Los derechos de la clase trabajadora han sido retirados más profundamente en los últimos años con los gobiernos de Michel Temer y Bolsonaro, con la aprobación de la Reforma Laboral y el Tope de Presupuesto (congelación del presupuesto de las áreas sociales a lo largo de 20 años para garantizar el pago de la deuda pública) de Temer y la Reforma Jubilatoria con Bolsonaro, además de cortes en inversiones, privatizaciones y entrega de activos públicos brasileños en manos de empresas multinacionales. Vivimos en un momento en Brasil en el que, a pesar de la victoria electoral de Lula, hubo pocos cambios en la situación de vida de la clase obrera. 64,2 millones de brasileños viven en inseguridad alimentaria (no comen regularmente o incluso pasan hambre y no tienen nada para comer) en Brasil, 12 millones de brasileños están desempleados, 40 millones trabajan sin contrato formal (lo que llamamos informalidad), tenemos uno de los salarios mínimos más bajos del mundo y 60% de los trabajadores reciben este monto, que es de 1.410 reales (que en la cotización oficial serían 234.141,64 pesos argentinos). El salario mínimo en Brasil para poder cubrir los costos de alimentación, transporte, vestido, salud, educación, electricidad y agua, debería ser de casi 7.000 reales ($1.162.405,30), es decir, 5 veces mayor que el actual.
La derrota electoral de Bolsonaro
La derrota electoral de Bolsonaro fue muy importante para Brasil y ciertamente para toda América Latina, ya que logramos derrotar un proyecto fascista y golpista que pretendía aplastar a la clase trabajadora y reprimir cualquier postura contra su gobierno y lucha social. Tanto es así que en enero de 2023 Bolsonaro, junto a sus aliados y los generales golpistas, intentaron dar un golpe de Estado en nuestro país, que fue enfrentado en las calles. Cabe mencionar que para la victoria electoral contra Bolsonaro fue fundamental la lucha de masas en las calles cuando, aun viviendo una pandemia, millones de brasileños salieron a luchar contra este gobierno fascista.
Nuestra lucha hoy es para que haya justicia y encarcelamiento ejemplar para Bolsonaro y toda su pandilla, incluidos los generales golpistas, los mismos que dieron el golpe en 1964 y no han sido castigados hasta el día de hoy. Luchamos por justicia para los estafadores pasados y presentes. Desafortunadamente, con el gobierno Lula, a pesar del regreso de algunos programas sociales como programas de vivienda como Minha Casa, Minha Vida y programas de transferencia de ingresos como Bolsa Família, aún no se anularon medidas económicas que son centrales en la vida de la clase obrera como la Reforma Laboral, la Reforma Jubilatoria y la Ley del Tope del Presupuesto. La ley de Tope de Presupuesto se convirtió en el Nuevo Marco Fiscal de Lula, que en la práctica sigue congelando el presupuesto público en áreas esenciales para priorizar el pago de la deuda pública. En 2024 destinaremos casi 2 billones de reales (casi 370 millones de dólares americanos) al pago de intereses y amortización de la deuda pública, lo que representa 5 mil millones de reales por día. Luchamos por la suspensión de los pagos de la deuda, por la renacionalización de las empresas estatales que fueron privatizadas, por la revocación de las reformas aprobadas con Temer y Bolsonaro y también presentamos como central la lucha contra el agro negocio y la especulación inmobiliaria en las ciudades, por lo que es necesario llevar a cabo una profunda reforma agraria y urbana.
Crecen las luchas
Con respecto del gobierno Lula, es necesario señalar su alianza con los grupos políticos que llamamos centrão (partidos de derecha que están dentro del Congreso brasileño desde la redemocratización brasileña) y que son los mismos que llevaron a cabo el golpe de Estado en el gobierno de Dilma en 2016. Esta elección de alianzas por Lula y la conciliación con la gran burguesía nacional lo convierte en un gobierno con poca capacidad de dar respuestas económicas que se ajusten a lo que necesita el pueblo brasileño, por ejemplo, enfrentar al agronegocio y a los terratenientes.
Por otro lado, las luchas sociales y sindicales crecen en nuestro país, como es el ejemplo de los trabajadores de la educación federal, que ya cumplieron tres meses de huelga y, aun así, el gobierno federal (Lula) propone un reajuste del 0% para este año. La principal reivindicación de la huelga es restablecer el presupuesto de las universidades e institutos federales y restablecer los salarios. Estamos en una dura lucha contra las privatizaciones, con el ejemplo más emblemático de nuestra lucha en São Paulo contra la privatización del agua y del subte en la que fueron detenidos varios activistas, entre ellos nuestra compañera Vivian Mendes, presidenta de la UP en São Paulo y miembro del ejecutivo nacional del partido.
Nosotras estamos saliendo a las calles en este momento contra lo que llamamos el Proyecto de Ley de Violación, que propone que las mujeres que aborten después de las 22 semanas de gestación sean acusadas del delito de homicidio y puedan enfrentar una pena de hasta 20 años de prisión, que es el doble de la pena máxima para los violadores. Le llamamos PL de Violación porque una de las predicciones de aborto legal que tenemos es cuando hay un delito de violación (el 70% de estos delitos en Brasil son contra niñas) y en general una niña puede tardar más de 22 semanas en darse cuenta de que está embarazada, hacer la denuncia, acceder a equipos sanitarios, etc. Con la aprobación de esta ley las niñas se verán obligadas a tener hijos con violadores.
Tragedia climática y política
En Rio Grande do Sul nos enfrentamos a una gran tragedia climática, pero también política. El gobierno estadual recortó más de 500 puntos del código ambiental, flexibilizó las licencias ambientales y aplicó lo que él llamó autolicencias. Solo se asignaron 500 mil reales a la defensa civil y el alcalde de Porto Alegre redujo a cero el presupuesto para este órgano. Hay más de 2 millones de personas de Rio Grande do Sul afectadas, 600.000 desplazadas y alrededor de 200 muertos, cifras que creemos que pueden ser mayores. No hay una respuesta a corto plazo para resolver los problemas de vivienda, ya que muchas familias lo han perdido todo, incluidas sus casas. La respuesta del gobierno del Estado es violencia y desalojo, similar a lo ocurrido el pasado domingo con las familias que se organizaron en el MLB (movimiento de lucha por vivienda) y ocuparon un edificio público que llevaba 11 años abandonado. Los espacios que se abrieron como refugios temporales fueron construidos principalmente por voluntarios, las autoridades públicas tuvieron poca o ninguna acción y estos lugares ya están cerrando. Las pertenencias de las personas siguen tiradas en las calles de la ciudad y nos preocupa la perspectiva de que vienen más lluvias, en lugares que estuvieron bajo agua a lo largo de 30 días y fueron los últimos donde las aguas retrocedieron, pueden volver a inundarse. Esta situación es el resultado de una explotación desenfrenada de la naturaleza para garantizar las ganancias multimillonarias de las grandes empresas. Este es un fenómeno que afecta al mundo entero y lo que vemos en Rio Grande do Sul, es un ejemplo de la magnitud que nos espera si no derribamos de una vez por todas el sistema capitalista, más que nunca decimos que «o socialismo o barbarie».
Hay un ascenso del fascismo en el mundo
Evaluamos que hay un ascenso del fascismo en el mundo, que es un fenómeno de los momentos de mayor crisis del sistema capitalista imperialista, en los que los gobiernos necesitan poner el peso de la crisis sobre los hombros de la clase trabajadora, quitándole derechos y bajando salarios, entregando los bienes públicos al capital internacional para garantizar la recuperación económica de los grandes países imperialistas que roban nuestras materias primas, explotan a la clase obrera de nuestros países, destruyen nuestros recursos naturales y se lucran con ellos, enviando todo el capital a sus países, llevando a cabo una colonización moderna y una nueva división del mundo económico y territorial como vemos suceder con la guerra en Ucrania y el genocidio en Palestina.
Entendemos que existe una gran posibilidad de una nueva guerra mundial y también miramos con preocupación a nuestro continente, pues ya hemos vivido años terribles de dictaduras militares en nuestros países, con miles de personas torturadas, desaparecidas y asesinadas. La forma dictatorial de gobierno es la forma en la que el Estado burgués utiliza la violencia y la represión para garantizar sus intereses económicos. Este tipo de gobierno es necesario para contener las revueltas populares. Así, al mismo tiempo que el fascismo avanza en el mundo, la lucha de la clase obrera también avanza, se organiza, se levanta, realiza diversas huelgas y movilizaciones y corresponde a los partidos comunistas organizar estas luchas de manera coherente, no camuflando, sino exponiendo la lucha de clases para que la clase que produce todo tenga la fuerza organizativa para tomar para sí todo lo que le pertenece, derrocar este sistema podrido y construir el socialismo.
Venir a Argentina es muy importante para nosotros, compartirnos nuestro análisis de la coyuntura, nuestras experiencias de lucha y formas de organización y fortalecemos nuestros vínculos. Participar y seguir los debates del Segundo Foro por la Soberanía nos ayuda a comprender el alcance de muchas cosas que tenemos en común entre Brasil, Argentina y América Latina en su conjunto y la importancia, por tanto, de nuestra articulación en la lucha contra la dependencia que los países imperialistas y sus títeres nos imponen en los gobiernos locales, en la lucha por la soberanía y en la lucha por el socialismo.
Estamos muy agradecidos por el recibimiento y por la visita que hicimos a la sede de las Madres de Plaza de Mayo en Quilmes. Realmente es muy emotivo entrar a ese espacio, ver las pinturas, repasar memorias y escuchar sus historias de lucha, y es, sin duda, un ejemplo para todos los que ¡luchamos por la memoria, la verdad y la justicia!
hoy N° 2015 26/06/2024