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02 de octubre de 2010

La Comisión Nacional de Mujeres de nuestro Partido analiza la situación y la necesidad de masificar este Encuentro.

23 Encuentro Nacional de Mujeres

Hoy 1225 / Neuquen 16, 17 y 18 de agosto

Las luchas de los pequeños y medianos productores del campo, la pelea salarial con la inflación desatada, la defensa de nuestros recursos naturales y la ecología y el enfrentamiento con la verdadera cara autoritaria y represiva del gobierno del matrimonio K, tiñe toda la situación política y social.
En este contexto, la realización del 23 Encuentro Nacional de Mujeres manifiesta su esencial importancia. Más de la mitad del pueblo, sus mujeres, son convocadas a expresar cómo participan en esas luchas y cómo por el hecho de ser mujeres sus vidas son afectadas. Mujeres obreras, mujeres campesinas, mujeres maestras, mujeres amas de casa, mujeres empleadas, mujeres estudiantes, mujeres profesionales… Explotación y opresión, lucha de clases y género, contradicciones que se enlazan en un país en crisis, disputado por monopolios imperialistas que se expresan a través de muchos de los “políticos” en pugna.
Defender la continuidad de los Encuentros Nacionales y su funcionamiento democrático es hoy fortalecer un instrumento específico de gran utilidad para la lucha política y social.

Primera batalla: defender su “espíritu”
La modalidad de funcionar en talleres que no superen el número de 40 o 50 participantes para el protagonismo de todas y cada una, el consenso como método para la búsqueda de acuerdos y el respeto por los disensos, la coordinación y el registro de las experiencias y debates en las conclusiones, y la participación autoconvocada y autofinanciada ha sido la metodología que ha permitido a las mujeres argentinas desarrollar durante 23 años los Encuentros Nacionales que, lejos de lo que opinan algunas, son un valiosísimo instrumento de organización y lucha, razón de ser de los empeños por “coparlos” o “destruirlos”. Qué sino fueron las maniobras rupturistas como las de Menem y la jerarquía de la Iglesia en San Juan; los “servicios” del Estado y sectores reaccionarios en Mendoza; o grupos autodenominados de “izquierda” y minorías conservadoras y dogmáticas evangelistas y católicas en Mar del Plata, o los recientes intentos de fracturar la Comisión Organizadora en Neuquén, por dar solo algunos ejemplos.
No debemos olvidar que la iniciativa de hacer Encuentros Nacionales en América Latina en la década del 80, fracasaron al tercer o cuarto año, en Ecuador, México o Brasil, por la imposición del método de los “espacios de poder” de sectores vinculados a los estados y gobiernos de turno, o por sectarismos argumentados por “izquierda” que fraccionaron el gran movimiento de mujeres brasileñas, en encuentros sectoriales de las afrodescendientes de aquí o de allá, las campesinas sin tierra del sur, etc.
La defensa de este “espíritu” democrático, plural, horizontal y federal, nos enseñó a fortalecer alianzas, aún entre quienes tenemos diferencias políticas y concepciones teóricas divergentes respecto de la opresión de género.
Pero qué sino la unidad de las mujeres del pueblo ha hecho posible la existencia, desarrollo y continuidad de los Encuentros.

La defensa de una “línea”
El “espíritu”, del que hemos sido criticadas por idealismo, no es otra cosa que la línea de masas, política, metodológica y de estilo que se ha demostrado en la práctica como correcta. Ella puede sintetizarse de la siguiente manera: A)reconocemos el origen social histórico del antagonismo entre los hombres y las mujeres, enlazado con la lucha de clases, y por ende la necesidad de que las mujeres como sector oprimido en esa relación, construyan sus organizaciones “específicas” de lucha. B) Partimos siempre del momento político concreto para analizar, no de forma abstracta, la opresión de género que sufrimos las mujeres. C) Persistimos en el funcionamiento de los talleres y el consenso como proceso materialista dialéctico del conocimiento, en que la práctica, experiencias y testimonios de cada mujer permiten el análisis de la realidad, su comprensión y poder así en una acción social y subjetiva encaminar su transformación. El avance “relativo” de la situación de las mujeres lo atestigua. D) Entendemos el carácter democrático popular de la revolución argentina, que necesita de una política activa de frente único social y político, que identifique con claridad el enemigo principal a golpear en cada momento y circunstancia.
 Veintidós años y mucha experiencia acumulada debe servirnos hoy para enfrentar las nuevas prácticas y debates que fuerzan la fractura del próximo Encuentro en Neuquen. En primer lugar derrotando su “espíritu”. Grupos prokirchneristas y grupos de “izquierda” funcionales a su política, con actitud patotera promueven un Encuentro con pronunciamientos impuestos por el voto y supuestos mandatos.
Debemos organizarnos por miles, practicar amplias alianzas y tener claridad sobre quiénes son los enemigos del pueblo.