Luego de las reñidas elecciones en Estados Unidos, Joe Biden, candidato del Partido Demócrata, sacó una ventaja de solo cuatro millones de votos en el total del país, pero con una diferencia de decenas de miles en estados claves.
Donald Trump, actual presidente, se negó a aceptar la derrota y denunció un fraude. Fue la elección con mayor participación en la historia de EEUU, lo que expresa la profundidad de la lucha política que atraviesa el país. Muchos negros, latinos y jóvenes que tradicionalmente no participaban en las elecciones ahora lo hicieron.
Trump hizo una buena elección legislativa. Mantuvo la mayoría en el Senado y avanzó en Diputados. Al día siguiente de la elección echó al jefe del Pentágono, quien se había negado a sacar las tropas a la calle durante las protestas sociales. La situación política y social es de gran inestabilidad.
Hay una fractura entre distintos sectores de monopolios y de las clases dominantes que apoyaron a uno u otro candidato. Por otro lado la tensión racial contra los negros y la persecución fascista contra inmigrantes latinos se mantiene, con la excepción del Estado de Florida, donde predominan los descendientes de cubanos emigrados y ahora también los venezolanos.
Esta inestabilidad también se expresa en la política exterior. Si bien la mayoría de países aliados a EEUU reconocieron a Biden como ganador, rivales imperialistas como China y Rusia demoraron en hacerlo. Bolsonaro declaró que “estaba listo para usar la pólvora” si el gobierno de Biden avanzaba sobre la Amazonia.
Por otra parte, Trump confía en la Suprema Corte, aunque las autoridades electorales son de cada Estado. El 13 de noviembre Trump hizo una conferencia de prensa sin aceptar preguntas, anunciando la vacunación masiva de la población contra el Covid, como si fuera a seguir en el cargo. El 14 hubo una gran manifestación en Washington de sus seguidores volviendo a alegar fraude. La situación sigue abierta.
Hoy N° 1841 18/11/2020
