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15 de enero de 2025

A 101 años de la muerte de V. I. Lenin

El imperialismo y las guerras

El 21 de enero de 1924 se cumplen 101 años de la muerte de Vladimir Ilich Lenin, el gran dirigente de la revolución obrera y campesina en Rusia y del proletariado internacional. En estos momentos en los que crecen los factores de guerra entre las potencias imperialistas, reproducimos extractos de su artículo de 1915 “El socialismo y la guerra” (Tres artículos de Lenin sobre la guerra y la paz. Pekín: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1976, www.marxists.org).

Los socialistas han condenado siempre las guerras entre los pueblos como algo bárbaro y feroz. Pero nuestra actitud ante la guerra es distinta, por principio, de la que asumen los pacifistas burgueses (partidarios y propagandistas de la paz) y los anarquistas. Nos distinguimos de los primeros en que comprendemos el lazo inevitable que une las guerras con la lucha de clases en el interior del país, y en que comprendemos que no se puede suprimir las guerras sin suprimir antes las clases y sin instaurar el socialismo; también en que reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter progresista y la necesidad de las guerras civiles, es decir, de las guerras de la clase oprimida contra la clase opresora, de los esclavos contra los esclavistas, de los campesinos siervos contra los terratenientes y de los obreros asalariados contra la burguesía. Nosotros, los marxistas, diferimos tanto de los pacifistas como de los anarquistas en que reconocemos la necesidad de estudiar históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de Marx) cada guerra en particular…

Si, por ejemplo, mañana Marruecos declarase la guerra a Francia, la India a Inglaterra, Persia o China a Rusia, etcétera, esas guerras serían guerras “justas”, “defensivas”, independientemente de quien atacara primero, y todo socialista simpatizaría con la victoria de los Estados oprimidos, dependientes, menoscabados en sus derechos, sobre las “grandes” potencias opresoras, esclavistas y expoliadoras…

 

La guerra actual es una guerra imperialista

Casi todo el mundo reconoce que la guerra actual es una guerra imperialista, pero en la mayor parte de los casos se tergiversa esta idea, ya sea aplicándola a una de las partes o bien dando a entender que, pese a todo, esta guerra podría tener un carácter burgués progresista, de liberación nacional. El imperialismo es la fase superior del desarrollo del capitalismo, fase a la que sólo ha llegado en el siglo XX. El capitalismo comenzó a sentirse limitado dentro del marco de los viejos Estados nacionales, sin la formación de los cuales no habría podido derrocar al feudalismo. El capitalismo ha llevado la concentración a tal punto, que ramas enteras de la industria se encuentran en manos de asociaciones patronales, trusts, corporaciones de capitalistas multimillonarios, y casi todo el globo terrestre está repartido entre estos “potentados del capital”, bien en forma de colonias o bien envolviendo a los países extranjeros en las tupidas redes de la explotación financiera. La libertad de comercio y la libre competencia han sido sustituidas por la tendencia al monopolio, a la conquista de tierras para realizar en ellas inversiones de capital y llevarse sus materias primas, etc. De liberador de naciones, como lo fue en su lucha contra el feudalismo, el capitalismo se ha convertido, en su fase imperialista, en el más grande opresor de naciones. El capitalismo, progresista en otros tiempos, se ha vuelto reaccionario; ha desarrollado las fuerzas productivas a tal extremo, que a la humanidad no le queda otro camino que pasar al socialismo, o bien sufrir durante años, e incluso durante decenios, la lucha armada de las “grandes”  potencias por el mantenimiento artificial del capitalismo mediante las colonias, los monopolios, los privilegios y todo género de la opresión nacional…

Entre 1876 y 1914, seis “grandes” potencias se apoderaron de 25 millones de kilómetros cuadrados, ¡es decir, una superficie dos veces y media más grande que la de toda Europa!… Desde el punto de vista de la justicia burguesa y de la libertad nacional (o del derecho de las naciones a la existencia), Alemania tendría sin duda alguna razón contra Inglaterra y Francia, ya que ha sido “defraudada” en el reparto de las colonias, y sus enemigos oprimen a muchísimas más naciones que ella; en cuanto a su aliada, Austria, los eslavos por ella oprimidos gozan sin duda de más libertad que en la Rusia zarista, verdadera “cárcel de pueblos”. Pero la propia Alemania no lucha por liberar a los pueblos, sino por sojuzgarlos. Y no corresponde a los socialistas ayudar a un bandido más joven y más vigoroso (Alemania) a desvalijar a otros bandidos más viejos y más cebados. Lo que deben hacer los socialistas es aprovechar la guerra que se hacen los bandidos para derrocar a todos ellos…

 

¿Qué es el socialchovinismo?

El socialchovinismo es la sustentación de la idea de “defensa de la patria” en la guerra actual. De esta posición derivan, como consecuencia, la renuncia a la lucha de clases, la votación de los créditos de guerra, etc. Los socialchovinistas aplican, de hecho, una política antiproletaria, burguesa, pues lo que propugnan en realidad no es la “defensa de la patria” en el sentido de la lucha contra el yugo extranjero, sino el “derecho” de tales o cuales “grandes” potencias a saquear las colonias y oprimir a otros pueblos… Entre los socialchovinistas figuran tanto los que justifican y exaltan a los gobiernos y a la burguesía de uno de los grupos de potencias beligerantes como los que, a semejanza de Kautsky, reconocen a los socialistas de todas las potencias beligerantes el mismo derecho a “defender la patria”…

Llegó la guerra y estalló la crisis. En vez de aplicar una táctica revolucionaria, la mayoría de los partidos socialdemócratas aplicó una táctica reaccionaria, poniéndose del lado de sus gobiernos y de su burguesía. Esta traición al socialismo marca la bancarrota de la II Internacional (1889-1914)

Es indudable que la guerra ha creado la más grave de las crisis y acentuado increíblemente las calamidades de las masas… Esta tarea sólo la expresa certeramente la consigna de la transformación de la guerra imperialista en guerra civil, y toda lucha consecuente de clase durante la guerra, toda táctica de “acciones de masas”, aplicada en serio, conduce de modo inevitable a dicha transformación. No podemos saber si un fuerte movimiento revolucionario estallará con motivo de la primera o de la segunda guerra imperialista de las grandes potencias, o si estallará en el curso de esta guerra o después de ella, pero de todos modos nuestro deber ineludible es trabajar de un modo sistemático y firme en esa dirección.

 

Sobre la derrota del “propio” gobierno en la guerra imperialista

Tanto los partidarios de la victoria de su propio gobierno en la guerra actual, como los defensores de la consigna de “ni victoria ni derrota”, adoptan igualmente el punto de vista del socialchovinismo. En una guerra reaccionaria, la clase revolucionaria no puede dejar de desear la derrota de su gobierno; no puede dejar de ver que existe una relación entre los reveses militares de este gobierno y las facilidades que éstos crean para su derrocamiento… Quien desee una paz firme y democrática, debe pronunciarse en favor de la guerra civil contra los gobiernos y la burguesía.

 

Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación

El medio empleado con más amplitud en la guerra actual por la burguesía para engañar al pueblo es el de ocultar los fines de rapiña con la ideología de la “liberación nacional”. Los ingleses prometen la libertad a Bélgica, los alemanes, a Polonia, etc. Pero en realidad, como ya hemos visto, se trata de una guerra entre los opresores de la mayoría de las naciones del mundo para afianzar y extender su opresión.

Los socialistas no pueden alcanzar su elevado objetivo sin luchar contra toda opresión de las naciones. Por ello deben exigir absolutamente que los partidos socialdemócratas de los países opresores (sobre todo de las llamadas “grandes” potencias) reconozcan y defiendan el derecho de las naciones oprimidas a la autodeterminación, y justamente en el sentido político de esta palabra, es decir, el derecho a la separación política. El socialista de una gran potencia o de una nación poseedora de colonias, que no defiende este derecho, es un chovinista.

El imperialismo es la época de la opresión creciente de las naciones del mundo entero por un puñado de “grandes” potencias, razón por la cual la lucha por la revolución socialista internacional contra el imperialismo es imposible sin el reconocimiento del derecho de las naciones a la autodeterminación. “Un pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre” (Marx y Engels). Un proletariado que acepte que su nación ejerza la menor violencia sobre otras naciones no puede ser socialista.

 

hoy N° 2042 15/01/2025