Siempre pensamos qué haríamos si pasaba tal cosa, o tal otra. Con Hugo nos preparamos para muchas cosas, en distintas situaciones. Pero nunca imaginamos esto que nos está pasando. Que iba a haber un día en que nos dijéramos «Hasta la victoria siempre, camarada».
Nunca nos habíamos preparado para el momento en que vaya a acompañarnos a cada paso su recuerdo. Ese recuerdo que quedó en cada joven con quien se cruzaba y se ponía a resolver lo que hiciera falta. Como aquella noche fría en la que con un grupo de obreros de la fruta que estaban en un corte de ruta, se pusieron a ver cómo convenía ubicar los cajones para enfrentar la represión que vendría en la madrugada.
La noche en la que Hugo murió, recorrimos con su hija varias casas de velatorios. En ninguna había un cajón que pudiera contener su cuerpo. Tampoco hay tamaño físico que pueda contener su corazón.
Porque como decía el Che, Hugo poseía la cualidad más hermosa que debe tener todo revolucionario: sentir en lo más profundo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier lugar del mundo.
Con esa rebeldía revolucionaria iba a cada lugar y a la par de compañeras y compañeros ponía manos a la obra para organizar lo que fuera necesario. Siempre dispuesto para lo que hiciera falta.
Fue así que Hugo llevó adelante tareas de gran compromiso y responsabilidad para el Partido y su dirección.
Se había incorporado a la JCR cuando finalizaba la dictadura.
Para quienes compartimos con él la militancia, su generosa amistad, el íntimo orgullo de ver crecer a su familia, su compromiso comunista, su poderosa valentía, llevaremos su recuerdo, su memoria, a cada rincón en donde estemos luchando por hacer posible un mundo donde haya un futuro justo, libre y soberano para los oprimidos y explotados de nuestra patria.
¡Hasta la victoria siempre, camarada Hugo!
Tus camaradas
Hoy N° 1955 22/03/2023
