No pudieron avisarme a tiempo, por eso no estuve presente en el merecido homenaje que te rindieron los compañeros. Fueron años muy difíciles en los que militamos juntos. Formaste parte del grupo de profesores del Poli que se solidarizaron en forma inmediata con las familias de los estudiantes secuestrados y de los que dieron la batalla para quedarse en la escuela cuando algunos planteaban irse. Desde el 2006 estuviste cada cuatro viernes de mes en las marchas de las Madres de Quilmes, hasta que te lo permitió la enfermedad. Sabés Emiliano, no hubiéramos querido que partieras, pero habiéndolo hecho no podría haber sido un día que te representara mejor. El 9 de julio, el día de nuestra Independencia, por tu profundo sentimiento patriótico. Y entonces, recuerdo una anécdota. Nosotros teníamos una reunión el día 3 de abril de 1982, día siguiente del desembarco en Malvinas. Si habremos discutido ese día especialmente conmigo porque llegaste y suelto de cuerpo, con una claridad y nitidez que sólo pude apreciar a través de los años, dijiste: “…cambió la contradicción principal”. Y efectivamente se armó la discusión. No dudo que Tomás y Miguel recordarán la anécdota como yo. Nunca me voy a olvidar de tus argumentos, que a decir verdad en ese momento ni hasta mucho después me convencieron. Cuando yo te enfrentaba con mis verdades –como siempre con una parte de las verdades– de alguien que hacía años venía trabajando en el tema democrático, y vos me dijiste: “sabés quiénes fueron los que más pelearon en las Invasiones Inglesas, los que ya hacía años venían peleando contra los españoles, sería bueno pensar cómo los que hemos estado y estamos en la primera línea en la lucha contra la dictadura, nos ponemos también al frente contra los piratas ingleses…”
Emiliano, con la seguridad que cuando los verdaderos patriotas dirijan nuestra querida patria vos estarás entre ellos.
¡Hasta la victoria siempre!
02 de octubre de 2010