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09 de diciembre de 2020

Distinciones importantes en el camino revolucionario

¿Unirse o golpear juntos?

Los maoístas hemos aprendido, en una práctica de más de 50 años de lucha revolucionaria, la necesidad de diferenciar con qué sectores sociales se puede unir la clase obrera y el pueblo, y con quiénes golpear juntos y marchar separados, en cada momento de nuestra historia.

Esto tiene como base reconocer que nuestra Argentina, tal como se forjó en el siglo 19 y hasta hoy, siempre ha estado en disputa por distintas potencias imperialistas, que tienen sus asociados locales entre la oligarquía terrateniente, la burguesía intermediaria y los sectores reaccionarios.

Por eso no consideramos, ni a la oligarquía ni a la burguesía intermediaria como un solo bloque, ya que tienen distintos comportamientos políticos de acuerdo a si están asociados a los yanquis, a los chinos, a los rusos, a los ingleses o a otra potencia.

Nuestro querido camarada Otto Vargas, secretario general del PCR desde su fundación hasta su fallecimiento en 2019, analizando en concreto esta táctica en tiempos de la dictadura videlista, con el enfrentamiento entre el socialimperialismo ruso y el imperialismo yanqui bajo el gobierno de James Carter, decía: “de acuerdo al momento político concreto, es posible golpear juntos o neutralizar a sectores de burguesía intermediaria de imperialismos que no son los dominantes. Desde ya que la política de apoyarse en un imperialismo para combatir al otro está harto demostrado que lleva al desastre. En la Argentina por lo menos ha sido comprobado así históricamente. Pero eso no quiere decir que no se puedan aprovechar las contradicciones interimperialistas. Esta es otra precisión que nosotros hicimos cuando allá avanzado nuestro proceso, arribamos al maoísmo” (¿Ha muerto el comunismo? El maoísmo en la Argentina, págs. 55-56).

Este recorrido lo sintetizamos en el Programa de nuestro 12 Congreso: Por ser la Argentina un país dependiente disputado por varios imperialismos, en ocasiones hemos tenido y tendremos que golpear juntos con fuerzas que estratégicamente son enemigas para enfrentar aquellas que constituyen el enemigo más peligroso y el sostén principal de la política reaccionaria” (pág. 118).

Esta diferenciación de sectores con los cuáles el proletariado puede unirse, y con los que puede golpear juntos en determinadas circunstancias, también vale para la burguesía nacional, a la que tampoco consideramos como un bloque sin fisuras.

Porque la burguesía nacional en un país dependiente como el nuestro es “una clase de doble carácter: por un lado es oprimida por el imperialismo y por el otro es contraria a la clase obrera”.

Y agregamos en nuestro Programa “La política del proletariado hacia ella, en esta etapa de la revolución, es de unidad y lucha (nos unimos con ella cuando enfrenta al imperialismo y luchamos contra ella cuando se alía con él o ataca a la clase obrera) y apunta a su neutralización como clase. Esto implica una política activa para ganar a un sector de la burguesía nacional (los sectores patrióticos y democráticos), neutralizar con concesiones a otro sector, y atacar a la capa superior, al sector que se alía con el enemigo. Para juzgar a los distintos sectores de la burguesía nacional tenemos en cuenta sus características económicas, pero partimos siempre de su actitud política frente al imperialismo: ¿lo enfrenta, forcejea con él, o se subordina?” (pág. 121).

Esta distinción, que pone sumamente nerviosos a los que siguen concepciones trotskizantes, ha sido y es de gran utilidad a las fuerzas clasistas y revolucionarias de nuestro país. Porque si el objetivo es una revolución de liberación nacional, tenemos que unir a todos los sectores interesados en esta salida de fondo a los problemas que genera el atraso y la dependencia.

Con esta orientación general, y teniendo en cuenta los intereses de la clase obrera y las masas explotadas, encaramos la lucha a fondo contra el gobierno de Macri, y desarrollamos un camino de unidad con otras organizaciones y sectores, tanto en la calle como en las urnas.

Así, como parte del Frente de Todos, llegamos al triunfo del gobierno de Alberto Fernández que está cumpliendo un año en estos días. También dijimos desde el comienzo que seguíamos integrando el Frente de Todos, con nuestras posiciones, pero no éramos parte del gobierno.

Defendemos esta diferenciación entre con quién golpear juntos en determinados momentos, y con quién unirnos, porque mantenemos nuestros objetivos revolucionarios. Si se nos corren estos objetivos cambia todo.

Si el objetivo pasa a ser “acumular espacios de poder en el Estado”, o un camino de acumulación parlamentario porque la revolución es un lindo sueño de otras épocas, pero imposible hoy, cambiará toda nuestra política de alianzas. Algunos de los que golpeamos juntos pasarán a ser nuestros aliados, y a muchos de nuestros aliados los pondremos en la “vereda de enfrente”.

Esta es una gran enseñanza de las revoluciones triunfantes, y de nuestra propia práctica en casi 53 años de lucha para forjar un Partido que sea vanguardia real de las clases y sectores interesados en la revolución.

 

Hoy N° 1844 09/12/2020