El pueblo guatemalteco salió a las calles para pedir la renuncia del presidente Alejandro Giammattei el 21/11, después de que el Congreso aprobara un presupuesto que hambrea al pueblo, reduce gastos en salud y para la lucha contra la pobreza, y beneficia a concesionarios privados (ver hoy 1843). El pueblo logró que el Congreso diera marcha atrás con esa sanción. Pero el pueblo va por más, quiere terminar con la corrupción enquistada en todos los poderes que conforman el gobierno.
El sábado 28/11 se reprodujeron las movilizaciones, que se denominaron “la revolución de los frijoleros” (el frijol es el poroto negro, principal alimento del pueblo en Centroamérica y sur de México), transformando en su contrario al insulto vertido por Rubén Barrios, diputado conservador, que los llamó «comelones de frijoles». Tomando más fuerza, y reconociendo su pertenencia de clase, los manifestantes gritaban «presidente fascista, vos sos el terrorista», mientras que en las redes sociales se popularizaba la frase #frijolerosunidos. Se podían leer consignas como «El pueblo no debería tener miedo a sus gobiernos, los gobiernos deberían tener miedo a su gente», o “No nos mata el coronavirus, nos mata la corrupción del gobierno”.
Se sumó la consigna para que renuncie el ministro de Gobernación, uno de los principales responsables de la brutal represión a las manifestaciones. Otro de los reclamos democráticos es la elección de jueces para cortes que tratan temas de corrupción. Hace más de un año que el Congreso no elige cortes argumentando que hay otros temas de interés.
Continuando la lucha popular, el sábado 5 de diciembre siguieron las movilizaciones con integrantes de movimientos estudiantiles, de mujeres y organizaciones de pueblos originarios. Reclaman una Asamblea Constituyente para reformar el Estado (es importante recordar la inmensa victoria lograda por el pueblo chileno en este sentido, con la participación masiva e histórica en el referéndum que aprobó realizar una Asamblea Constituyente para reformar la constitución aprobada por Pinochet, aún vigente en Chile).
En los discursos pronunciaron: “el problema no es el presupuesto, sino el sistema excluyente, racista y patriarcal” en el que viven los 16 millones de guatemaltecos, el 59 por ciento de ellos bajo el umbral de la pobreza. Los estudiantes, desafiantes, escribieron “Guate sin miedo” frente a la sede de gobierno, mientras todos cantaban “El pueblo, presente, no tiene presidente”.
El 9/12 se realizaron diversos cortes de ruta en toda Guatemala, principalmente protagonizados por pueblos originarios.
El presidente Giammattei, que lleva sólo 11 meses en el cargo, pidió la intervención de la OEA argumentando que las protestas eran de grupos minoritarios que intentaban darle un golpe de estado. En defensa del pueblo, organizaciones sociales formaron la Alianza por las Reformas y denunciaron que en Guatemala la violencia la ejerce el Estado y añadieron que «la población no quiere tomar el poder por la fuerza, sino que lo único que anhela es que se respeten sus derechos, que se detenga la corrupción y criminalidad incrustada en los tres poderes del Estado». La Premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú Tum, guatemalteca, perteneciente al pueblo maya quinché, se expresó también en este sentido.
Hoy N° 1845 16/12/2020