En estos momentos en que la disputa de las potencias imperialistas pone al mundo al borde de una nueva guerra mundial interimperialista, y aunque pasaron muchas cosas en estos más que 100 años, conocer cómo fue la Revolución Rusa es fundamental para los revolucionarios en todo el mundo, ya que sus enseñanzas siguen vigentes.
En 1917, transcurría el tercer año de la masacre a gran escala que envolvía a Europa, la Primera Guerra Mundial. En los campos de batalla los obreros y los pueblos de las naciones en guerra eran llevados a matarse entre sí por las burguesías imperialistas que se jugaban un nuevo reparto del mundo.
Parecía que todo era oscuridad y no había esperanzas para los trabajadores y los pueblos oprimidos del mundo. La abrumadora mayoría de los partidos socialistas de la II Internacional habían traicionado al marxismo revolucionario y a la clase obrera apoyando o dejando actuar a las burguesías de sus países. Solo una ínfima minoría se mantenía en posiciones internacionalistas y revolucionarias. Entre ellos, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (bolchevique: mayoritarios) dirigido por Lenin, partido que ya en esos años era independiente de las posiciones reformistas de los mencheviques (minoritarios).
Rusia era un gigantesco país imperialista: una cárcel de pueblos bajo la bota del zar, monarca absolutista del imperio ruso. Se había desarrollado el capitalismo entrelazado con el latifundismo y el capital financiero inglés y francés. Había una clase obrera muy concentrada en las dos grandes capitales (Petrogrado y Moscú), y una población mayoritariamente campesina (85%), salvajemente explotada y oprimida. Ya en 1905 una gigantesca revolución protagonizada por los obreros y el pueblo había conmovido los cimientos del zarismo. Aunque fue derrotada, sería un “borrador” de lo que vendría.
De febrero a octubre de 1917
En febrero de 1917 las masas de Petrogrado salieron a las calles encabezadas por las mujeres reclamando pan, frente a la hambruna que provocaba la guerra. El zarismo reprimió violentamente y los obreros se plantaron frente a la guarnición militar que tenía 60 mil efectivos. Sobre el trabajo previo de los bolcheviques entre las tropas, trabajo que había sido secreto, ganaron a los soldados neutralizando la oficialidad y asaltaron el arsenal de Petrogrado. El zar fue derrocado. Se proclamó la República. La gran burguesía constituyó un gobierno provisional.
En este proceso resurgieron formas organizativas que ya habían forjado las masas en la Revolución de 1905: los soviets. Eran consejos de delegados de los obreros, campesinos y soldados (campesinos en armas), que surgieron en plena insurrección de las asambleas en las secciones de las fábricas, aldeas y unidades militares, se extendieron a las ciudades y el campo en toda Rusia, dando origen a los Soviets de Diputados (Consejos de Delegados). Estos soviets se constituyeron de hecho en un doble poder de democracia directa en contraposición con el gobierno provisional burgués de tipo parlamentario. Sobre la base de los soviets se organizaron milicias en reemplazo de la policía zarista.
Este proceso revolucionario entre febrero y octubre tuvo distintos momentos. Hubo un intento golpista y monárquico liderado por el general Kornílov, que fue derrotado en septiembre de 1917. Lenin y los bolcheviques se aceleraron la preparación del partido y de las masas para la toma del poder a través de la insurrección armada, derrocando al gobierno burgués. Lenin y la mayoría de los dirigentes del Comité Central del Partido bolchevique estaban en la clandestinidad. En estos meses Lenin escribe El Estado y la revolución, cuyo subtítulo era “La doctrina marxista del Estado y las tareas del proletariado en la revolución”.
Triunfa la revolución socialista
A propuesta de Lenin el levantamiento armado empezó el 24 de octubre –según el viejo calendario; 6 de noviembre en el calendario actual–, el día antes de la inauguración del II Congreso de los Soviets de toda Rusia. La insurrección armada fue protagonizada por las masas de obreros y soldados, que tomaron por asalto el Palacio de Invierno en San Petersburgo (donde funcionaba el gobierno de Kerenski). Y triunfó de manera rápida porque se realizó en el momento preciso de mayor auge revolucionario y de mayor debilitamiento y división en el gobierno provisional burgués y en el conjunto de las clases dominantes.
Tras la caída del Palacio de Invierno, el 7 de noviembre se reunió el Congreso de los Soviets, en el que asumió una nueva dirección bolchevique y adoptó la histórica proclama: “¡A los obreros, a los soldados y a los campesinos!” que expresaba: “Respaldado por la voluntad de la inmensa mayoría de los obreros, los soldados y los campesinos, respaldados por la insurrección victoriosa de los obreros y de la guarnición de Petrogrado, el Soviet de Diputados Obreros y Soldados de Petrogrado toma en sus manos el poder”.
Así, el 8 de noviembre el Congreso de los Soviets dio todo el poder al gobierno encabezado por Lenin, eliminó la pena capital en el frente, ordenó la libertad de todos los revolucionarios y el arresto de Kerenski. El nuevo gobierno soviético llamó a iniciar negociaciones inmediatas para “una paz inmediata, sin anexiones, sin indemnizaciones”.
Lenin presentó el decreto sobre la tierra que garantizó la unidad con los socialrevolucionarios de izquierda, pues hacía realidad sus reclamos históricos: Se abolió el derecho de propiedad de los terratenientes sin compensación por sus tierras, y las de la Iglesia, y las tierras se pusieron a disposición de comités formados por los campesinos en el campo. Otras medidas importantes fueron: la democratización del ejército, el control obrero de las fábricas y el reconocimiento del derecho de las naciones oprimidas del imperio ruso (cerca de un 50% de la población) a la independencia y la autodeterminación. Definió que el gobierno soviético sería un gobierno de obreros y campesinos, que se conocería como el Consejo de Comisarios del Pueblo. El 9 de noviembre, frente a la contrarrevolución que comenzaba a actuar, Lenin proclamó en el Congreso de los Soviets “¡Ahora procederemos a la edificación del orden socialista!”
La alianza obrero-campesina y la guerra civil y contra la intervención extranjera
Después de constituido el poder soviético central, la lucha continuó. Se inició una cruenta guerra civil, que desataron los generales “blancos” que armaron ejércitos contra el poder “rojo” y a favor de los terratenientes y la burguesía derrocada en distintas regiones del antiguo imperio. En su apoyo, se produjo la intervención de tropas de 14 países que invadieron y cercaron Rusia, financiados por el capital imperialista y las grandes potencias. Se estrellaron contra el heroísmo y la voluntad mayoritaria de las masas obreras y campesinas, dirigidas por los bolcheviques. El nuevo Ejército Rojo formado por las milicias obreras y las antiguas tropas sumadas a la revolución derrotó los intentos contrarrevolucionarios.
Fue una guerra popular legendaria, que sobre la base de contar con sus propias fuerzas convocó el apoyo y la solidaridad internacional de los obreros y revolucionarios de todo el mundo, incluida la Argentina. Esto impulsó un auge revolucionario de luchas obreras, campesinas y de liberación nacional en el mundo entero. Así se coronó la obra de la Insurrección de Octubre, forjando en los hechos la alianza obrero-campesina que hizo posible el triunfo.
El socialismo demostró su superioridad
A fines de 1922 se constituyó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que agrupó originalmente a Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Transcaucasia. En los 38 años de construcción de la primera sociedad socialista, el socialismo demostró su superioridad frente al capitalismo, garantizando tierra, salud, educación, trabajo, techo, deporte y cultura a millones, como nunca había sucedido en la historia.
Esto se dio en medio de durísimas luchas de líneas, que expresaban la lucha de clases posterior a la revolución. Tras la muerte de Lenin en 1924, Stalin defendió la dictadura del proletariado y desarrolló sus enseñanzas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el Estado soviético, encabezado por Stalin, dirigió al Ejército Rojo y al pueblo soviético que derrotó al imperialismo nazi-fascista de Hitler, a costa de inmensos sacrificios y con miles de cuadros revolucionarios y comunistas,
así como los mejores hijos de la clase obrera caídos en combate. Tras la guerra, una gigantesca movilización revolucionaria de las grandes masas obreras y campesinas posibilitó la reconstrucción soviética de posguerra
En 1956, tres años después de la muerte de Stalin, la Revolución Rusa fue derrotada, una nueva burguesía usurpó el poder y restauró el capitalismo. Con los años, esta nueva burguesía desarrolló a la patria de Lenin en una potencia socialimperialista, que se derrumbó en 1991, lo que obliga a los revolucionarios a aprender de los aciertos y errores de la primera construcción de una sociedad socialista. Su derrota no opaca los logros de la Revolución Rusa, a partir de la cual el mundo nunca sería igual, nunca será igual.
Foto: Ilustración de Gustav Klutsis para la Joven Guardia, 1924
hoy N° 2034 06/11/2024