El domingo 24 de agosto, un nuevo hecho de brutalidad policial sacudió Estados Unidos, a 60 días de las elecciones presidenciales, y en medio de la pandemia, que se cobró la vida de más de 180 mil personas. En la ciudad de Kenosha, en el Estado de Wisconsin, al norte del país, un policía disparó siete tiros por la espalda a Jacob Blake, un hombre afroamericano de 29 años.
La lógica indignación volvió a desatar manifestaciones en dicha ciudad y en todo el país, a pocos meses del asesinato de George Floyd. En la tercera noche de manifestaciones, luego de grandes enfrentamientos con fuerzas policiales, quema de patrulleros, etc., se sumó un nuevo hecho que marca el creciente enfrentamiento racial alimentado por la política fascista del gobierno de Trump. Un supremacista blanco de 17 años salió con un rifle de asalto a las calles de Kenosha, matando a dos manifestantes e hiriendo a otro. El padre de Jabob Blake denunció que su hijo está esposado en la cama del hospital.
El ataque policial en Kenosha pone arriba de la mesa nuevamente la larga historia de odio racial en la sociedad yanqui, que es estructural. Como dijo uno de los jugadores de la NBA en ocasión del asesinato de Floyd: “El racismo en Estados Unidos es como el polvo en el aire”.
La respuesta de Trump fue anunciar el envío de la Guardia Nacional a Wisconsin para reprimir las protestas, en medio de la Convención del Partido Republicano que lo consagró oficialmente como candidato presidencial para las elecciones del 3 de noviembre. Desde ahí Trump afirmó «Restauraremos la ley y el orden».
Una convención de fascistas
En la convención republicana se dio en estos días un desfile de figuras del gobierno de Trump, que ratifican la necesidad de avanzar en políticas fascistas hacia el interior de la sociedad, en el marco de la creciente disputa con el imperialismo chino. Abundaron las expresiones xenófobas, contra los inmigrantes, el “rescate” de los “valores tradicionales”, etc. La presidenta del Comité Nacional Republicano Ronna McDaniel declaró que los demócratas “han optado irse por el camino del socialismo”.
Trump cerró la convención con una puesta en escena en la Casa Blanca de rasgos fascistas, y en su discurso ratificó: “Vuestro voto decidirá si protegemos a los americanos que respetan la ley o si damos vía libre a los anarquistas violentos, los agitadores y los criminales que amenazan a nuestros ciudadanos”. Trump amenaza con no reconocer el voto por correo, tradicional en EEUU.
Crece la bronca
El hartazgo frente a esta violencia policial es creciente. Nuevamente tomaron las calles miles de jóvenes negros, latinos y blancos en varias ciudades. Los reclamos se mezclan, cuando todavía la pandemia de coronavirus arrecia, y la crisis económica arrasa con miles de puestos de trabajo.
Una expresión de esa bronca fue la decisión de los planteles de la NBA de no presentarse a jugar los partidos oficiales por algunos días. Arrancó con los jugadores de Milwaukee Bucks y se extendió a toda la liga. «Así que no nos escuchan. Bueno, ahora tampoco pueden vernos», expresó el escolta J.R. Smith, de Lakers. Lebron James, quizás hoy la máxima figura del básquet norteamericano, expresó: «A la mierda con esto, exigimos un cambio». A la NBA se sumaron el básquet femenino, el fútbol, el tenis y el béisbol, configurando un inédito boicot deportivo.
El viernes 28, miles de personas marcharon en Washington DC, en un nuevo aniversario de la histórica concentración antirracista liderada por Martin Luther King en 1963. Allí, entre otros oradores que volvieron a plantear “Black Lives Matter” (las vidas negras importan), Martin Luther King III, hijo del asesinado dirigente de los derechos civiles destacó que se está desarrollando “el mayor y más activo movimiento por los derechos civiles más multigeneracional y multiracial, desde la década de los 60”, y llamó a defender el voto contra Trump.
Hoy N° 1830 02/09/2020