en 1993, quedan solo 500, y existen 7.500 arrendatarios a los que ahora llaman porcentajeros. Este proceso de concentración ha hecho que de 17.000 productores agropecuarios en Misiones queden solo 7.000.
Pero quedan miles, por eso ha sido un gran paso adelante de todo el movimiento popular argentino la creación y fortalecimiento de la Federación Nacional Campesina, que ya ha creado sus filiales en muchas provincias.

Para mejorar nuestro trabajo en el campo, como enseñó Mao, es necesario “acampar entre las flores”, es decir, bajarse del caballo, recorrer las zonas agrarias mezclándose y conviviendo con su gente, e investigar en concreto, en cada lugar, los problemas de la masa campesina. Para eso nos ayudará mucho estudiar los trabajos sobre este tema del camarada Mao Tsetung, comenzando por el primer tomo de sus Obras Escogidas y su trabajo “Investigación del movimiento campesino en Junan”. Donde, dicho sea de paso, hay experiencias muy interesantes de lucha contra la droga, contra el opio, en el campo chino, en 1927. No cuando tomaron el poder, cuando liquidaron por muchos años la droga en China, mientras fue socialista..

Otto Vargas 1929-2019

Hoy N° 1805 11/03/2020