En los últimos años prácticamente han desaparecido las estadísticas científicas y confiables. Casi no existe la medicina preventiva. Los planes de estudio, en medicina y también en otras carreras, no parten de una perspectiva social integral para atender las necesidades de nuestro pueblo.
Las grandes corporaciones farmacéuticas, de medicina prepaga y de aparatología, fueron reemplazando a los viejos médicos de familia. Los pacientes no son personas. Son un hígado, una mano, una cola para la estética. Los médicos generalistas no tienen el reconocimiento que haría falta. Muchos médicos, al igual que los docentes, corren de un empleo a otro por los magros salarios, los famosos pluriempleos.
Son parte de las situaciones que eclosionaron con la pandemia. Como el trabajo en negro, o las limitaciones de la “Economía Popular”, con la que sobreviven miles desde hace más de 25 años. Varios factores confluyen en estas situaciones, agravadas durante los últimos cuatro años por la política de Macri, que llegó a rebajar el Ministerio de Salud al rango de Secretaría, profundizando el vaciamiento de los hospitales públicos.
Camilleros, administrativos, cocina, limpieza y mantenimiento con personal tercerizado, en condiciones de trabajo precarizado a cargo de empresas que le cuestan al Estado más que si fueran personal de planta.
Traslados porque no hay o no funcionan los tomógrafos, no hay resonancia, ni turnos para rayos. En algunas guardias de hospitales no funcionan los tensiómetros!
La pandemia puso a la vista la precariedad de todo el sistema de salud. No nos referimos a lugares perdidos de la gran geografía argentina. Hablamos de los hospitales de la ciudad más rica del país: Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La población, preocupada y admirada, aplaude. Reconoce el gran esfuerzo que no tiene descanso. Pero no alcanza. Hacen falta políticas públicas en defensa de la salud pública.
El mejor hospital de niños de la Argentina, uno de los mejores de América, el querido Hospital Garrahan, no es la excepción.
Durante todo el año pasado, y también ahora, los trabajadores han sufrido múltiples presiones y desgastes en su trabajo cotidiano. Meses tuvieron que pelear por la incorporación de la sala de lactantes al jardín maternal, lucha que ganaron por la incansable tarea de la Asociación de Profesionales con el apoyo de todo el hospital.
No alcanza con sumar camas. Lo principal, como han denunciado médicos de Cicop, son los recursos humanos idóneos para operativizar todo el funcionamiento de atención. La falta de personal y lugares adaptados a la necesidad obligan a poner un paciente con dengue junto a otro con tratamiento oncológico.
De los 6700 trabajadores del Garrahan solo el 63 % está en planta. El resto en formación (1800 personas), y 700 trabajadores tercerizados (el 10 %). Se presiona a las trabajadoras con una directora de enfermería que ejerce violencia laboral; jefes denunciados por acoso sexual por las compañeras del mismo.
Rayos, poniendo en peligro la vida de nuestros compañeros e irradiando más de lo necesario a los pacientes y a las madres, trabajando en una sala en pésimas condiciones, sin materiales de protección ni reconocimiento a los licenciados de imágenes ni al tramo profesional de la carrera hospitalaria, tuvo que recurrir al paro para obligar a tomar medidas durante el año pasado.
Se recarga el trabajo sobre el 30 % de las personas que están en condiciones de ir a trabajar. El resto tiene factores de riesgo, hijos pequeños o ya está enfermo. El hospital viene con un déficit, desde el año pasado del 30% en la dotación de enfermería. Eso equivale a 390 enfermeras/os sin contar la crisis de la pandemia. Al día de hoy ingresaron aproximadamente 100 enfermeras, sin la especialización en pediatría. Son derivadas al área de Covid, con contratos por 6 meses y salarios por debajo de la canasta familiar.
De los 165 trabajadores que dieron Covid positivo, el 49 % corresponde a enfermería y 30% médicos en formación. Los dos sectores sobre los que recae la mayor parte de la atención hospitalaria. También el año pasado los residentes tuvieron que salir a la calle, para denunciar las condiciones de trabajo que los sometía a extensas jornadas cobrando 100 $ la hora, sin ART, viéndose obligados a pagar de su bolsillo un seguro de trabajo.
Todo esto en el mejor hospital de niños de la Argentina.
La negligencia llega al colmo: ante el reclamo generalizado de equipos de protección para evitar los contagios, se reciben, del stock enviado desde China, barbijos que no cumplen con las normas requeridas, y máscaras con la leyenda “mascarilla desechable no médica”.
Cuando un niño/a da positivo el examen de Covid se lo separa de la mamá, en particular en la terapia de neonatología, sin tener en cuenta el índice de atención de enfermería.
Se habilitaron algunos CIM para atención Covid-19 pero no se realizan las modificaciones necesarias ni los accesos correspondientes, ni se cuenta con los recursos necesarios, ni protocolos de atención unificados, ni testeo a los compañeros/as que están en la atención directa, y con EPP inadecuados, sin barbijos N°95.
Todos hechos denunciados por la Asociación de Profesionales y la comisión interna de ATE en la asamblea realizada el 30 de julio, con gran participación presencial y virtual de más 100 compañeras/os.
No hay población en condiciones de salud sin una mirada de salud social.
¿Cómo se discute la flexibilización de la cuarentena sin tener en cuenta que más del 48% de los pacientes del Garrahan viven en la provincia de Buenos Aires?
No hay salud sin luz, sin agua, sin ingresos acordes a la canasta familiar, sin viviendas dignas. No hay cuarentena posible en los barrios pobres si no se brindan los recursos necesarios.
El 8% de la población tiene fortunas inmensas y siguen acumulando aún en cuarentena. Monopolios de la alimentación y exportadores que no cerraron nunca, y sin embargo, no solo no ponen un peso de más sino que reciben del Estado subsidios para pagar a sus trabajadores.
Los salarios siguen en caída libre con respecto a la inflación. En el hospital ya había una caída del 50 % en diciembre 2019.
Necesitamos aumento general de emergencia en todos los niveles operativos, y empezar a hablar de paritarias, tema ausente en tiempos de pandemia.
Urge el tratamiento y aprobación del Impuesto a las grandes fortunas. Urge la intervención y expropiación de Vicentin. Es imprescindible parar los pagos de la deuda fraudulenta.
Porque esos Recursos son necesarios para atender ya las necesidades de nuestro pueblo, de nuestros niños, niñas, niñes, de los excluidos del sistema laboral y también de los trabajadores registrados, como los que conforman el equipo de salud.
Partido Comunista Revolucionario de Barracas, 31/07/2020