Políticos oficialistas y opositores dialoguistas tienen, como única salida, obtener inversiones. Explicitan, además, que deben ser extranjeras ya que acá no tendríamos los capitales necesarios. Esas inversiones traerían tecnología de punta que aumentaría la productividad del trabajador. Nos proponen que monopolios imperialistas nos desarrollen, traigan bienestar a nuestro pueblo y hasta nos conviertan en potencias. Para ello será preciso darles todas las ventajas y concesiones, empezando por la total pérdida de derechos adquiridos con mucha lucha. Un ejemplo de eso es el RIGI actual.
Adolfo Silenzi de Stagni escribía en referencia a esto: “La experiencia demuestra que el capital extranjero genera en el mediano y largo plazo un flujo mayor de salida de divisas del que realmente ingresa. En otros términos, el efecto de las inversiones directas de las transnacionales es el de la transferencia neta de recursos hacia el país de origen de esos capitales y, por tanto, el de una descapitalización incesante de los países subdesarrollados”. Efectivamente, el debate clave actual es: ¿hay dólares o no hay dólares?
El economista Carlos Ríos ha demostrado que se van del país, cada año, alrededor de 100.000 millones de dólares por vías ligadas a la dependencia y al latifundio, anclas que impiden el desarrollo argentino; no la baja productividad como dicen.
Lenin describió los rasgos de la fase actual del capitalismo, el imperialismo: “1) la conentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo, que ha creado los monopolios, los cuales desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este «capital financiero», de la oligarquía financiera: 3) la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías adquiere una importancia particularmente grande; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes. El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en que ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido señalada importancia la exportación de capitales, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de toda la Tierra entre los países capitalistas más importantes.
Mal que le pese a Milei (y no sólo a Milei) esto sigue vigente. Y Argentina es un ejemplo de país dependiente rapiñado y expoliado por distintas potencias y con una parte de su territorio colonizado. Toda inversión imperialista se llevará más de lo que traiga. El crecimiento del latifundio impedirá el acceso a la tierra de campesinos pobres y medios y aún de un sector de campesinos ricos. Así que el primer paso es terminar con la dependencia y el latifundio.
La ciencia y la tecnología como motores del desarrollo
Hay sectores que creen que la ciencia nos liberará “puenteando” la revolución. Esto no es nuevo. En artículos anteriores hemos sostenido que la tecnología y la ciencia (el “know how”) residen en el humano trabajador (principalmente) y en los medios de producción que usa. Pero como vemos desde hace años, y ahora con Milei, ese desarrollo científico y tecnológico es trabado por la dependencia y el latifundio. Inevitablemente una revolución deberá terminar con esas trabas. No hay atajo para la clase obrera y el pueblo. Sólo buscar caminos de aproximación a la revolución necesaria.
Proponen el camino de Corea del Sur, planteando que su inversión en Investigación y Desarrollo fue la causa de su crecimiento. Corea del Sur invierte en ese ítem 4,3% de un PBI per cápita tres veces mayor que el nuestro. Argentina llegará al 1% del PBI recién en 2032). Pero ocultan lo esencial: de donde salió el dinero necesario.
Desde la segunda guerra, Corea del Sur tiene una importancia geoestratégica política y militar para EEUU. En primer lugar, debía fortalecerla militar y políticamente. En los países próximos donde había pasado la revolución, se habían hecho reformas agrarias profundas con formas democráticas. Los puntos principales aplicados por una dictadura represiva apañada por EEUU, fueron:
1) Una reforma agraria que expropió sin indemnización a los terratenientes japoneses derrotados y con indemnización a los coreanos. Las parcelas entregadas eran pequeñas. Pero, sin las formas democráticas de la China de Mao, el Estado coreano pasó a ser el nuevo opresor de los campesinos, adueñándose de la renta terrateniente (casualmente igual que en Nicaragua). Los campesinos debían entregar al Estado un volumen de producción a valores muy bajos
2) El Estado vendía los productos básicos a precios subvencionados a la población de nuevos proletarios (para mantener los salarios bajos) y a la creciente burocracia estatal
3) Financiación externa de EEUU e impuestos a los campesinos
4) Industrialización por sustitución de importaciones. Proteccionismo con prohibición de importaciones. La punta de lanza fueron los “chaeboles”, conglomerados familiares diversificados como Hyundai, Samsung y LG Corporation, que recibían incentivos estatales como desgravaciones, legalidad para la super explotación y financiamiento barato o gratuito
5) Estatización de la banca y las finanzas y una pública corrupción del “capitalismo de amigos” 6) Los que fueron la fuerza laboral de la economía trabajando en condiciones cercanas a la esclavitud en los años ‘50 y ‘60, llegaron a la vejez en la miseria. Recién en los años ‘80 se creó un régimen jubilatorio. Se generó la tasa de suicidios más alta del mundo desarrollado. En 1980, la semana laboral era la más larga del planeta.
Los que nos proponen estos caminos alternativos debieran decir la verdad completa.
Escribe José Vínsus
hoy N° 2022 14/08/2024