1. Situación compleja
La situación política sigue siendo muy complicada y muy cambiante.
Por un lado, el gobierno, que viene de una dura derrota electoral, contragolpea y ha logrado éxitos en sus disputas entre los de arriba. Los K persisten en sus planes de gobernar hasta el 2019. Y las derechas opositoras, que fracasaron en su intento de “controlar” al kirchnerismo desde el Congreso, vuelven a tratar de “arrear” a las masas hacia el “corral” del Congreso, y se reagrupan para el 2011. Por el otro, se profundiza el deterioro del gobierno entre los de abajo. Huelgas y piquetes ganan las calles.
Los grupos que tienen el poder en la Argentina, a los que llamamos el bloque dominante, están divididos. Por un lado el que acompaña a los K. Por el otro, Clarín, Techint, algunos de los que manejan la UIA y la AEA. Sólo hay un punto en el que están de acuerdo: llegar al 2011. A partir de ahí, se van alineando dos grandes fuerzas del sistema y sus candidatos.
La histórica lucha de los trabajadores de Kraft trazó el camino para enfrentar la política K que descarga la crisis sobre los trabajadores y el pueblo. La amplísima unidad multisectorial en solidaridad con esa huelga, como se vio el día de la represión y el lunes 28 de setiembre, unió múltiples afluentes. Se demostró que hay condiciones, con la clase obrera en el frente, para terciar, con independencia de los bandos en pugna de los de arriba, aprovechando sus enfrentamientos para el avance del combate y la unidad popular.
2. El grupo K
Los K son mucho más que los K. El “grupo K” ha crecido enormemente a la sombra de los negocios con el Estado: Lázaro Báez, Rudy Ulloa, Carlos Ferreyra, etc., son hoy poderosos empresarios constructores de obras públicas, petroleros, empresarios de turismo y medios de comunicación, etc. También están los “socios K”: Cristóbal López, Eskenazi, Britos, Relatz, Werthein, Eurnekián, Elztain, etc. Además, están las “alianzas estratégicas K”: con China, con Inglaterra, con España (en Repsol); alianzas que a su vez les ha permitido a los K acuerdos con “la rosca sojera”, la minería, y el petróleo.
Es un entramado de intereses complejo, que engordó mucho en los años de bonanza económica. Ahora, con la crisis, el achique de “la caja K” y el desgaste del gobierno, aparecen fisuras, síntomas de que algunos de los aliados conversan reservadamente con figuras de la oposición. En esta situación, los K buscan, más que nunca, recostarse sobre el mercado chino, brasileño, etc. (para eso los viajes de CK), y negocian con los usureros buscando despejar su horizonte.
Mientras Néstor K hace discursos contra los organismos financieros, abrió negociaciones con el FMI (al que ya le pagó al contado y por adelantado). El Fondo le reclamó que arreglara con los bonistas. Kirchner cumplió, le dio un gran negociado a los tres bancos que organizaron este arreglo: Barclays inglés, Citi yanqui y Deustche alemán, sometió los bonos de este escandaloso “megacanje” a la autoridad de Valores de Estados Unidos y a la Justicia de Nueva York. Pero el FMI no le abrió la mano, lo mandó a negociar la deuda con el Club de París. Los yanquis, ahora con Obama, siguen duros con los K.
Planes y recetas
El sueño de Néstor K siempre fue ser la cabeza de un agrupamiento de centroizquierda para polarizar con el centroderecha encabezado por Macri. El fracaso del transversalismo y la concertación plural llevaron a los K al PJ. Ellos consideran que las claves de esa fuerza son el dominio de los intendentes del Conurbano Bonaerense y el aparato sindical de la CGT. Claves para gobernar y claves para voltear a un gobierno si no se las domina. El Congreso “se resuelve” manteniendo “a ración” a los gobernadores, como acaba de verse con la escandalosa borocotización de Ricardo Colombi, apenas electo a la gobernación correntina. Un ejemplo de la podredumbre de la “democracia” del sistema.
La receta K es: un grupo económico fuerte, socios poderosos, alianzas estratégicas con el imperialismo en ascenso y negocios con “países emergentes” (Brasil, India); y dominar el PJ, la CGT y un poderoso grupo multimedios. Con esto, si puede, ganar en el 2011; y sino, quedar como una fuerza poderosa, económica y política, para jugar fuerte en cualquier situación.
Kirchner lo desplumó a Reutemann: borocotizó a Latorre. A Macri le dio un golpe durísimo con el espía Ciro James: la Policía Federal que maneja Aníbal Fernández y la SIDE K no pueden tolerar un rival que les dispute los grandes negocios sucios de la Capital Federal. Con estas “operaciones” y la reforma electoral, los K no sólo buscan las mejores condiciones para sus aspiraciones, sino que también, favorecieron a la UCR eligiendo a su rival: Cobos. Kirchner cree que puede alinear al PJ en la segunda vuelta para derrotar a un Cobos “esmerilado” (ya le “borocotizó” a Colombi). Para este plan, debe impedir que Duhalde le arme una fuerza que divida a los intendentes y punteros del Gran Buenos Aires.
Se van definiendo muchos en función de ese “armado” de dos grandes fuerzas del sistema. Un ejemplo de ese “alineamiento” es el acto de la Mesa de Enlace en Palermo, en el lugar en el que se siguió el voto de Cobos. Es un nuevo hecho para apartar al movimiento agrario de la lucha, “arrearlo” al Congreso de los Borocotó, y poner fichas en el juego de los de arriba para el 2011.
3. El camino de la huelga de Kraft
“Kirchner dispara sobre Cobos, sobre Macri y, en última instancia, sobre él mismo. ¿No está preparando acaso el escenario perfecto para que regrese aquella cacofonía social que exigía que se vayan todos?”. A Joaquín Morales Solá, que escribió esto, (La Nación, 22/11), le resulta una “cacofonía”, le suena mal, aquella consigna que fue la más maravillosa melodía del 2001: “que se vayan todos”. Y a los de arriba les espanta que se vuelva a cantar en los piquetes y las marchas obreras y populares; incluso en los reclamos populares contra la inseguridad, como sucedió en Wilde.
Este es el problema de fondo de la Argentina. Frente a la crisis, no sólo están los dos bandos de los de arriba, hay un tercero, que ganó las calles y va silbando su propia melodía.
Hay una enorme corriente en el movimiento obrero –jóvenes, mujeres y veteranos– que están hartos de la política kirchnerista que les carga la crisis sobre sus espaldas. Están asqueados de los jerarcas sindicales traidores y conciliadores, y del aparato político del sistema que genera a los Colombi.
La histórica huelga de los trabajadores de Kraft mostró a millones un camino de lucha para enfrentar los despidos y la crisis, y a fuerzas, como la CCC y el PCR, que fueron motor de una unidad muy amplia, con la lucha obrera en el centro de la política, confluyendo con los reclamos populares, patrióticos y democráticos.
Sobre la base de la lucha, avanzan los procesos de recuperación de las comisiones internas, cuerpos de delegados y sindicatos, que crean las condiciones para multiplicar las luchas, con protagonismo y democracia de masas, y direcciones clasistas. No es tarea fácil frente a poderosos aparatos con dirigentes-empresarios; y con monopolios poderosos que juegan por derecha, y no le hacen asco a usar a grupos que “se colocan de izquierda” y son funcionales a las patronales aislando las luchas y llevándolas a la derrota.
Universalizar los planes
Sigue creciendo la oleada de luchas: Kraft, petroleros, subte, salud, docentes, rurales, campesinos pobres y medios, chacareros, originarios y estudiantes en varias provincias, etc.
La larga lucha de los desocupados y los jubilados, con la CCC y el MIJP a la cabeza, instaló en la agenda política la grave situación de hambre y pobreza. Mucha hambre, mucha pobreza y mucha bronca.
El gobierno anunció los subsidios a la niñez y el plan de puestos de trabajo en cooperativas, que se venían reclamando, con la lucha, desde hace años. Son un paso adelante. Claro que el kirchnerismo los considera herramientas de política clientelista para el 2011. Las fuerzas clasistas luchan para su universalización, la no eliminación de los otros planes, y el conjunto de reclamos que impidan su uso político y posibiliten que lleguen a las grandes masas castigadas por la crisis. De igual manera luchan los jubilados y mayores contra el saqueo de la Anses y el PAMI, por aumentos en las jubilaciones y demás reivindicaciones.
Vivimos tiempos en los que se van sintiendo cada vez más las consecuencias de la crisis y la política kirchnerista de descargarla sobre el pueblo: más despidos, se acaban los pesitos de las indemnizaciones, sigue la inflación y los salarios están por el piso, sigue el ahogo presupuestario de la salud y la educación, la seca provoca desastres, las finanzas provinciales y municipales en rojo, etc.
Vamos a más tormentas sociales y políticas. El camino trazado por la heroica lucha de los trabajadores de Kraft y el amplísimo y combativo movimiento que confluyó con esa huelga, es un punto de referencia para millones, que agrega nuevas enseñanzas al Argentinazo y la rebelión agraria, para terciar y reagrupar fuerzas para conquistar un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático.