En 1946, cuando Chiang Kai-shek inició su ofensiva contra nosotros, un buen número de camaradas nuestros y todo el pueblo se preocuparon mucho pensando si podríamos ganar la guerra. Yo, personalmente, también me preocupé. Pero teníamos una firme convicción.
En ese tiempo, llegó a Yenán una periodista norteamericana llamada Anna Louise Strong. En una conversación con ella, abordé muchos temas, hablando de Chiang Kai-shek, Hitler, el Japón, los Estados Unidos, la bomba atómica, etc. Dije: Todos los reaccionarios, tenidos por fuertes, no son más que tigres de papel. La razón es que viven divorciados del pueblo. ¡Fíjense! ¿No era Hitler un tigre de papel?, ¿no fue acaso derribado? También dije que el zar de Rusia, el emperador de China y el imperialismo japonés habían sido todos tigres de papel. Como ustedes saben, ellos, en su totalidad, fueron derribados. El imperialismo norteamericano no ha sido derribado aún y, además, posee la bomba atómica. Pero estoy seguro de que también será derribado, pues es igualmente un tigre de papel. Chiang Kai-shek era muy poderoso, tenía un ejército regular de más de cuatro millones de efectivos. En ese momento nosotros nos hallábamos en Yenán. ¿Cuántos habitantes tenía Yenán? Siete mil. ¿Y con cuántos efectivos contábamos? Con novecientos mil guerrilleros, que se encontraban divididos por obra de Chiang Kai-shek en decenas de bases de apoyo. A pesar de ello, afirmamos que Chiang Kai-shek no era más que un tigre de papel y que con toda seguridad lo venceríamos.
En el curso de un largo período, hemos llegado a formarnos este concepto para la lucha contra el enemigo: Estratégicamente, debemos desdeñar a todos nuestros enemigos, mientras que, tácticamente, debemos tomarlos muy en serio. Es decir, al considerar el todo, despreciar al enemigo, pero tenerlo muy en cuenta en cada una de las cuestiones concretas. Si no lo despreciamos al considerar el todo, caeremos en errores de oportunismo. Marx y Engels, no obstante ser dos personas solamente, ya en su tiempo declararon que el capitalismo sería derribado en el mundo entero. Al enfrentar, sin embargo, las cuestiones concretas y a cada enemigo en particular, si no los tomamos muy en serio, cometeremos errores de aventurerismo. En la guerra, las batallas sólo pueden ser dadas una por una y las fuerzas enemigas, aniquiladas parte por parte. Las fábricas sólo pueden construirse una por una y los campesinos, arar la tierra parcela por parcela. Pasa lo mismo incluso con el acto de comer. Desde el punto de vista estratégico, consideramos poca cosa el consumir una comida: Estamos seguros de poder terminarla. Pero, en el proceso concreto de comer, lo hacemos bocado a bocado. No podemos engullir de un solo bocado lo ofrecido en un banquete. Esto se llama solución por partes y, en literatura militar, destruir las Fuerzas enemigas por separado.
Hoy N° 1914 25/05/2022