En momentos en que en nuestro país las diversas variantes de la derecha reaccionaria buscan cercenar los derechos y conquistas de las y los trabajadores que tantas luchas y tanta sangre han costado en nuestra patria, es bueno recordar los orígenes del Primero de Mayo.
Hace 137 años, en 1886, el 1 de mayo comenzaba una gran huelga general en Estados Unidos, que paralizó centenares de fábricas y en la que hubo gigantescas movilizaciones que muchas veces terminaron en enfrentamientos con la policía y los guardias de seguridad privados al servicio de las patronales. Un volante, que recorrió las fábricas y talleres los días preparatorios de la lucha, explicaba el reclamo central: “ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos dé la gana”.
Los mártires de Chicago
La lucha por la jornada de 8 horas había sido tomada ya como bandera política en 1866, por los obreros en ambas márgenes del Océano Atlántico. Carlos Marx impulsó este punto en congresos obreros en Europa y en Estados Unidos. En este país, a mediados de la década de 1870 se sintieron los efectos de la crisis capitalista de 1873, lo que llevó a una gran superexplotación del movimiento obrero, que venía en crecimiento. Esto llevó a una oleada de huelgas, en las que participaron muchos de los dirigentes obreros exiliados luego de la derrota del primer gobierno obrero, la Comuna de París, en 1871. En ese período los trabajadores se unificaron en la reivindicación de las 8 horas.
El 3 de mayo de 1886 comenzó la sangrienta represión de las clases dominantes yanquis, que alcanzó su mayor barbarie en la ciudad de Chicago. La policía cargó sobre los manifestantes, que respondieron con la organización y los elementos que tenían para ese tipo de movilizaciones, desatándose una batalla con muchos muertos por ambas partes. El 4 de mayo de 1886, el gobierno yanqui montó una provocación con el estallido de una bomba entre las filas policiales, y a partir de este hecho declaró el Estado de Sitio, allanando domicilios y deteniendo a centenares de trabajadores, a los que sometió a juicios fraguados.
Cinco de esos dirigentes fueron condenados a morir ahorcados el 11 de noviembre de 1887: Adolfo Fischer, George Engels, Albert Parsons, Augusto Spies y Louis Lingg. Este último se suicidó la mañana del día de la ejecución. Ellos pasaron a la historia como “Los mártires de Chicago”, que murieron proclamando su convicción en la victoria definitiva de la clase obrera.
Una jornada internacional
A los pocos meses de la muerte de los mártires de Chicago, el Congreso de la Federación Americana del Trabajo (Estados Unidos) decidió organizar una manifestación en todo el país, el 1º de mayo de 1890. Federico Engels, que a la muerte de Marx en 1883 había quedado al frente de los que sostenían los principios revolucionarios del marxismo, tomó esta propuesta y la llevó al Congreso de la Internacional de París en 1889, en el que se creó, con delegaciones de partidos socialistas de Europa y de América, la llamada Segunda Internacional.
Engels propuso que el 1° de mayo del año siguiente, 1890, se realizara una jornada internacional, con manifestaciones en todos los países a la vez, con el reclamo principal de la jornada laboral de ocho horas. Se eligió esa fecha en homenaje a los dirigentes obreros que fueron sentenciados a muerte, los “mártires de Chicago”.
La lucha por la jornada legal de 8 horas, que era una lucha política porque enfrentaba el poder de las clases dominantes, unió a los trabajadores de América y Europa. Por eso Engels pudo escribir el 1º de mayo de 1890, que “hoy el proletariado de Europa y América pasa revista a sus fuerzas, movilizadas por primera vez en un solo ejército, bajo una sola bandera y para un solo objetivo inmediato: la fijación legal de la jornada legal de ocho horas… El espectáculo de hoy demostrará a los capitalistas y a los terratenientes de todos los países que, en efecto, los proletarios de todos los países están unidos. ¡Oh, si Marx estuviese a mi lado para verlo con sus propios ojos!” (Prefacio a la edición de 1890 del Manifiesto del Partido Comunista, de Carlos Marx y Federico Engels).
Así, desde 1890, el 1º de Mayo es el Día Internacional de los Trabajadores, una jornada de unidad y de lucha. Es el día en que la clase obrera de todos los países del mundo pasa revista a sus fuerzas y renueva su compromiso de lucha por la emancipación, hasta poner fin a la explotación del hombre por el hombre. Porque mal que les pese a todos los que teorizaron sobre la desaparición de la clase obrera, es la clase, con todos sus componentes: ocupados, desocupados y jubilados, que puede dirigir el camino revolucionario para acabar con el latifundio y la dependencia en nuestra patria.
El Primero de Mayo en la Argentina
Como dice el Programa de nuestro PCR: “Al calor de importantes movimientos huelguísticos de ferroviarios, albañiles, carpinteros, panaderos, modistas, domésticas, etc., el 1º de Mayo de 1890 se conmemoró en la Argentina, junto a los trabajadores de todo el mundo, con actos en Buenos Aires, Rosario, Chivilcoy y Bahía Blanca en los que participaron más de tres mil personas. Los oradores hicieron sus discursos en castellano, italiano, francés y alemán: ésta era la realidad del movimiento obrero por entonces”.
Imponer la jornada legal de 8 horas, así como el reconocimiento de las organizaciones sindicales, cooperativas, etc., y el derecho a la actividad política de los obreros, costó años de esfuerzos y mucha sangre a los trabajadores de todos los países del mundo.
En esa lucha, también el proletariado argentino aportó con su esfuerzo y su cuota de sangre durante décadas en que sus demandas a los capitalistas, a los terratenientes y al Estado les fueron negadas, sus organizaciones perseguidas, sus manifestaciones reprimidas, su actividad política proscripta.
Sin embargo, venciendo todas las dificultades, el Primero de Mayo fue desde 1890 también en nuestro país una jornada de lucha, en la legalidad o en la clandestinidad, incluso en debate con los sectores que quisieron transformarlo en una “Fiesta del Trabajo”.
Así logró avanzar el proletariado en todo el mundo, dirigiendo grandes revoluciones en el siglo 20, revoluciones como la rusa y la china, que mostraron la posibilidad de una nueva sociedad, con las y los trabajadores en el poder decidiendo, como diría Lenin, qué se produce, cómo se produce y cómo se distribuye lo que se produce.
Con las derrotas del proletariado y la restauración del capitalismo en los ex países socialistas, principalmente primero en Rusia en 1957 y después en China en 1978, se desató una reacción contra el proletariado en todos los países del mundo. En nuestro país, eso coincidió con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 que, asesinando y “desapareciendo” 30.000 personas incluidas centenares de niños, barrió con la mayoría de las conquistas del movimiento obrero argentino arrancadas y mantenidas durante casi un siglo de lucha.
Este 1° de Mayo
Este Primero de Mayo saldremos a las calles de todo el país, peleando la más amplia unidad de las y los trabajadores. Seremos cientos de miles las y los que, junto a las banderas históricas de esta jornada plantearemos todas las reivindicaciones por las que venimos peleando la confluencia en la lucha: las emergencias populares, la defensa de la soberanía nacional y de las libertades democráticas. Vamos a plantar bandera contra el ajuste, por la ruptura del nefasto acuerdo con el FMI y los que tenemos con otras potencias imperialistas, por medidas para que paguen los grandes monopolios y terratenientes que se engordan los bolsillos a costa del pueblo. Y también vamos a reafirmar la necesidad de unirnos en las urnas para cerrarle el paso a la derecha reaccionaria, que quiere volver a gobernar para imponer un hachazo brutal a los derechos de las y los trabajadores y demás sectores populares.
También saldremos a las calles, en esta jornada que nos une con las y los trabajadores de todo el mundo, para reafirmar nuestra solidaridad con la heroica resistencia del pueblo ucraniano, frente a la invasión imperialista rusa. También exigimos que los yanquis y la OTAN saquen sus garras de Ucrania, denunciando a las potencias imperialistas que en su rapiña pueden llevarnos a una guerra mundial, que sólo traerá más sufrimientos a los pueblos. Entendemos esto como parte de la lucha, en nuestro país, en América Latina y en el mundo, contra los imperialistas y por terminar para siempre con toda forma de explotación y opresión.
Porque como decía Rosa Luxemburgo en 1894: “Mientras dure la lucha de los obreros contra la burguesía y la clase dominante, mientras todas las reivindicaciones no hayan sido alcanzadas, el 1° de Mayo continuará siendo la expresión anual de estas reivindicaciones. Y, cuando amanezcan días mejores, cuando la clase obrera del mundo haya ganado su libertad, entonces la humanidad también celebrará, probablemente, el 1° de Mayo en honor a las luchas amargas y los muchos sufrimientos del pasado”.
Foto: Columna de canillitas marchando en la ciudad de Buenos Aires el 1° de Mayo de 1909
Hoy N° 1959 26/04/2023