El miércoles 27, junto a camaradas de la dirección de zona del Partido, fuimos hasta el comedor Las Casitas, de la CCC. Mientras iban llegando las compañeras del barrio, Vero, la dueña de casa, nos contaba que el Comedor funciona desde hace seis años, y que, como en muchas otras barriadas, el hambre crece y son más los mayores y chicos que se acercan a pedir la vianda.
Las integrantes del círculo de lectoras y lectores, que pelean que funcione todas las semanas, “pero que no es fácil, por las actividades, o porque cuando llueve se hace difícil llegar”, se van acomodando y van contando las novedades del barrio, la alegría por el acto de los 30 años de la CCC, las luchas que vienen y los dramas cotidianos, de salud de ellos o de sus hijos, la falta de trabajo, el mal pago, y tantas cosas que agravan la realidad de la mayoría de nuestro pueblo.
Alrededor de la mesa, con unos ricos budines y roscas hechos por Juan, dueño de casa y cocinero, nos sentamos junto a Verónica la dueña de casa, Griselda, Laura, Malvina, Verónica, María, Valentina, otra María y el propio Juan, que va y viene de la cocina al comedor.
Cristina, compañera de la dirección de zona, despliega los diarios (hoy 2037), mapas del mundo, de América y de Argentina, y comienza leyendo la tapa, y luego se turnan para leer la Hora Política y las Grageas.
La lectura dispara primero comentarios sobre las difíciles situaciones que vive a diario nuestro pueblo. Una de las Verónicas relata las dificultades para conseguir la insulina para su hija diabética “que no se consigue en la Sala de Salud y ahora tampoco en el Garrahan, donde la doctora me pide disculpas y dice que sólo le alcanza para los internados”. Muestra el Atlas de la Soberanía de Luciano Orellano, que “está muy bueno porque muestra cómo nos roban las cosas nuestras”.
Las conversaciones se mezclan, entre los relatos de la falta de trabajo “Llueven chicos pidiendo trabajo”, cuenta Juan sobre el restaurante en el centro porteño en el que trabajaba hasta hace un par de meses. “Parece que llevamos 10 años de Milei”, agrega otra compañera. “Viví el 2001, y ahora todo cuesta el doble y el triple. Por menos se fue De la Rúa ¿Qué pasa con este?, no te explicás por qué sigue si hace todo mal”, se pregunta otra compañera, y la ronda va para el lado de qué salida hay para esta situación, sin que “ganen siempre los de arriba”.
Con los mapas, Cristina aporta a la parte de la situación internacional, para ubicar donde están los focos de guerra en el mundo, y por qué recursos (petróleo, litio, agua, etc.) se pelean las grandes potencias.
La charla se anima, sobre lo que está haciendo el gobierno y los debates que mete: “Dicen que los piquetes están mal y una parte lo cree”. “Muchos compañeros se fueron, y algunos están volviendo”. Y las preocupaciones de algunas, como “En el 2001 hubo sangre, ¿cómo va a ser ahora? Los gremios grandes se tienen que unir con nosotros”. Otra compañera reflexiona “Este gobierno ya tiene muertos, por las enfermedades y el hambre”. Laura, joven universitaria, introduce otro de los temas que aparece en todas las conversaciones “Pero mirá que hay gente que los sigue aguantando. Yo tengo una tía que tiene que pagar en cuotas la luz, pero está contenta con Milei”.
Ahí se multiplican las opiniones, muchas veces encimadas, donde se mezcla el balance de los gobiernos de Alberto y Cristina, para algunos muy malo, para otras, “frente a este, Cristina es lo que hay”, recordando que estamos en una zona donde “nacemos todos peronistas”.
Nos quedamos cortos en describir la riqueza de los debates, y la atención que otras, más calladas, ponen en el intercambio de opiniones. La charla va derivando hacia los despidos en las empresas de la zona, la situación de los que están en edad de jubilarse y no tienen los aportes, y el orgullo por sostener los comedores “pese a que estos tipos no te dan ni un fideo”, y agregan que en el barrio la CCC se desarrolló en el gobierno de Macri, y que desde ese barrio, también se armaron otros dos.
Ya en el final de la charla, mientras siguen sobrando los ejemplos de las maldades del gobierno sobre la mayoría, aparecen los reclamos concretos del barrio, también para el Municipio, y enumeran “Estamos peleando por la Salita, por el asfalto, y contra el dengue, con el descacharreo”.
Antes de despedirnos, la compañera Paloma, de la dirección zonal, plantea el tema de las invitaciones al Picnic del 15 de diciembre, y aparece lo concreto del costo de los micros, cómo juntar la plata colectivamente, y las listas de invitadas e invitados.
En la despedida, agradecimos desde la Redacción la oportunidad de conocer de primera mano las opiniones sobre nuestro diario, pedimos sugerencias sobre notas, y entre las promesas de una segunda vuelta, la compañera Verónica, dueña de casa, nos despide diciendo “El hoy es nuestro diccionario”. Con el compromiso que esto implica, nos fuimos del barrio agradeciendo a las y los anfitriones y a la dirección de zona del Partido, esperando continuar con estas reuniones con nuestras y nuestros lectores.
hoy N° 2039 11/12/2024