Claudio Spiguel, el camarada Marcos, Claudito para los amigos, fue un extraordinario y apasionado intelectual comunista. Era un profundo conocedor del marxismo-leninismo-maoísmo, docente universitario, historiador e investigador, autor de numerosas publicaciones, gran amigo, formador de centenares de camaradas del Partido y la Juventud en la doctrina marxista-leninista-maoísta y en la línea del PCR.
Todos los que fuimos sus alumnos, en las aulas académicas como la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, donde Spiguel estaba al frente de la Cátedra de Historia Social General, o en una “escuelita” del Partido o la Juventud, conocimos de su pasión y de sus convicciones, y su preocupación para que hasta el último conociera la verdadera historia, y los fundamentos de la doctrina marxista.
Como recordó su compañera Nené en el homenaje de despedida, Claudio “Era tan generoso, que cualquier cosa que encontraba decía ‘esto le va a servir a Fulano’. Todo el tiempo pensando en los otros. Una de sus frases, era ‘Nunca soy más yo que cuando estoy fuera de mí’”.
A cinco años de su partida, recordamos a este “optimista irreductible” como lo calificara una de sus amigas en la despedida, con extractos de su artículo La experiencia de los cuerpos de delegados, publicado en la revista La marea N°49, de invierno de 2019:
El movimiento sindical desde la época de Perón funcionaba, principalmente, como correa de transmisión de arriba para abajo. Con el clasismo comenzó a funcionar
de abajo para arriba. La corriente clasista resumió en el papel de los cuerpos de delegados, dentro de las comisiones internas, la cuestión de la organización obrera. Éstos pusieron límites a las potestades patronales y se transformaron en órganos fundamentales en la experiencia de esos años contra las dictaduras de Onganía, Levingston y Lanusse.
La recuperación sindical, a través del cuerpo de delegados, tuvo su expresión más elevada en el sindicato de mecánicos de Córdoba, pero fue un proceso que se manifestó, en embrión o desarrollo, con diversas direcciones en todo el país. Estos cuerpos de delegados permitieron recuperar las comisiones internas, lo que favoreció la lucha contra las patronales y contra la dictadura, dejando en el aire a los jerarcas sindicales traidores o conciliadores.
Los cuerpos de delegados pudieron cumplir ese rol por varios factores. En primer lugar, se propusieron garantizar el protagonismo de las mayorías en la lucha. En segundo término, impulsaron la decisión democrática de la mayoría, no sólo a través de una asamblea general –en la que podían hablar unos pocos– sino en las propias secciones dentro de la fábrica. Los delegados por sección eran parte y estaban en su lugar de trabajo en el que compartían la actividad común de la producción social con sus compañeros. Un tercer aspecto fue que se transformaron en el instrumento, el eslabón fundamental, que hizo posible el desplazamiento de los burócratas sindicales antidemocráticos al organizar listas de oposición para derrotarlos, haciendo frente a todas las maniobras y recursos con los que el oficialismo sindical contaba.
Al mismo tiempo, el forjar listas de oposición y ganar el sindicato permitía organizar mejor y con más fuerza el cuerpo de delegados. Además, fueron la base de procesos como los del SMATA Córdoba, con órganos y formas de organización en la sección que se constituían en un frente único dentro de la propia clase. Allí, los trabajadores se unían en función de las decisiones democráticas que el delegado llevaba a la asamblea con su mandato. Por lo tanto, permitió la confluencia de obreros con ideologías y filiaciones políticas distintas: peronistas, clasistas y la izquierda revolucionaria que empujaba esta línea que favorecía forjar esa confluencia con la gran masa, cuya mayoría era profundamente peronista. A su vez, la unidad lograda en estas condiciones permitía un vínculo más estrecho con las demás clases y capas populares.
Hoy 1993 10/01/2024
