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13 de septiembre de 2023

13° Congreso del Partido Comunista Revolucionario de la Argentina

La acumulación de fuerzas revolucionarias

Reproducimos extractos del Programa del PCR, aprobado en su 13° Congreso, realizado en octubre del 2022.

Partiendo de nuestra táctica política, que exige precisar el blanco y el enemigo táctico más peligroso en cada momento y definir acertadamente los períodos de auge o reflujo de luchas, la acumulación de fuerzas revolucionarias pasa principalmente por impulsar y encabezar la lucha económica, social, política e ideológica de la clase obrera con una justa línea de frente único político y social y de construcción de Partido.

Con el objetivo de barrer a los enemigos de clase y cambiar la correlación de fuerzas en el movimiento obrero, impulsando los movimientos de recuperación sindical y preparándonos, también, para formas de recuperación “a la salvaje” protagonizadas por las masas y decididas en asamblea; ganando para una línea clasista de hegemonía proletaria de la revolución a los cuerpos de delegados, comisiones internas, sindicatos y CGT regionales, a la dirección de las fábricas recuperadas y a las organizaciones de desocupados y jubilados.

Particularmente trabajamos para ganar los centros de concentración del proletariado industrial y rural, aquellas fábricas o zonas que tradicionalmente han incidido sobre el conjunto del movimiento obrero y popular de cada lugar, jerarquizando a la vez las empresas recuperadas y las asambleas y comisiones de desocupados, jubilados y pensionados, por barrio o localidad, impulsando la elección democrática de delegados con mandatos revocables.

El objetivo principal del Partido es lograr que la clase obrera se coloque en el centro de la política nacional y dirija a las masas populares en la lucha revolucionaria. Para ello lo fundamental es cambiar la correlación de fuerzas en las grandes empresas, las grandes concentraciones de obreros rurales y otros centros estratégicos, para que los cuerpos de delegados sean motor de multisectoriales, comunas populares, etc., para poder convertirse en verdaderos órganos de doble poder en una situación revolucionaria.

Al calor del combate nos proponemos construir fuertes células de Partido para ese objetivo, y para impulsar una corriente comunista revolucionaria de masas en las empresas.

A la vez impulsamos la constitución de agrupaciones de frente único revolucionario de acuerdo a la actual etapa de la revolución, con una amplia línea de masas y teniendo en cuenta, en particular el peso del peronismo en las masas obreras.

Partiendo de las necesidades de las masas explotadas y oprimidas y del momento político apostamos al crecimiento de la CCC como una gran corriente político-sindical de masas, que tiene un programa clasista y combativo. En el seno de ella protagonizamos la lucha y el debate compañeros de los más diversos orígenes políticos. Allí el Partido pugna por profundizar las posiciones antiimperialistas y antiterratenientes hacia una salida revolucionaria. Actúa en los sindicatos que agrupan a la mayoría de los trabajadores, respetando su encuadramiento orgánico en la CGT y en la CTA. Y la CCC tiene su propia organización de desocupados y jubilados fuera de ambas centrales.

Tenemos en cuenta que ha irrumpido en el movimiento obrero una inmensa masa de jóvenes que se van abriendo paso en la lucha y en los cuerpos de delegados, con sus propias características, y que será la gran protagonista de las tormentas sociales y políticas que se avecinan.

Al mismo tiempo, la mayoría del proletariado industrial y rural está encuadrado en la CGT y la mayoría de sus direcciones son peronistas en sus distintas corrientes. La revolución no podrá triunfar sin la participación de esas masas obreras peronistas.

En la situación que se abre, en la lucha por cambiar la correlación de fuerzas en el movimiento obrero, particularmente sus cuerpos de delegados, dirigimos el golpe principal hacia el colaboracionismo con la política del gobierno y las patronales de seguir descargando la crisis sobre la clase obrera y el pueblo.

Enfrentamos la intromisión del Estado y las patronales en las organizaciones sindicales. Al mismo tiempo, rechazamos el paralelismo sindical que empuja la división de los sindicatos por fuera de la decisión de las masas obreras.

Partimos de la base de que la división de la masa obrera de una misma empresa o rama debilita al movimiento obrero y es alentada desde las patronales y el Estado, por lo que defendemos la unidad. A partir de esto, al producirse situaciones concretas de división, los analizamos caso por caso, y las entendemos como situaciones transitorias, en la lucha por la recuperación de la organización que unifique al conjunto de los trabajadores de la empresa o rama.

Asimismo, debemos impulsar la construcción de organizaciones de masas con centro en los Cuerpos de Delegados en todos los demás sectores, y trabajar para dirigirlos. En el campesinado pobre, pueblos originarios, campesinado medio, pequeña burguesía urbana, estudiantes, intelectuales, amas de casa, jóvenes, soldados, ex combatientes y veteranos de Malvinas, y demás sectores populares. Esto exige una justa política de frente único, coordinarlos a escala regional y nacional, apuntando a conformar el bloque histórico de clases que haga posible la revolución en la Argentina.

La lucha por cambiar la correlación de fuerzas para una línea de hegemonía proletaria para la revolución requiere hoy atender a las formas de democracia directa que desde abajo las masas van imponiendo en sus luchas, para que nuestra táctica se inscriba en la orientación estratégica insurreccional del Partido. Sin desdeñar ninguna forma de lucha, debemos estar preparados para los cambios bruscos de la situación política, siempre con el objetivo de que el proletariado esté en condiciones de jugar su rol en una situación revolucionaria.

Los cuerpos de delegados y demás formas organizativas que las masas han ido encontrando en sus luchas, las asambleas populares y las multisectoriales integradas con representantes obreros, campesinos, originarios, cuentapropistas, estudiantiles y de los demás sectores populares pueden transformarse, en una situación revolucionaria, en organismos de doble poder. Estos consejos o comisiones obreras y populares serán la base organizativa del frente único y del gobierno provisional revolucionario, de las milicias y del Ejército Popular Revolucionario.

Toda nuestra lucha, económica, política e ideológica, se subordina y tiene como objetivo estratégico a la revolución democrática-popular, agraria y antiimperialista en marcha ininterrumpida al socialismo. La principal condición para poder avanzar en este camino de acumulación de fuerzas revolucionarias está en el fortalecimiento de las organizaciones de unidad revolucionaria, de unidad antiimperialista y antiterrateniente y en el desarrollo del Partido. El crecimiento y el fortalecimiento del Partido, decisivos para que el proletariado pueda hegemonizar el proceso de auge de luchas hacia un desemboque revolucionario, implica librar una lucha política e ideológica para desarrollar una corriente comunista revolucionaria de masas.

Para todo esto es irremplazable el papel del semanario Hoy, así como avanzar en la publicación de periódicos de empresa y trabajar con la revista Política y Teoría.

Todo esto creará las condiciones para dirigir al conjunto de la clase obrera y para que ésta dirija a las masas en la lucha por la revolución, lo que exige articular correctamente, en cada momento concreto, las diversas formas de lucha y estar preparados para los cambios bruscos de la situación política.

La heroica lucha del pueblo de Cutral Có y Plaza Huincul acompañada de la movilización obrera y popular de Neuquén, la de Mosconi-Tartagal, y la de Libertador y el Jujeñazo, los cortes prolongados en La Matanza y otras localidades del Gran Buenos Aires y del interior del país, basados en la organización de los barrios, volvieron a potenciar la movilización combativa de las masas dirigidas por las asambleas populares y los delegados electos y revocables, directamente, por esas masas, que enfrentaron organizada y colectivamente la represión. Esos combates, así como las experiencias de la lucha de los trabajadores y el pueblo de Tucumán, de Corrientes y otras provincias, de los obreros de la fábrica y el surco en el ingenio La Esperanza, junto al pueblo de San Pedro de Jujuy, de Renacer en Tierra del Fuego y demás fábricas recuperadas, han vuelto a demostrar que éste es el principal camino de acumulación revolucionaria y han vuelto a bocetar las formas de organización más aptas para el triunfo de una insurrección popular.

El camino de las grandes puebladas y rebeliones populares de fines de la década del 60 y del 70, que habían caracterizado el auge de masas anterior, fue retomado por las masas populares argentinas, y tuvo un pico con el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001. La pueblada agraria del 2008 avanzó por ese camino y mostró un nuevo borrador insurreccional aportando nuevos y fundamentales elementos para una estrategia insurreccional.

La huelga política de masas, el frente único revolucionario, el gobierno provisional revolucionario basado en los organismos de doble poder y el alzamiento armado del pueblo, deben combinarse para el triunfo de la insurrección. Para imponer un gobierno provisional revolucionario, órgano de esa insurrección, que convoque a una Asamblea Constituyente plenamente soberana e inicie las tareas de la revolución democrático-popular, agraria y antiimperialista, en marcha ininterrumpida al socialismo.

Para combinar y dirigir todo ello se requiere la existencia de un poderoso partido marxista-leninista-maoísta, partido que domine todas las formas de trabajo revolucionario en las distintas esferas de la sociedad.

 

Hoy N° 1978  13/09/2023