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26 de febrero de 2025

A 49 años del comienzo de la dictadura videlista

Así luchamos contra el golpe

El mes que viene se cumplen 49 años del nefasto golpe de Estado de 1976. En estos tiempos en el que el gobierno de Milei-Villarruel pretende negar los crímenes de la dictadura, reproduciremos documentos y notas que reflejen la posición política de nuestro Partido en esos años. Reproducimos extractos del Programa del PCR, aprobado por su 13 Congreso en octubre de 2022.

Las organizaciones en que cristalizó el agrupamiento de la pequeño- burguesía radicalizada tuvieron una línea equivocada que los llevó a cometer graves errores políticos y estratégicos. Con una interpretación errónea de la revolución cubana (lucha corta y acciones armadas al margen de las masas), con el yugo de la teoría del capitalismo dependiente y considerando a la URSS amiga de los pueblos (no imperialista), ubicaron como blanco principal de la revolución en la Argentina a la burguesía nacional. Calificaban a la burguesía nacional en el gobierno de proyanqui y a los sectores de la burguesía prosoviética (como Gelbard) los presentaban como burgueses nacionales. Todo esto los llevó a golpear centralmente primero a Perón y luego a Isabel Perón, repitiendo el error del PC de los años 1945 y 1955, con lo que favorecieron a los enemigos de la revolución que preparaban el golpe de Estado.

Estos errores permitieron que miles de jóvenes que querían cambios revolucionarios fueran instrumentados por el sector golpista prosoviético que, al mismo tiempo, operaba en las Fuerzas Armadas con el violovidelismo y otras corrientes. Una vez más, los sectores proimperialistas y proterratenientes pudieron instrumentar a sectores de la pequeña burguesía, para aislar al proletariado y hacer pasar sus planes golpistas.

Frente al accionar terrorista, un sector del peronismo impulsó la línea de enfrentar aparato contra aparato y se creó, en vida de Perón, la “Triple A” para la represión parapolicial “antisubversiva”. Aparecieron luego otras organizaciones “anticomunistas” dirigidas por fuerzas golpistas y de los servicios –algunas llamadas también como ‘triple A’– que desataron una ola de asesinatos a dirigentes obreros y populares, dirigentes peronistas reconocidos por su defensa del gobierno constitucional y hacia militantes de nuestro Partido, a partir de nuestra posición antigolpista.

El socialimperialismo soviético había sufrido golpes duros en Chile, Bolivia, Uruguay y Brasil. Corría el riesgo de perder su principal punto de penetración en el Cono Sur de América: Argentina. Como todo imperialismo joven y relativamente inferior en fuerzas a los imperialismos que quiere desalojar, demostraba un apetito insaciable. Pero tropezaba con una fuerza burguesa de carácter nacional, el peronismo, que quería aprovechar el control del gobierno, y el apoyo de las masas, para desalojarlo de sus posiciones…

El gobierno peronista no controlaba las palancas claves del Estado. Era un gobierno de burguesía nacional, con una política internacional tercermundista, débil y heterogéneo. Los principales golpistas como Videla (Comandante en Jefe del Ejército), Viola (jefe de Estado Mayor), Harguindeguy (jefe de la Policía Federal), Calabró (gobernador de la provincia de Buenos Aires), usaban sus puestos en el gobierno y el Estado para promover el aislamiento de Isabel Perón y el golpe. La presencia en el gobierno de sectores de derecha, como el que expresaba López Rega, junto a la actividad golpista de una gran parte de los dirigentes políticos y sindicales, facilitaron la división y el aislamiento del movimiento obrero y popular…

Sin embargo, la resistencia de una parte del peronismo, en especial de Isabel Perón, superó las previsiones de los estrategas del socialimperialismo.

Pero, sobre todo, se vieron sorprendidos por la resistencia del partido marxista-leninista del proletariado, el PCR, al que ellos habían dado por muerto hacía mucho. Pugnando por unir a todas las fuerzas patrióticas y democráticas para enfrentar el golpe de Estado, nuestro Partido, luchando por las libertades democráticas y demás reivindicaciones obreras y populares, tuvo una propuesta de gobierno de frente único antigolpista, una plataforma de emergencia y la consigna de armar al pueblo para enfrentar y derrotar el golpe.

Desde la posición antigolpista, nuestro Partido realizó un intenso trabajo para que el proletariado se colocara en el centro de la lucha contra el golpe, evitando la falsa opción de luchar por sus reivindicaciones y ser usados por los golpistas o no luchar y defender incondicionalmente a un gobierno cuya política no los satisfacía plenamente…

Desde 1969 se había desarrollado fuertemente el clasismo. La contradicción golpe-antigolpe dividió también aguas en el mismo. Durante la lucha antigolpista, los cuerpos de delegados y las comisiones internas y congresos de delegados jugaron un rol decisivo en la movilización del proletariado. El clasismo revolucionario pugnó por colocar a la clase obrera en el centro de un frente antigolpista para defender y avanzar en sus conquistas. Las asambleas del Smata de Córdoba, los congresos de la UOM y de Fatre, asambleas y ocupación del Swift de Berisso, Astilleros Río Santiago, Propulsora, FATE, etc., son ejemplos de esto. Al igual que los paros y tomas de fábrica el mismo día del golpe, como en Santa Isabel, ferroviarios de Rosario, rurales de Igarzábal y en varias otras empresas y gremios. En cambio, otros sectores clasistas fueron instrumentados por los golpistas, en especial por las fuerzas prosoviéticas. La lucha antigolpista de nuestro Partido le costó caro al socialimperialismo porque, debido a ella, fue desenmascarado ante grandes sectores populares y sus planes se dificultaron grandemente. Esto se unió a una activa y amplia denuncia del carácter del socialimperialismo soviético y a la denuncia en concreto de su penetración en la Argentina. Este es un mérito histórico de nuestro Partido que forjó, con sus detenidos y mártires en esa lucha, lazos de sangre con los peronistas y otros sectores patrióticos.

El PCR pagó con sangre su lucha, primero en defensa de las libertades democráticas y a partir de noviembre de 1974 su clara posición en contra de cualquier golpe de Estado, prorruso o proyanqui, contra el gobierno constitucional.

El 10 de octubre de 1974 fue asesinado por la policía el estudiante de Medicina Armando Ricciotti, en una manifestación por la reapertura de la Universidad de Buenos Aires, y el 29 de noviembre fue secuestrado y asesinado Daniel Winer, dirigente del Centro de Estudiantes de Ingeniería, de esa Universidad. El 7 de diciembre se produjo el intento de secuestro y, ante su resistencia, el fusilamiento en la puerta de su casa de Enrique Rusconi, en La Plata; también en esa misma ciudad son asesinados el 14 de mayo de 1975, Ana María Cameira, Carlos Polari, David Lesser y Herminia Ruiz, y el 23 de mayo, Guillermo Gerini. El 17 de junio fue secuestrada y asesinada, en Lanús, Patricia Inés Tosi, y el 20 de marzo de 1976 fue muerto en Mendoza, Mario Susso. Los objetivos de estos asesinatos eran hacer aparecer que mientras el Comité Central del PCR definía la posición antigolpista, el gobierno peronista mataba a nuestros camaradas. Es decir, mientras la dirección del PCR “apoyaba a López Rega” como decían ellos, López Rega y las tres A asesinaban a los militantes del PCR. Con los asesinatos pretendían desviar la línea de “No a otro 55. Junto al pueblo peronista, frente al golpe defender al gobierno constitucional de Isabel Perón”. Se pretendía acallar la posición antigolpista y la denuncia de los prorrusos como los golpistas más activos. La respuesta política del partido y la investigación demostraron que fueron los golpistas al servicio del sector lanussista de Videla- Viola y las bandas asesinas golpistas del gobernador de la provincia de Buenos Aires Victorio Calabró los que asesinaron a nuestros camaradas…

Tanto los terratenientes como un gran sector de la burguesía estaban ansiosos de “orden”, aterrorizados por el peso de los cuerpos de delegados y comisiones internas, a los que llamaban “soviets” de fábrica, y por el auge del terrorismo de derecha y de “izquierda”; y estaban ilusionados en el comercio con la URSS, que había sido el principal cliente de nuestras exportaciones en 1975. También existía una poderosa corriente golpista en el campesinado medio y en la pequeña burguesía urbana, corriente que crecía por la impotencia de la política reformista del peronismo para aliar a esos sectores contra el golpe.

Volcada así la correlación de fuerzas, era seguro que los monopolios europeos, la Iglesia y otros sectores apoyarían también, en última instancia, el golpe de Estado; y que el sector “duro” de los yanquis se cuidaría mucho de ir a un enfrentamiento en el que podía perder para siempre sus posiciones en la Argentina y encender un conflicto imprevisible en América del Sur.

Así fue posible el triunfo del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

Volvía a demostrarse que el proyecto de la burguesía peronista de “reconstruir primero el país en paz” para luego liberarnos, es equivocado e irrealizable. Que es preciso liberarnos primero de los terratenientes e imperialistas para poder luego reconstruir el país en beneficio de las masas populares. Una vez más fracasó el camino reformista de lucha contra el imperialismo y los terratenientes.

 

hoy N° 2048 26/02/2025