Esta nota también podría titularse “A confesión de parte relevo de prueba”. Eso es lo que se desprende de las declaraciones que realiza el inefable Carlos Heller al diario La Capital, de Rosario, el día 7 de marzo de este año. Entrevistado por Rodolfo Montes, la nota –una verdadera perla– se titula “Heller arma una nueva ley de entidades financieras a pedido del kirchnerismo”. El periodista expresa en la introducción que el banquero (otrora afiliado público del PC) “convino con Néstor Kirchner trabajar en el proyecto de una nueva ley de entidades financieras que reemplace a la vigente, una creación de la junta militar de 1977…”
Para Montes –que desde La Capital se ubica contra la rebelión agraria y de los pueblos del interior que conmueve al país– la “ley” (recordemos que los asesinos tenían la llamada CAL, Comisión de Asesoramiento Legislativo) fue una “creación” de la “junta militar de 1977”. ¡Qué lindo! En el lenguaje de Montes el decreto de facto es “ley”, la imposición a sangre y fuego es “creación” y la dictadura fascista es “la junta militar de 1977”.
Pero el periodista necesita aplicar a las palabras esa dosis de anestesia en vista al contenido de lo declarado por Heller, el banquero “solidario”. Lo que sigue es textual:
“Periodista: ¿Qué se propuso la junta militar con la ley de Entidades Financieras en el 77?
Heller: Eliminar el concepto cooperativo. Decía que las entidades financieras debían estar en manos exclusivas de las sociedades anónimas.
Periodista (contento): Pero las cooperativas de créditos, recicladas, sobrevivieron.
Heller (sin sonrojarse): Dimos una pelea pública, sacando solicitadas en los medios de comunicación de la época, pidiendo no ser borrados del mapa. Y lo logramos, mediante una negociación política (en negritas resaltado por quien esto escribe). Mediante un proceso complejo debimos transformarnos en bancos, pero logramos mantener la figura del banco cooperativo sin fines de lucro (sí, no se rían, lo dijo)”.
Dejemos de lado que para entrevistador y entrevistado la desaparición de las cajas de crédito se presenta como “reciclaje” y “sobrevivientes”, lo grave, lo verdaderamente grave es que Heller confiesa muy suelto de cuerpo que en la Argentina de 1977 donde se torturaba, chupaba, asesinaba, desaparecían luchadores y se apropiaban niños, él –se ve que junto con otros– negociaba políticamente con los dictadores. “Lo logramos”, se jacta. También nos enteramos que en las condiciones del terror, él y su grupo podían dar “peleas públicas y sacar solicitadas en los diarios de la época pidiendo no ser borrados del mapa” Es lamentable la referencia, pero otros sí eran borrados del mapa.
La nota sigue con otras afirmaciones tales como “Kirchner me vio en la tele y me llamó. Fui a Olivos y esa misma tarde quedó plasmado el acuerdo”. Claro, Kircher conoce el asunto, si no que lo digan Brito, Esquenazi…
Para el final, Heller hace una reflexión que da para anotarla: “La astucia en política es producir los cambios cuando se encuentran las condiciones políticas necesarias, y no vivir en estado de confrontación permanente”. ¿Lo dirá por su “negociación con la junta militar de 1977”?
Jueves 2 de Abril de 2009. Buenos Aires nos regala una mañana de lluvia. Este cronista camina por las veredas y lee en grandes carteles electorales “Carlos Heller. Este sí resiste un archivo”. Me detengo, lo miro. Y me sale el grito, qué quieren… ¡Qué caradura!
02 de octubre de 2010