La extraordinaria lucha de los textiles de Reconquista debe recorrer el país y llenarse de solidaridad, es de esas luchas donde la clase obrera se pone como caudilla del resto de las clases populares, donde tantos años tragando veneno, observando el saqueo sin poder actuar les ha permitido comprender que su causa es la causa del pueblo porque los enemigos a los que enfrentan son los enemigos del pueblo. Como en aquellas huelgas forestales donde los hacheros rompieron las cadenas de sus grilletes frente a los ingleses o la Marcha del Hambre de los ocampenses hoy los algodoneros son nuestro faro. Su lucha implica mucho más que la pelea por un salario, están enfrentando a los que quieren volver a poner el país de rodillas para salir de esta nueva crisis multiplicando sus rentas. Las trabajadoras y trabajadores algodoneros caminan las calles de Reconquista señalando las casas de los personeros del poder real, a ellos toda nuestra solidaridad, porque su lucha es nuestra lucha.
El caso Vicentin ya conocido por la gran mayoría del pueblo argentino como una de las grandes estafas perpetuadas durante el Macrismo tiene ribetes locales que delatan la verdadera trama de una rosca de familias terratenientes y de burguesía intermediaria que han hecho y deshecho a gusto durante décadas. La novedad es que un grupo de obreros y obreras textiles han decidido rebelarse.
Los obreros y obreras de la algodonera levantaron la cabeza. No fue fácil, debieron primero recuperar el cuerpo de delegados ya que el sindicato de textiles ocupó siempre el lugar de jefe de planta de la empresa. El odio que se manifiesta en cada jornada de conciliación donde aparece el secretario local es una muestra pequeña de los años de sometimiento de los que claramente esa dirección gremial ha formado parte. Las marchas que realizan luego de 70 días de acampe frente a la planta tienen un recorrido muy claro para los trabajadores y trabajadoras, las casas de Nardelli, Paduan, Vicentin y el senador Marcon.
“La algodonera funciona al 100%, de hecho hace unos meses trajeron maquinas nuevas que estábamos poniendo a punto, es mentira que ha caído la producción”. “No podemos seguir trabajando por $25.000 o $30.000 por mes (eso sin contar los vales de carne o de aceite que nos descuentan), nos cagamos de hambre”. “A las mujeres nos han puesto cámaras hasta en los baños, la persecución y la opresión que sufrimos no se aguanta más”. “Hicimos cuántas denuncias y jamás nos escucharon. La gente se cansó de tanto maltrato laboral, de la sobrecarga de trabajo. Hay personas que perdieron la pierna, el brazo” reclaman los trabajadores cada vez que pueden hablar ante algún medio.
Hacía mucho tiempo no se veía semejante cristalización de la lucha de clases en el norte de nuestra provincia, un conflicto que no solo expresa los intereses contrapuestos de los sectores dominantes con la clase trabajadora sino que expone a la luz de los ojos quienes conforman el Poder real.
La lucha de los algodoneros es la lucha del pueblo
Lo cierto es que los 450 trabajadores y trabajadoras de la Algodonera Avellaneda se atrevieron a enfrentar al gigante y están dispuestos a ir a fondo. Piden ni más ni menos que un sueldo que no sea de pobreza, mejores condiciones de trabajo y que se termine la explotación dentro de la fábrica. Se han puesto frente a frente con el Poder Real de los que históricamente decidieron sobre la vida de los pueblos del norte y no va ser fácil doblegarlos. Podemos tomar como ejemplo la respuesta al intento de expropiación de la cerealera o las palabras del hijo de uno de los terratenientes que más negocios hizo con la dictadura, hoy presidente de la Sociedad Rural de Reconquista:
“Nosotros desde el sector empresarial y de las instituciones le planteamos al ministro (de Trabajo de la provincia) que él no podía estar avalando a un sindicato que no corresponde como es el aceitero que es ahora el que está hacienda el paro a la algodonera«.«Finalmente el ministro nos dio la razón, dijo que no avala la situación y abre un expediente y lo remite al Ministerio de Trabajo de la Nación, eso nos dejó tranquilos porque su mirada es la misma que la nuestra» Juan Luis Capozzolo, Pte. S. Rural Reconquista
Como en las viejas épocas y con la misma impunidad de los días en que entregaban delegados a la dictadura el martes 18/8 después de haber faltado a las ultimas 5 reuniones conciliatorias y ante la impotencia que le genera a la oligarquía que los obreros decidan por encima de sus intereses, se hizo presente en el piquete que bloqueaba el ingreso al parque industrial de Avellaneda el abogado de Vicentin Héctor Vizcay. Sin intermediar palabra con los trabajadores, claramente enviado a dirigir una provocación hizo atropellar a 2 obreras que tuvieron que ser hospitalizadas.
La respuesta de una de las víctimas del ataque, la delegada Sonia Zanel, sintetiza con claridad la lucha de fondo que han encarado los y las algodoneras:
“Hace rato que el tipo este nos viene persiguiendo. En todas las audiencias está como representante, abogado, pero es un tipo tan soberbio que no se puede negociar. Quiere salirse con la suya”, aseguró Zanel. “Pero se topó con delegados que no somos ignorantes. Vamos a ir hasta las últimas consecuencias, porque sabemos bien con quién estamos negociando y que nuestro trabajo vale. Somos los que generamos riqueza”.
El norte profundo
Reconquista y Avellaneda son dos ciudades pegadas solo divididas por un puente que con más de 100.000 habitantes se convierten en la zona más poblada de lo que comúnmente llamamos el norte profundo, una región históricamente castigada por el latifundio donde reinan soberanos los terratenientes locales y extranjeros. Hablamos de un territorio con casi 3 millones de cabezas de ganado donde el 5% de los propietarios tiene el 35% de las vacas. En particular estas 2 ciudades ubicadas a 325 km de la capital provincial son el polo industrial de la región donde miles de obreros y obreras de la carne, textiles, aceiteros, mecánicos, entre tantos otros sufren el yugo de familias como los Vicentin, Paduan, Nardelli, Capozzolo.
Rápidamente cuando uno entra por el boulevard principal se puede dar cuenta del peso de estas familias, no hay farmacia, supermercado, panadería o comercio que no lleve sus apellidos, son los dueños de todo y de todos. Así se ve y así lo hacen sentir. Por eso ante el intento de expropiación el intendente de Avellaneda acusa “nos quieren manotear y robar la historia de un pueblo» o el senador Marcon, quien fuera intendente de la misma localidad durante 20 años, proclama «no podemos hacernos los distraídos porque hoy le toca a ellos, pero no sabemos qué le puede pasar a otras empresas dentro de un tiempo si se la llevan a ésta». Defienden a sus patrones.
Son estos sectores los que están atrás del plan 2030 del Concejo Agroindustrial Argentino que busca potenciar el complejo agroexportador que ellos controlan de punta a punta, son estos sectores los que presionan para acordar con los bonistas y el FMI para volver al crédito internacional, son ellos mismos los que hicieron retroceder la intervención y expropiación de Vicentin, los que queman las islas para acumular sus riquezas. Son los que empujan las marchas anticuarentena pero buscan un lugarcito en la Casa Rosada. Son los que están atrás del proyecto de ley de fomento a las exportaciones y la nueva reforma laboral. Se esconden atrás de sus representantes políticos pero el pueblo como en las elecciones del año pasado ya les sacó la careta. Por eso esta lucha tiene un enorme valor, porque de fondo pone claro oscuro la verdadera grieta y por eso hoy más que nunca somos todos algodoneros!
Corresponsal