El 85% de nuestra matriz energética está basada en petróleo y gas. Es decir, la electricidad, el transporte, la industria y el uso domiciliario dependen de esta energía primaria. Esta matriz energética está compuesta en un 54% del gas, y en un 31% del petróleo.
El gas natural representa el 60 % de la generación de energía eléctrica. Alimenta los hornos de la industria, garantiza la calefacción y el calor para cocinar en los hogares a más del 50% de la población de nuestro país.
El precio del gas natural en boca de pozo, pagado a las operadoras de área, y el precio por importar el gas natural licuado (GNL), inciden en la vida y la economía nacional. Son hoy, la base para determinar la política de tarifas de electricidad y de gas y los subsidios erogados por el Estado, según los porcentajes trasladados al consumidor final.
En el transporte de cargas y personas es ampliamente predominante el combustible en base a petróleo (naftas y diesel). Del petróleo, que consumimos como energía primaria, el 70% es para la elaboración de combustible. El precio en el surtidor es otro de los elementos que inciden en la base de nuestra economía.
Estos hidrocarburos son también parte de las materias primas de la industria química y petroquímica, para la elaboración de fertilizantes y múltiples productos usados en la vida cotidiana, en la industria farmacéutica, de la construcción, del automóvil, del calzado, electrodomésticos, textil, agroquímicos, etc.
A la vez, los combustibles son parte indisoluble de nuestra defensa nacional. La falta de soberanía sobre nuestros hidrocarburos y combustibles fue justamente el hecho que hizo juramentar al General E. Mosconi para cambiar esa situación extorsiva de las compañías petroleras extranjeras, y que determinó la creación de YPF en 1922.
Por lo que el petróleo y el gas siguen siendo un recurso estratégico para garantizar el desarrollo de nuestra economía, para impulsar nuestro desarrollo industrial y para garantizar el acceso de la energía a nuestro pueblo.
Son recursos no renovables y limitados, que tienen asociados una enorme renta. Son recursos que necesitamos controlar para que nos ayuden a garantizar, de forma sostenible y de bajo costo, la energía para nuestra economía y el acceso a su uso por la mayoría de la población como un derecho ineludible. Su control nos debe permitir una transición energética justa y un estricto control que minimice el impacto ambiental.
La energía es una palanca clave para la independencia nacional y para el desarrollo industrial autónomo. La soberanía energética y el autoabastecimiento son objetivos a cumplir en este camino.
Las reservas
Somos un país con grandes recursos de petróleo y gas. Según datos de 2018, Argentina tiene reservas comprobadas de gas por 372 miles de millones de m3 y petróleo por 395 millones de m3 (Consolidación de reservas de gas y petróleo. Reporte anual Secretaría de Energía).
Vaca Muerta es una formación geológica con un gran potencial de gas y petróleo. Según el informe, elaborado por la EIA (Agencia de información energética de EEUU), Argentina poseería 802 trillones de pies cúbicos (TCF) de recurso “técnicamente recuperables” gas natural y 27.000 millones de barriles de petróleo (equivalente a 4293 millones de m3). Esto representaría, respectivamente, 58 y 11 veces (gas y petróleo) de las reservas probadas actuales.
Por ello, Argentina actualmente se posiciona segundo, después de China, en la lista de los países con mayores recursos «técnicamente recuperables» de shale gas o gas de esquisto del mundo.
La visión de las petroleras sobre Vaca Muerta
Por ahora, el rol que le asignaron a Vaca Muerta las grandes corporaciones petroleras, en particular de origen yanqui, es la caracterización como “Reserva estratégica”. Es por esto que tomaron la decisión de poner los pies arriba de los yacimientos. De este modo, lograron concesiones con plazos de 35 años y desarrollaron programas pilotos para estudiar la “roca madre”. Algunas de estas empresas se asociaron a YPF -como Chevron en Loma Campana- y le dejaron, a la empresa de mayoría estatal, los principales costos de la curva de aprendizaje. Estas corporaciones tienen en carpeta desarrollos, que si se concretan, podrían duplicar la producción actual de petróleo anual y lo harían con el objetivo de exportar petróleo crudo. Planes de estas características tienen actualmente Chevron y Exxon, y la propia YPF SA los está impulsando.
Cambios en el mundo en materia de energía
Esto que venimos describiendo se da en el marco de grandes cambios que se empiezan a producir en materia de energía a nivel mundial. La situación del calentamiento global (por la emisión excesiva de gases de efecto invernadero como el CO2, generada por la quema de carbón, petróleo y gas), amenaza -de no revertirse su tendencia- con traer consecuencias de gravedad para el desarrollo de la especie humana y la biodiversidad del planeta.
Los principales emisores de CO2 son China y EEUU: Los acuerdos alcanzados internacionalmente como el Acuerdo de París plantean como objetivo limitar el calentamiento mundial por debajo de 2°, en comparación con los niveles preindustriales. Para alcanzar este objetivo de temperatura a largo plazo, se propone lo antes posible reducir al máximo las emisiones de gases de efecto invernadero para lograr un planeta con clima neutro para mediados de siglo (2050). De lograrse, implicaría una baja sustancial del consumo de los hidrocarburos como energía primaria en los próximos 30 años. La AIE (agencia estadounidense) en su informe de mayo del 2021 detalla una revisión de la oferta y la demanda de energía mediante la cual, la demanda de carbón se hundiría en un 90%, la demanda de gas se reduciría a la mitad y la demanda de petróleo se reduciría casi un 75% para 2050.
Luego de que Trump retirara a EEUU de los compromisos alcanzados en París, el nuevo presidente Biden, en su asunción, ratificó la posición de EEUU de cumplir con las metas comprometidas y realizar una gran inversión en energías renovables. Ahora se sumó a ello China; el presidente de ese país Xi Jinping planteó en Naciones Unidas que se comprometen a alcanzar la neutralidad de carbono para el 2060 y una “revolución verde”. Varios estados europeos empiezan a incorporar restricciones muy importantes a la venta de autos a combustión con emisión de C02 para el 2025. En la industria automotriz se ve una clara renovación tecnológica con la incorporación de autos eléctricos (electromovilidad), híbridos (combustión y eléctrico) e incipientemente con la utilización del hidrógeno. Por todo esto, las principales compañías petroleras han empezado a destinar fondos al desarrollo de las energías renovables, en una nueva disputa por el control de las energías del futuro (solar, eólica e hidrógeno) y también del desarrollo de centrales atómicas. Asimismo, el litio se ha convertido en un material estratégico por ser el principal elemento en la fabricación de las baterías (para la acumulación de energía).
En conclusión, debe resaltarse que las próximas décadas serán de profundos cambios y disputas en materia de energía y serán atravesadas por lo que ya puede denominarse “transición energética”.
Hoy N° 1881 15/09/2021