El imperialismo
Frente a la aparición de la pandemia de Covid 19 tuvimos que sufrir, además, una campaña ideológica de pretendidos sociólogos, politólogos, opinólogos o simplemente charlatanes, que nos decían que de tanto sufrimiento iba a surgir una nueva sociedad internacional más humana y más igualitaria.
La realidad no puede ser más terca.
Las bombas cayendo sobre las ciudades de Ucrania y el ejército ruso (superior 10 a 1 frente a las tropas ucranianas) aplastando a combatientes y civiles, vuelven a demostrar por enésima vez que el capitalismo devenido en imperialismo, solo puede sostenerse en la superexplotación, el saqueo de los recursos de los países dependientes, la intromisión en la autodeterminación de los pueblos, las guerras parciales y finalmente en la guerra abierta por el dominio del mundo.
Porque no hay capitalismo salvaje y capitalismo comprensivo. No hay países imperialistas malos y países imperialistas “amigos de los pueblos”.
La esencia del capitalismo imperialista es la competencia. El que se queda atrás en la explotación de sus pueblos y de los países que puede dominar incluso militarmente, es sobrepasado por la ley del más fuerte.
Y esa es la causa que originó las primeras guerras mundiales y empuja peligrosamente a un nuevo abismo hoy. No la “maldad de los hombres”.
Rusia
Derrotados los revolucionarios rusos y sepultada la lucha por el socialismo y el comunismo alrededor de 1956, los dirigentes revisionistas iniciaron la construcción de un nuevo imperialismo.
Hace 54 años, el recién fundado Partido Comunista Revolucionario se enfrentó a una situación parecida a la actual. El ejército ruso aplastaba con sus tanques al pueblo sublevado de Checoeslovaquia. Se justificaba el ataque, como hoy, aludiendo al enfrentamiento entre los EEUU y la Unión Soviética.
Nosotros, también como hoy, repudiamos esa invasión, a pesar de que iba encabezada por la bandera roja con la que la Unión Soviética había enfrentado y derrotado a los ejércitos hitlerianos. Pero resultaba que los tanques que no tenían los pueblos que enfrentaban a los yanquis, como los heroicos combatientes vietnamitas, se usaban para aplastar a un pueblo y una nación.
La única diferencia es que ahora se aplasta al pueblo ucraniano no con la bandera roja, que Putin y otros enterraron para siempre, sino con la bandera del reaccionario y podrido imperio zarista derrotado por la Revolución de Octubre.
Ayer, el partido estaba principalmente orientado hacia la lucha antiyanqui y pugnaba por la unidad latinoamericana contra ese enemigo principal, pero tuvimos que repudiar también como hoy los crímenes del que llamamos “socialimperialismo” ruso. Hoy sin la máscara del “socialismo”.
Y tuvimos razón. El atropello a las naciones le costó caro a los dirigentes rusos que vieron estallar en mil pedazos la todavía llamada Unión Soviética. Abandonaron hasta los símbolos e iniciaron un camino de provocaciones y guerras.
En nuestro país fueron uno de los sostenes principales de la dictadura asesina de Videla-Viola. Condecoraron a los máximos carniceros del ejército argentino y vetaron toda condena internacional a sus crímenes. En pleno clima golpista contra el gobierno peronista en 1975, orientaron a las fuerzas que subordinaban en el país, a plantear la constitución de un “gobierno cívico- militar”.
Y en el mundo multiplicaron su política de agresión. Para mencionar solo las últimas agresiones armadas: en Chechenia (2000) y (2009), en Georgia (2008), Crimea (2014 y posterior anexión), en Siria desde el 2015 pretextando el combate al “terrorismo”, en Azerbaiyán. Kazajistán y Belarus…
Una intensa campaña
Se está desarrollando una intensa campaña política e ideológica tendiente a aceptar los crímenes en Ucrania en nombre del enfrentamiento con los EEUU. Pero no vemos que Rusia ataque a ninguna de las tantas bases de la OTAN en Europa y a ningún militar yanqui, sino que usa sus fuerzas armadas para someter y anexar un país lleno de cereales y de gas. Y por otro lado se observa una gran parte de los hombres y las mujeres ucranianas que quieren ser independientes y están luchando con mucha firmeza para lograrlo frente a un enemigo inmenso y despiadado.
Que ahora amenaza con usar su arsenal atómico.
EEUU y la OTAN
El imperialismo yanqui es hoy la principal superpotencia económica (aunque seguida muy de cerca por China) y la principal potencia militar. Oprime a pueblos de todo el continente. Con su alianza militar principal, la OTAN, tiene bases en todo el planeta.
A pesar de una gran ofensiva, en las calles y en las urnas, de los pueblos y fuerzas progresistas y de izquierda que viene creciendo en América Latina y que acorrala al imperialismo yanqui, sigue siendo todavía el enemigo principal en el continente y en nuestro país. Como OTAN (Reino Unido) mantiene ocupado una porción estratégica del país; las islas Malvinas y los mares adyacentes.
En ese panorama, el inefable gobernador Perotti, acaba de entregar la preparación de nuestras corruptas fuerzas policiales, nada menos que a la DEA, o sea a la CIA yanqui.
China
Este predominio se realiza en una disputa cada vez más grande con las inversiones, el comercio y la diplomacia de China, la otra gran potencia que tiene tentáculos en todos los continentes y avanza con una iniciativa de supremacía que tiene un nombre dulce y seductor: la Ruta de la Seda. Ha obtenido ya una base militar en nuestro país, para que no nos falte nadie. Y seamos teatro de operaciones de cualquier guerra entre los imperialismos.
Así como los chinos presionan con sus empresas y bancos radicados en el país y sobre todo por ser los principales compradores de nuestras exportaciones primarizadas, los EEUU presionan con su peso interno en empresas y puertos, pero además, en lo financiero y lo político a través del Fondo Monetario Internacional y demás tenedores de una deuda odiosa e impagable. Para lo que cuentan, con una legión de servidores disfrazados de “pragmáticos”.
Como los revolucionarios de Mayo, como en la Guerra de Malvinas, nuestros amigos no son ni EEUU, ni China, ni Rusia, las superpotencias que nos oprimen, explotan nuestros recursos y humillan nuestra soberanía, sino los pueblos del mundo, en primer lugar los pueblos latinoamericanos con los que nos une una común historia de lucha por la independencia y la autonomía.
Un escarmiento
Estamos desarrollando una ofensiva, que recién comienza, contra el humillante acuerdo del Gobierno con el FMI, que ofende nuestra soberanía y hunde al país por los próximos 30 años como mínimo. Agrava el hambre, la desocupación y la miseria.
Los yanquis, y sectores del macrismo, quieren hacer con el acuerdo, un escarmiento contra una Argentina que supo tener un desarrollo nacional y fue decisiva para destrozar el ALCA. Y para frenar la ola antiyanqui en América. Pero eso ha desatado un gran debate en todas las fuerzas políticas, fundamentalmente en el Frente de Todos.
Es posible con una gran unidad popular derrotar ese acuerdo, ahora o en cada una de las vergonzosas revisiones que nos van a hacer cada tres meses. Como frenamos la reforma previsional de Macri.
Esta lucha, que tiene un jalón en la marcha unitaria multisectorial del jueves 3 de marzo y en la movilización a Buenos Aires cuando sea tratado, se une con la que busca la recuperación de la soberanía de nuestros ríos, de nuestra flota, de nuestras exportaciones… Y con la lucha contra el hambre, la desocupación y la miseria que tienen como origen la dependencia de estos imperialismos y de los terratenientes.
Si esas luchas se unen en un solo clamor, se puede hacer posible lo que necesita el pueblo y la nación argentina.
Llegó el momento en que todos tienen que decidir de qué lado están.
Es difícil, pero vale la pena intentarlo.
El rumbo
Ese rumbo será nuestro aporte principal, el aporte argentino, a la lucha mundial de los pueblos y las naciones contra los imperialismos.
Es el único camino que puede impedir que la voracidad del capital nos lleve a una nueva guerra imperialista y que en caso que se desate pueda lograr que sea la tumba de los que empujaron estos crímenes.
Y secundariamente, solo sobre la base de esta lucha, podremos en algunos casos utilizar las contradicciones entre ellos, como lo hicieron los patriotas de Mayo.
Contra el acuerdo entreguista y ajustador con el FMI.
Solidaridad activa con el pueblo de Ucrania frente a la invasión rusa.
Fuera las bases militares y las tropas de la OTAN y demás imperialismos.
Viva la unidad en la lucha de los pueblos del mundo por su liberación.
Escribe Luis Molinas
Rosario, 27 de febrero de 2022