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17 de septiembre de 2025

Extractos de una charla de Jacinto Roldán

Construir un gran partido para la revolución

Reproducimos la primera parte de una charla de nuestro querido secretario general del PCR, Jacinto Roldán, fallecido el 30 de abril. Esta charla fue parte de un ciclo organizado por el Instituto Marxista Leninista Maoísta de la Argentina en el 2014.

“Buenas tardes a todos los compañeros, quiero agradecer la presencia de todos y vamos a hablar en esta charla sobre Mao Tsetung y el papel del Partido.

Nacimos hace ya 46 años. Muchos veníamos del Partido y de la Juventud comunistas y habíamos crecido teniendo a la Unión Soviética como el gran faro que irradiaba la lucha de los pueblos del mundo; muchos de nosotros entusiasmados con la revolución Cubana y dispuestos a seguir al Che Guevara. Pero no encontrábamos explicación a lo que estaba pasando, después del 20° Congreso del Partido Comunista de la URSS del año 56.

Por las necesidades de la política y de nuestra práctica, llegamos al maoísmo. El maoísmo nos ayudó a comprender que la lucha de clases sigue existiendo bajo la dictadura del proletariado y entendimos por qué la gloriosa Unión Soviética, de ser un país socialista se había transformado en un país capitalista: La revolución había sido derrotada.

La Revolución Cultural proletaria, con Mao Tsetung a la cabeza, mostró cual era el método para resolver las contradicciones en el seno del pueblo bajo la dictadura del proletariado.

Cuando las delegaciones del CC del Partido Comunista Revolucionario y de la Juventud Comunista Revolucionaria que –fueron bastantes– visitaron China, los camaradas chinos nos decían reiteradamente: “China hoy es roja, mañana se puede transformar en blanca”. Lo que pasó en la Unión Soviética podía pasar en China y en los demás países socialistas. Nos decían que eso de pasar de rojo a blanco también podía pasar en un partido o con los militantes. Era difícil entender cómo dirigentes de origen obrero como Kruschev y Brezhnev en Rusia, y Teng Xiaoping y Liu Shaochi en China, todos hombres formados en el Partido, que jugaron un papel importante para el triunfo de la revolución, se transformaron en seguidores del camino capitalista y en cabezas de la contrarrevolución.

Recordaba Chou Enlai, connotado dirigente del Partido Comunista de China, que en una entrevista Kruschev le dijo “yo vengo de una familia de ferroviarios, de obreros, y usted es hijo de un mandarín”. A lo que Chou Enlai le contestó “tiene razón, usted es hijo de obreros y yo de un mandarín; pero tenemos algo en común, los dos somos renegados de nuestra clase de origen”.

Es decir, que la lucha entre la ideología burguesa y la ideología proletaria, entre el marxismo y el revisionismo, es permanente. También es importante para nosotros porque vivimos en una sociedad burguesa y las ideas revisionistas existen y, si no se les da batalla, triunfan. Y cuando la base ideológica cambia, cambia la política. Por eso es muy importante, para nuestro Partido y para la Juventud Comunista Revolucionaria, avanzar en la lucha ideológica para afirmar nuestra línea de hegemonía proletaria y poder dar batalla a la ideología burguesa.

En el año 1979, el camarada Otto Vargas, al volver de China, señaló que China había cambiado de color, que se había restaurado el capitalismo. Fue un golpe doloroso, hubo mucha discusión; se estuvo en contra pero estábamos mejor pertrechados, gracias al maoísmo, para poder comprender lo que estaba pasando.

Fuimos entendiendo que el cambio de color se produce con la traición a la doctrina: porque la fidelidad y el desarrollo del marxismo con Lenin en el curso de la revolución en Rusia y con Mao Tsetung en China, habían sido traicionadas.

Y con el triunfo del revisionismo se produjo el ascenso de la burguesía al poder, en Rusia en 1957 y en China en 1978.

Nosotros no somos ni prorrusos ni prochinos. Nuestra fidelidad es a la doctrina del marxismo-leninismo-maoísmo y defendemos la historia y las tradiciones de lucha de la clase obrera y la tradición de lucha de los comunistas, en los triunfos y en las derrotas.

Los comunistas llegamos a dirigir una tercera parte de la humanidad –siempre lo decimos–, y fuimos derrotados. Cientos de millones de hombres y mujeres vivían bajo el socialismo. Se resolvió el hambre, el techo, la salud, la educación, el acceso a la ciencia y la cultura para esos cientos de millones. Ningún país capitalista protegió la vida humana como la protegió el socialismo.

Pero una cosa era, por esos años, reivindicarse comunista en medio de la Revolución Rusa, en medio del triunfo de la Revolución China, en medio de la Revolución Cubana, en medio de la lucha de la guerra de Vietnam contra el imperialismo yanqui, en medio del mayo francés, etc. Cuando se decía que uno era comunista… Ahora, es otra cosa, porque en el mundo después de las derrotas la campaña anticomunista es un vendaval. Se da como verdad revelada que el comunismo ha fracasado. Que Lenin y su teoría de la vanguardia está perimida. A Stalin, jefe del ejército rojo que derrotó a los nazis, se lo compara a Hitler y de Mao Tsetung se dice que era un campesino que salió poco de China.

Si se presenta como comunistas a regímenes fascistas como el de Corea del Norte o al imperialismo de China; y aquí, en Argentina, el falso Partido Comunista apoyó la dictadura de Videla y hoy es parte del gobierno de Cristina Kirchner, peor propaganda anticomunista que esa no puede haber…

En medio de esa ofensiva anticomunista venimos a reafirmar que somos comunistas revolucionarios, reafirmamos nuestra doctrina levantando las banderas de Marx, Lenin y Mao Tsetung y venimos a hablar sobre el papel del Partido de vanguardia. Porque entendemos que sigue teniendo vigencia la necesidad de la revolución y siguen vigentes las verdades universales del marxismo-leninismo-maoísmo. La posición, el punto de vista y el método marxista-leninista-maoísta, son bombardeados por el enemigo, están bastardeados por muchos de nuestros amigos y está en lucha en forma permanente en nuestro Partido y en la JCR.

 

El marxismo-leninismo-maoísmo es una ciencia de la revolución

El marxismo-leninismo-maoísmo es una ciencia de la revolución y, como toda ciencia, tiene que ser estudiada porque sin teoría revolucionaria no hay partido revolucionario.

Como nos enseñaron nuestros maestros, concebimos al marxismo-leninismo-maoísmo, no como un dogma, no como algo abstracto, sino como una guía para la acción. Eso nos enseñaron.

La revolución la hacen las masas, en la Argentina y en cualquier país del mundo, pero sin Partido de vanguardia no hay revolución triunfante. Por eso decimos que renunciar a la construcción del Partido es abandonar la lucha por la revolución.

Lo que está en debate es si vale la pena la lucha por la revolución; está en debate si vale la pena el esfuerzo militante para que el PCR juegue su rol de vanguardia. Este es un punto.

El otro tema que quiero plantear, importante, que nos enseñó el maoísmo es la necesidad de integrar las verdades universales del marxismo a la realidad de la revolución en la Argentina. Sin la integración, el marxismo deja de ser una guía para la acción. La unidad de la teoría y la práctica según Mao Tsetung es uno de los principios fundamentales del marxismo.

Este concepto maoísta, que la doctrina no se “aplica”, sino que se integra a la realidad de cada país es una gran enseñanza. Porque, para integrar, es necesario estudiar la doctrina e investigar la realidad: la historia de luchas de nuestro pueblo, los enemigos que enfrenta, toda esa complejidad de un pueblo y de una nación.

 

hoy N° 2077 17/09/2025