BlackRock es un grupo financiero que encabezó a los bonistas acreedores extranjeros en la negociación, con el gobierno argentino, de la deuda externa con jurisdicción en Nueva York (Estados Unidos). Lo encabezan dos usureros yanquis: Laurence (Larry) Fink y Robert Kapito.
Con sede en Estados Unidos, BlackRock es el fondo financiero más grande del mundo. Administra 7,4 billones de dólares (7.400.000.000.000). En pesos argentinos al precio de dólar oficial: $537.980.000.000.000 (quinientos treinta y siete billones, novecientos ochenta mil millones de pesos argentinos). Es 14 veces el PBI argentino. Supera el PBI sumado de Alemania y Francia. Solo Estados Unidos y China manejan finanzas mayores a ese fondo. Y los 20 mayores fondos financieros gestionan 32 billones de dólares, una vez y media el PBI de Estados Unidos.
Larry Fink se entrevistó dos veces con Macri.
Un poderoso grupo usurero
BlackRock administra inversiones en más de 100 países, con una red de oficinas en Inglaterra, Australia, Hong Kong China, Alemania, Italia, Dubái, Francia, India, Suiza, España, Rusia, México, Brasil, entre otras naciones. Es copropietario de 17.000 empresas. Entre ellas Coca Cola, Apple, Microsoft, General Electric, Bayer-Monsanto, las 5 mayores líneas aéreas de Estados Unidos, etc.
Desde finales de la década de los 2010, BlackRock se ha convertido en uno de los principales grupos de presión política, tanto en Estados Unidos como en Europa. Su sistema es contratar, cuando se retiran, a funcionarios con altos cargos en gobiernos y bancos centrales imperialistas. Entre ellos se cuentan: Philipp Hildebrand exdirector del banco central de Suiza, George Osborne exministro de Hacienda del Reino Unido de Gran Bretaña, Stanley Fischer exvicepresidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Friedrich Merz ex-portavoz parlamentario del partido alemán CDU, Cheryl Mills exjefe de gabinete de Hillary Clinton, Jean-François Cirelli ex-consejero del ex presidente francés Jacques Chirac, etc.
BlackRock administra fondos privados previsionales en todo el mundo: jubilaciones de empresarios, funcionarios y amplios sectores de altos ingresos. Les asegura ganancias por encima de los sistemas jubilatorios estatales.
Con el asesoramiento a numerosos gobiernos, BlackRock tiene información privilegiada para comprar acciones de bancos o empresas cuando están baratas o tienen dificultades financieras. Así logra grandes ganancias a mediano o largo plazo cuando el precio de esas acciones sube, o pasa a controlarlas como mayor accionista. También compra acciones con varias empresas del mismo rubro, como sucede en Estados Unidos con las 5 principales líneas aéreas, así puede imponer el precio de los pasajes con grandes ganancias.
Un ejemplo de las inversiones de BlackRock es España, en donde es el primer accionista de los dos mayores bancos, Santander y BBVA, y tiene acciones en otros cinco bancos. También tiene acciones en Telefónica, Repsol, Gamesa, etc., en total 19 grandes empresas.
Dos caminos: dependencia o soberanía
En la Argentina, BlackRock tiene bonos de deuda entre 1.600 y 2.000 millones de dólares. Pero no solamente tiene eso.
“Es el principal accionista del Banco Galicia (tiene 6 millones de acciones allí, casi mil millones de pesos), es el segundo inversor más grande del Banco Macro (con más de dos millones de acciones) y también del Banco Santander, siendo además el tercer accionista en importancia del Banco Supervielle. Pero no sólo sus intereses atañen a los bancos, sino también a otras empresas: es el principal accionista (privado) nada menos que de YPF (con casi 10 millones de acciones), Edenor, Telecom y Central Puerto, el segundo (accionista) de Transportadora del Gas del Sur, y sus acciones también se extienden a compañías tan distintas como Pampa Energía, Loma Negra o IRSA” (Ambito, 6/8/2020).
Las dos reuniones de Macri con Larry Fink, el capo de BlackRock, son claves para investigar la deuda. Ese tramo de la deuda con los bonistas fue acordado entre Macri y Fink, y diseñado por el banco yanqui JP Morgan (del que es accionista BlackRock). Fue acordado para la timba financiera en la que ni un dólar fue usado a favor del pueblo y la producción nacional: una gran estafa. ¿Tiene la Argentina soberanía jurídica para investigar esa estafa? Si, constitucionalmente tiene soberanía jurídica para investigarla, recuperar los dineros que fueron a parar a la timba financiera macrista, y qué vayan a la cárcel Macri y los que la hicieron.
¿Por qué es importante conocer la calaña de BlackRock? Porque no solo es un acreedor externo, sino que ya es un gran operador en el sistema financiero argentino y ya se ha adueñado de empresas claves, aprovechando la crisis económica que sacude a la Argentina. Es un ejemplo claro de cómo el capital financiero imperialista descarga la crisis de sus países aprovechando la crisis de los países dependientes como el nuestro. Nos endeudan y luego nos chantajean con las deudas para avanzar en su penetración, adueñándose no solo de las riquezas nacionales, sino también de sectores claves de la industria y los servicios, y de la tierra.
Los 40.000 millones de dólares que Trump le hizo aportar al FMI, violando sus estatutos, para que Macri gane las elecciones, fueron a la timba financiera y dejaron al país con una deuda impagable. La deuda con el Club de París está calificada de “odiosa”, porque fue en lo fundamental contraída por la dictadura genocida de Videla. Ya fue investigada por Alejandro Olmos y se “cajoneó” esa investigación.
Quienes tienen ilusiones, o promueven ilusiones en un cambio de gobierno en Estados Unidos, ocultan que Joe Biden encabezó el debate en el Congreso yanqui, durante la guerra de Malvinas, para que Estados Unidos cambiara su posición pública de supuesta “neutralidad”, por la de apoyo a Inglaterra, lo que habilitó la entrega de armas estratégicos que abrieron el camino para la recolonización de Malvinas. También Biden fue fervoroso partidario de la invasión a Irak.
Así como el Partido Republicano de Trump tiene estrechas relaciones con las grandes petroleras y el complejo militar-industrial, el Partido Demócrata de Biden tiene estrechas relaciones con los bancos y fondos de inversión de Wall Street, el centro de la usura yanqui, y que Larry Fink sea hoy la figura más promocionada para ser secretario del Tesoro (el tesorero del gobierno) si Biden ganara la presidencia.
Una cosa es aprovechar las contradicciones entre los países imperialistas, o incluso las contradicciones internas de esos países, para avanzar en la lucha de los pueblos y naciones contra la dependencia. Y otra cosa es ilusionarse con gobiernos o países imperialistas “aliados”, “complementarios”, o cualquier otra forma de embellecimiento.
Suspender el pago de la deuda pública para investigarla, pagar la que sea legítima y no pagar la que es fraudulenta u odiosa, recuperar esos fondos mal habidos y castigar a los responsables, es el camino para enfrentar la crisis sanitaria, social y económica.
El acuerdo con los bonistas extranjeros que acaba de realizar el gobierno, es el primer paso al que ya se ha anunciado que le seguirán las negociaciones con el FMI, el Club de París y la deuda de las provincias. Más allá de los forcejeos que lograron cierta postergación de los pagos, es una política que nos va atando al chantaje financiero y una sangría de divisas, en un momento en que la Pandemia exige volcar todos los recursos para salir de la crisis sanitaria, social y económica.
Desde Rivadavia a Macri, cada vez que se aplicó esta política, siempre desembocó en más hambre y ajustes para el pueblo y pérdida de la soberanía nacional.
Escribe Ricardo Fierro