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05 de octubre de 2020

Movimiento de mujeres argentino. Políticas camino a la igualdad

El Frente Todos fue apoyado por un amplio y diverso sector del pueblo, la mitad mujeres, muchas de ellas muy castigadas por las políticas que impuso el gobierno de Cambiemos. Votaron por cambios para avanzar en derechos a mejores condiciones de vida y de trabajo. Como parte del Frente, nuestro partido PTP-PCR, militó la campaña, y nuestras compañeras se destacaron por el fervor que le imprimieron a la misma. El mismo fervor que le ponen al sostén de su familia, al trabajo solidario para enfrentar el Covid- 19 en comedores,  a la lucha por derechos sociales y específicos de mujeres y diversidad, al desarrollo en las Unidades Productivas, al trabajo docente, en la salud, etc.

En Argentina existe un fuerte movimiento feminista que se origina a principios de 1900, al calor de las luchas por el sufragio en Inglaterra, Francia, y la Revolución Rusa; abonado por las ricas experiencias de participación de la mujer en nuestras gestas de la independencia patria.

Académicas, gremialistas y políticas se agrupaban, debatían, publicaban  y reclamaban derechos que se concretaron años después con gobiernos populares; como el voto femenino y otros derechos laborales, sociales y políticos. Entre aquellas mujeres recordamos a Cecilia Grierson, Julieta Lanteri, Carolina Muzilli, Sara Justo, Ernestina López, Alicia Moreau, entre otras. Luego en 1927 con el voto femenino concretado en San Juan durante el gobierno de Aldo Cantoni, nombramos a Emar Acosta y en 1947 se promulgó la ley de voto femenino nacional con la participación transcendente de la recordada María Eva Duarte de Perón, que concretó a nivel nacional amplios derechos políticos y sociales para la mujer.

Un segundo momento surge después de la dictadura, potenciado por el auge de la organización y lucha de sectores obreros, estudiantiles y populares, cuyo avance la dictadura vino a destruir, para profundizar la política de dependencia y entrega que las clases dominantes vienen imponiendo en la Argentina desde 1820.

Cientos de mujeres fuimos parte de estos procesos, luchamos antes y durante la dictadura, y derrotada la misma, levantamos las banderas democráticas, económicas, sociales y políticas junto al pueblo. En ese contexto, dirigentes políticas y gremiales, entre las que se encontraba nuestra querida compañera Clelia Iscaro, participan de los Foros del decenio de la mujer en Nairobi en 1985; insertándonos en las acciones mundiales en pro de derechos de la mujer. Esta es la matriz del movimiento feminista argentino que creció enormemente en los últimos 35 años.

Esto se reflejó en los Encuentros Nacionales de Mujeres, creados por este grupo de referentes que viajó a Beijing. Diseñaron un modelo de funcionamiento tal que resultó un espacio democrático, plural, horizontal, que permitió participar a todas las mujeres, en total libertad, sin discriminación. Y en cada taller, al analizar sus condiciones de vida y trabajo, en los relatos, aparecieron las desigualdades que sufrimos las mujeres en la familia y en la sociedad, enfatizándose un aspecto de la desigualdad que es la violencia contra la mujer en todas sus formas. Cada vez más mujeres se incorporaron a los Encuentros Nacionales, los hicieron suyos, y al volver a sus lugares impulsaron organizaciones por derechos específicos o insertaron el tema en movimientos sociales. Se multiplicaron los espacios de mujeres donde hablar y reflexionar. Se avanzó en el análisis y estudio sobre el origen de la desigualdad y la doble opresión. Se elaboraron y aprobaron leyes específicas muy importantes. Argentina firmó tratados internacionales que son texto constitucional. Aún de irregular aplicación, su cumplimiento sigue siendo deuda política que seguimos reclamando.

Por su historia acuñada, el movimiento de mujeres argentino es opositor a las políticas conservadoras. Con esta impronta creció la rebeldía de la mujer argentina, cada vez más consciente de su situación de opresión.

El triunfo de Fernández-Fernández abrió una esperanza. Las reiteradas crisis económicas del país sumieron en la pobreza a un amplio sector de mujeres, con mayor agobio tanto en la resolución de las necesidades familiares cada vez con menos recursos, como en sus posibilidades de inserción laboral: contratos de poca paga, en negro, tercerizado, temporario, sin aportes previsionales ni obra social. La flexibilización laboral sigue vigente, cierre de fábricas, despidos, esta situación se profundizó sometiendo a miles de mujeres a grandes sufrimientos, muchísimas mujeres son sostén de hogar, a lo que se agrega la violencia contra la mujer, en todas sus formas, que no cesa. Más denuncias y femicidios. Estando siempre “bajo sospecha”, ante una parte de la sociedad y la justicia.

Un importante logro, con el gobierno de Fernández, es la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad integrado por funcionarias que vienen de movimientos feministas, que convocaron a participar en un Consejo Ad Honorem a sectores con experiencia de lucha y estudio sobre género. Este Ministerio lanzó varios programas de acción, camino a la igualdad, que están en marcha. Y es muy importante este proceso de abordaje transversal-interministerial que se abre.

Y está en debate como revertir el rol subordinado de la mujer en la familia y en la sociedad, naturalizado por siglos. La lucha de las mujeres por visibilizar la desigualdad, la legislación vigente, la difusión sobre el tema, nuevas prácticas de las mujeres, nuevos roles del varón en tareas de atención a la familia, han avanzado sobre viejas costumbres. Pero es insuficiente para revertir ideas atrasadas, debemos avanzar sobre un tema clave que es la independencia económica de la mujer, su inserción laboral genuina en la producción, en igualdad de oportunidades y condiciones.

Esto está íntimamente relacionado con el proyecto productivo del país, con el desarrollo industrial, agrario, tecnológico y científico necesario para implementar un proyecto nacional. El avance de las mujeres históricamente se dio en estos contextos. En el mundo, en el marco de cambios sociales como lo fueron la revolución socialista en Rusia y China, por ejemplo, las mujeres avanzaron enormemente en derechos; y en Argentina durante el gobierno de Perón, el gran desarrollo industrial, la nacionalización de empresas y la creación de otras por parte del Estado, claves para nuestra soberanía, abrieron fuentes de trabajo genuino para miles de mujeres en diversas ramas, acompañadas de derechos laborales importantes.

El gobierno del Frente Todos debe retomar ese camino, para instalar la justicia social a través de la dignidad del trabajo, la creación de empresas, que redunde en mayor riqueza a las arcas nacionales. Sólo en ese camino las mujeres, junto al pueblo, podremos avanzar en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.

 

Escribe Perla Welner