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12 de enero de 2022

103 años del primer boceto revolucionario

La semana de enero de 1919

Desde 1917, con grandes huelgas como la de los obreros ferroviarios, de la carne, azucareros tucumanos, etc., un nuevo período de auge sacude a la Argentina. Esta oleada de luchas obreras alcanzó su pico más alto en la segunda semana de enero de 1919, a partir del día 7. La lucha por salario, condiciones y tiempo de trabajo de los ochocientos obreros de los Talleres Vasena fue reprimida violentamente por la policía, dejando un saldo de cuatro muertos y treinta heridos. Esta represión puso en pie a los trabajadores y el pueblo de Buenos Aires y Avellaneda.

Los paros y marchas espontáneos se extendieron rápidamente, obligando a la FORA del 9º Congreso a llamar a la huelga general, cosa que ya había hecho la FORA del 5º Congreso. La huelga se extendió a todo el país. Grandes masas se plegaron al paro y protagonizaron numerosas movilizaciones y enfrentamientos con las fuerzas represivas. Se bocetaron soviets (consejos de delegados obreros y de soldados). El alcance y profundidad de estos combates marcó un hito en la historia del movimiento obrero y la lucha revolucionaria en nuestro país. Las doscientas mil personas que acompañaban los restos de los obreros asesinados son tiroteadas por la policía. Las masas enfrentan, rebalsan a las fuerzas policiales y la sublevación se extiende. Se generalizan las barricadas, asaltos de armerías, tomas de algunas comisarías, etc., y durante un corto tiempo el pueblo se transforma en dueño de gran parte de la ciudad.

El gobierno de Yrigoyen reprimió sangrientamente la sublevación popular. El ejército entró en la ciudad; se arman grupos civiles de la oligarquía que asaltan locales e imprentas obreras y realizan verdaderas “razzias” en los barrios obreros con un saldo de entre ochocientos y mil quinientos muertos –según las fuentes diplomáticas de la época– y más de cuatro mil heridos, incluyendo mujeres, ancianos y niños. Genocidio sólo comparable a los de Rosas y Roca contra los originarios, que pasará a la historia oficial con el nombre de Semana Trágica.

Pese a la masacre, los ecos del levantamiento obrero y popular de la Semana de Enero de 1919 llegan hasta los más apartados rincones, conmoviendo a los explotados y a los explotadores de esos verdaderos imperios latifundistas del norte y del sur argentinos. Ejemplos de esto son las históricas huelgas de los hacheros alzados contra La Forestal y la rebelión de los obreros rurales y campesinos pobres en la Patagonia, en 1920 y 1921, donde los obreros implantaron comunidades autoadministradas, con su propia autodefensa y servicio sanitario y organizaron grupos móviles armados. Fueron, también, sangrientamente reprimidas por el ejército enviado por Yrigoyen en apoyo de la oligarquía. La matanza de Santa Cruz superó en alevosía y en el número de muertos a la Semana de Enero, con resultados mucho más catastróficos para la provincia, pues reforzó allí la dictadura omnímoda de los latifundistas e imperialistas.

La oligarquía aplastó sangrientamente estas luchas. Pero ese río de sangre dividió las aguas de la lucha de clases en la Argentina, creando nuevas condiciones para la maduración de la conciencia revolucionaria.

Es importante analizar la actitud política, las posiciones y las reflexiones de las organizaciones sindicales y políticas que por ese entonces, desde la oposición al gobierno de Yrigoyen, disputaban la dirección del movimiento obrero.

En la Semana de Enero de 1919, solo la FORA del 5º Congreso, anarco-comunista, impulsó la huelga general revolucionaria. La dirección del Partido Socialista, aunque crítica del gobierno de Yrigoyen, consideró “infaustos” los hechos proponiendo la vuelta al trabajo. La FORA del 9º Congreso, sindicalista, en principio trató de que el paro se limite a la rama metalúrgica y a la solidaridad. No convocó a la huelga general y, después, llamó a levantar el paro. El Partido Socialista Internacional, luego Partido Comunista, denunció la represión, pero adhirió a la declaración de la FORA del 9º Congreso. Las mismas posiciones se mantuvieron en las huelgas de La Forestal y la Patagonia.

En estas impresionantes huelgas, las masas enfrentaron la represión de las fuerzas oligárquicas con un elevado grado de violencia, dejando enseñanzas que aún hoy tienen vigencia. Sin embargo tanto el Partido Socialista como el Partido Comunista le dieron la espalda a la lucha violenta del proletariado. El PS por oponerse, el PC por ignorarlas. Desde nuestro punto de vista los hechos mostraron hasta dónde podía llegar el movimiento obrero encabezado y dirigido por los sectores más avanzados del anarquismo. Estos, por sus concepciones dejaron librado a la lucha espontánea de las masas la destrucción del Estado oligárquico. Carecieron de una línea que hiciera posible el avance de la lucha revolucionaria en la Argentina.

Sobre el levantamiento de la Semana de Enero de 1919 y su prolongación en huelgas como las de la Forestal y la Patagonia debe decirse que:

1º) Constituyeron el primer boceto revolucionario. Este primer boceto insurreccional mostró que el proletariado tenía fuerza y capacidad (aun en las condiciones descriptas) para hegemonizar al conjunto del pueblo y hacer temblar las clases dominantes. Esto es lo fundamental. Cincuenta años después, en nuevas y superiores circunstancias, el Cordobazo y otras puebladas de la década de 1970 volvieron a bocetar el camino de la revolución Argentina. Las enseñanzas de estas rebeliones, para nuestra línea insurreccional, son de gran importancia así como las que surgen del Argentinazo de 2001 y la rebelión agraria de 2008.

2º) Sin embargo, como se manifestó en medio de la huelga de enero de 1919, hubo errores que facilitaron el aislamiento del proletariado y su represión sangrienta:

  1. a) El insuficiente apoyo campesino y el corte de abastecimiento de alimentos que llegaban desde el campo puso en evidencia la necesidad de la alianza obrera-campesina.
  2. b) La falta de una comprensión de la cuestión nacional en un país dependiente como el nuestro facilitó que el gobierno instrumentara falsas banderas patrióticas para dividir al movimiento y aplastar las luchas.
  3. c) Se plegaron a la huelga obreros y empleados que trabajaban en los arsenales militares. Había descontento de los soldados y suboficiales de la 2ª División del Ejército de Campo de Mayo, muchos de ellos organizados. Pese a esto, el infantilismo antimilitarista que predominaba en los sectores reformistas impidió una línea de trabajo más amplia sobre las Fuerzas Armadas, que en el curso del enfrentamiento ganase a una parte y neutralizara a otra para crear una correlación de fuerzas que permitiera derrotar a los sectores más recalcitrantes de las mismas.
  4. d) Las concepciones espontaneístas del anarquismo impidieron la existencia de un plan y de la preparación militar que posibilitara al proletariado y las masas populares crear una situación revolucionaria directa.

3º) En este proceso la clase obrera hizo por primera vez sus deberes en borrador. Como tal debió ser estudiado por los marxistas-leninistas (así como Marx hizo con la Comuna de París y nuestro PCR lo hizo con el histórico Cordobazo y las puebladas posteriores de la década de 1990, el Argentinazo de 2001 y la rebelión agraria de 2008).

El Partido Comunista, por sus insuficiencias teóricas, sus concepciones erróneas y su profunda desconfianza en el potencial revolucionario del proletariado argentino, no hizo autocrítica sobre sus posiciones ni extrajo enseñanzas correctas de estas impresionantes luchas. Por lo tanto, no pudo desarrollar una línea de hegemonía proletaria ni afirmar el camino armado para el triunfo de la revolución en la Argentina.

Por su parte, la actitud del yrigoyenismo grafica el doble carácter de la burguesía nacional, que por un lado forcejea y por el otro concilia con el imperialismo y la oligarquía terrateniente. Y si bien hace concesiones al movimiento obrero y popular, para tratar de mantenerlo bajo su égida, temerosa del desborde, reprime violentamente las luchas que se salen de su control.

La experiencia del yrigoyenismo en el gobierno mostró, en definitiva, el fracaso del camino reformista para resolver las tareas agrarias y antiimperialistas. Su conciliación, particularmente con los grandes terratenientes ganaderos, facilitó la recuperación de posiciones por parte de la oligarquía y el imperialismo, que pasaron a predominar abiertamente con el gobierno de Alvear, de 1922 a 1928.

(Del Programa del PCR de Argentina, Doce Congreso Nacional, junio de 2013).

 

Hoy N° 1896  12/01/2022