Los trabajadores municipales de la ciudad de Bariloche hemos dado pelea para poder recuperar el Soyem (Sindicato de obreros y empleados municipales), que por más de 25 años fue dirigido por la Lista Blanca oficialista, que ha cogobernado con el poder ejecutivo de turno. La Lista Celeste obtuvo una victoria histórica, ganando con más del 54% de los votos de los 1.700 trabajadores que conformamos este Municipio. Estamos concientes que lo que hemos logrado ha sido un triunfo importantísimo, pero que nos esperan tiempos turbulentos.
A un mes de haber asumido la nueva conducción, los trabajadores municipales salimos a decir basta de avasallamiento, y no a la tercerización de ningún área del municipio, ganamos una batalla en defensa de nuestra fuente de trabajo. Se realizó una marcha multitudinaria, con más del 95% de sus trabajadores en las calles. A partir de esto, el intendente tuvo que retirar su proyecto de tercerización de servicios municipales, que implicaba la pérdida de puestos de trabajo de nuestros compañeros.
Sabemos que no es casualidad, ni desidia, ni inoperancia, la crisis en que estamos inmersos. Sino que es producto de una política de sumisión y entrega de los recursos nacionales, provinciales y locales; y de negociados de las gestiones municipales de turno en defensa de los intereses de sus amigos, contando con la complicidad de dirigencias sindicales traidoras. Gestiones que han puesto punteros políticos en cargos de dirección, a quienes se les paga por favores políticos con sueldos que rondan arriba de los $ 6.000 (sueldo pagado por los obreros y empleados con su trabajo, y que representa el salario de 3 o 4 obreros).
Basta del avasallamiento
Los municipales no somos vagos, inútiles ni inoperantes, como pretenden hacernos parecer; sino que este es un plan sistemático para justificar la inacción de la Intendencia ante servicios que debiera prestar correctamente. No es posible prestar un buen servicio, cuando no se cuenta con los elementos, insumos, materiales y herramientas, para llevar a cabo la tarea; no hay indumentaria, no se pagan los seguros obligatorios de vida para los trabajadores.
Todos los días, nuestros compañeros ponen en juego su vida. Sabemos cuándo salen a trabajar, pero no tenemos la seguridad de que vuelvan sanos y salvos, porque en la flota de vehículos ni uno pasa la revisión técnica, encontrándose todos en deplorables condiciones: de los 11 vehículos de la recolección de residuos, sólo 5 funcionan correctamente. Los compañeros de barrido y limpieza no tienen ni los escobillones; los compañeros de la administración compran los útiles de oficina con su propio dinero; el servicio social no cuenta con los recursos necesarios para afrontar las precarias condiciones de vida, agravada por los efectos de la crisis económica, de una gran mayoría de los barilochences.
Por todo esto y mucho más, es que hoy hemos tomado el bombo y roto el silencio, diciendo ¡Basta de avasallamiento y no a la privatización! Y a esta pelea por la defensa de nuestros puestos de trabajo, ¡la ganamos!