Casi dos meses de cuarentena precipitaron los conflictos. Algunos subjetivos. Los más, indiscutidamente objetivos. Pero, aún así, la validez del sacrificio y la importancia de no dilapidarlo, mantiene altos márgenes de adhesión.
Normalidad (1)
Desde el inicio, tanto en el país como en el mundo, voces interesadas impugnaron la prioridad sanitaria. La voz de mando: “salvar la economía”. En realidad anteponían sus negocios al costo en vidas que viene cobrando el virus. Macri dixit “el populismo es mucho más peligroso que el coronavirus”. Mamita querida si hubiesen sido ellos quienes gobernaran en pandemia…
Montándose en las penurias de muchos, los sectores dominantes encararon furiosas campañas tendientes a recuperar su “normalidad”.
Normalidad (2)
Como era de suponer el costo del esfuerzo fue altamente desigual. Para la inmensa mayoría las pérdidas fueron notables. Algunos perdieron un poco, otros perdieron bastante, muchos perdieron todo. Pero estuvieron los que ganaron. ¡Y ganaron, y ganaron!
Como se podrá apreciar. Todo decididamente normal.
Normalidad (3)
Pasada la etapa de los casos importados y los contagios inmediatos estamos en pleno período de circulación del virus. La pobreza es la víctima dilecta de la pandemia. Las exhortaciones a la higiene suenan a crueldad cuando al hacinamiento y la precariedad alimentaria se le suma la falta de agua. Antes y ahora esta normalidad mata.
Miles de mujeres y hombres del Pueblo ocupan una insustituible primera línea de riesgo. En los comedores populares y los Hospitales.
Normalidad (4)
Muchas de las buenas medidas adoptadas por el Gobierno no lograron sobrepasar la instancia de su implementación.
Pese a la decisión de no mover las tarifas, las privatizadas, mediante las “estimaciones” de consumos, produjeron aumentos encubiertos que no se deben convalidar. Las telefónicas lanzaron tarifazos y colapsan artificiosamente sus call center para imposibilitar cualquier reclamo.
Congelamiento y precios máximos en alimentos y remedios que nadie cumple. Desabastecimientos en insumos críticos. Falta comida en los comedores comunitarios (muchos miles dependen de ellos) porque proveedores morosos incumplen los plazos pactados.
Una prohibición de despidos, desoída por los monopolios. Que aprovechan la oportunidad para achicar sus planteles. Y para bajar salarios. Esto último con la complicidad de connotados dirigentes sindicales.
Pero, una vez más, las palmas de la mala leche se la llevan los Bancos. Una acerada maquinaria para sabotear las líneas de subsidios y créditos dispuestas por el Gobierno. Todas subejecutadas. Agravando la situación de familias y PyMEs. Han llegado incluso a rapiñar ilegalmente parte o todo el IFE de algunos beneficiarios según su peor saber y entender.
Normalidad (5)
Hubo quien pasó a la Historia por un lamento: “les hablé con el corazón, me respondieron con el bolsillo”. Seguramente habrá sido la vez primera que algo así ocurría. Por tanto, el hombre tenía plena razón en sentirse desconcertado.
A partir de ese evento ya sabemos a qué atenernos cuando tratamos con esa casta de insensibles, angurrientos, mal nacidos. No cabe lugar para el asombro.
No debiera aceptarse como normal que los poderosos obstruyan impunemente el esfuerzo colectivo.
El ¡¡¡bolsillo!!! es lo que explica la campaña desatada contra el Impuesto a las grandes fortunas. En nombre de la libertad y del sacrosanto derecho a la propiedad despotrican contra la perspectiva de tener que aligerar (no tanto) sus bolsillos.
Imaginemos cuál será la reacción de esta patota reaccionaria cuando el Pueblo, harto de siglos de prepotencia haga tronar el escarmiento. Y los castigue donde más les duele.
Normalidad (6)
Nuestra Argentina figura como deudora desde tiempos inmemoriales. ¿Debemos resignarnos a esta normalidad? Por cada dólar recibido los prestamistas se llevaron 10. Comencemos entonces a avisar que nos consideramos acreedores. Que nos resarzan por el atraso, el desquicio estructural, el empobrecimiento que nos causaron. Todas las plagas de la opresión imperialista. Porque en su disputa por nuestras riquezas, las potencias y sus alcahuetes locales, nos provocaron inmenso daño.
Una vez más está sobre la mesa una Deuda equivalente a un PBI. El macrismo nos hipotecó. Nuestra Argentina vio fluir millonadas en una orgiástica fuga de capitales. Los responsables tienen nombre y apellido. No es para nada complicado exponerlos a la luz del día. Aún así seguimos pagando intereses. ¿Volverán a salirse con la suya?
Normalidad (7)
Es frecuente escuchar que, a la salida de la pandemia, las cosas van a ser diferentes. Que “el mundo va a cambiar. Y para siempre”. ¿Porqué, cómo? No nos lo dicen.
Mientras tanto convivimos con la pandemia. Ésta cobra vidas a lo ancho del Mundo. Donde predominó el negacionismo, sigue acumulando desastres. No solo en enfermos y muertos. Tan solo en EEUU contabilizan 40 millones de nuevos desocupados. Una lógica capitalista: “no trabajas, yo te despido”.
¿Porqué suponer entonces que los sectores dominantes van a emerger de la pandemia compungidos y dispuestos a enmendarse? Por el contrario, buscarán las vías más expeditivas para recuperase del tiempo perdido.
¿Alguien supone que las potencias imperialistas (EEUU, China, Alemania, Gran Bretaña, Rusia, Francia) van a establecer vínculos de respeto con las Naciones hoy sojuzgadas? ¿Que van a cesar mansamente en sus querellas por el dominio del Mundo y, en consecuencia, desmantelarán sus arsenales nucleares? ¿Que abandonarán su práctica golpista? Siendo como son los principales efectores del deterioro ambiental, ¿harán causa común con quienes bregamos en defensa de nuestro planeta Tierra? Fantasiosas posibilidades propias del pensamiento mágico.
La condición de posibilidad para que cambie el Mundo recae en nuestros hombros. Cambiará si lo cambiamos…
¿Normalidad?
A nadie le hace daño un poco de nostalgia. Relamerse con buenos recuerdos. Que seguramente todos tendremos. ¿Es esta la normalidad que añoran? Están en su derecho.
Pero de ahí a idealizar en un todo la normalidad perdida… Hemos comprobado, en vivo y en directo el fracaso de este gigante de barro que es el capitalismo. No pudo lidiar con la pandemia. Una pizquita de materia orgánica se llevó puesta la economía mundial. Opulentas metrópolis imperiales colapsadas. Implementaron por tanto la tradicional descarga de las crisis sobre las espaldas de las mayorías…
Consideremos las injusticias, desigualdades, irracionalidad, violencia cotidiana, depredación… Hacia esa Normalidad no nos sirve volver. Porque no es ninguna solución sino el verdadero problema.
Crece el protagonismo popular. Y, frente a la descomunal crisis desatada, nuestro reclamo es que la paguen los de arriba. Surgen condiciones para ir pensando en contraofensivas.
Escribe Sebastián Ramírez