Vino de su pueblo a Rosario, a estudiar en la entonces Universidad Nacional del Litoral y fue alcanzada por la oleada de los 60. Años de grandes luchas antiimperialistas y revolucionarias como la derrota yanqui en Vietnam, el Mayo Francés, la liberación de las colonias de África y Asia y muy particularmente la Revolución Cubana y la “querida presencia” del Che Guevara.
Ingresó al movimiento estudiantil y adhirió al MOVIMIENTO ESTUDIANTIL NACIONAL DE ACCION POPULAR (MENAP) y de allí en adelante durante 60 años dedicó gran parte de su vida a hacer realidad en la Argentina esos sueños de cambios revolucionarios.
Primero en Rosario y luego en Corrientes donde participó intensamente en los preparativos del levantamiento estudiantil del Correntinazo, amasado con la sangre de Juan José Cabral, que abrió un reguero de luchas que, culminando en el Cordobazo, cavaron la tumba de la dictadura de Onganía-Lanusse.
Junto con eso, participó de la creación del PCR, recogiendo las banderas rojas abandonadas por revisionistas y traidores. Convicciones y principios que no abandonó jamás.
La lucha por construir ese partido une las mil actividades de Titi a partir de ese momento, particularmente la resistencia a la dictadura de Videla donde asombraba su serenidad cuando caminábamos al borde del abismo y en lo que fue su obra máxima: La creación del Movimiento de Mujeres en Lucha contra los desalojos de campos empujados por los gobiernos y los terratenientes.
Había que tener valentía para formar un movimiento de mujeres, dirigido por mujeres, en una sociedad machista que todavía no había parido la gran rebelión de las mujeres de los 2000.
Participó activamente en la lucha contra el latifundio y los terratenientes parásitos, chupasangres de los campesinos y obreros rurales, junto con el “Vasco” Paillole en el trabajo en FAA, la creación de Chacareros Federados y en el inicio de las luchas contra las retenciones.
Bien se puede decir de Titi que nada de lo humano le fue ajeno, y que se indignaba contra cualquier injusticia en cualquier lugar del planeta como decía el Che.
De allí también su infinita solidaridad con los compañeros y compañeras, con su familia y sus amigos.
Lucha, valentía, solidaridad. Entrañablemente unidos con la firmeza en la defensa de sus principios y de sus opiniones. Porque Titi no era de “arrear” y era visceralmente enemiga de las “agachadas”.
Valentía, solidaridad y firmeza que le ganaron el respeto, pero sobre todo el cariño de propios e incluso de muchos extraños y que le dio una gran capacidad para unir contra cualquier divisionismo, en el partido y en todos los lugares que actuó.
Despedimos sin ninguna duda, una de las compañeras más respetadas y queridas.
Con el ejemplo de ella y por ella volvemos a jurar una vez más que vamos a mantener la lucha por un campo para los campesinos, por una patria libre y sin dominaciones extranjeras, por una sociedad sin hambre, sin represión y sin explotación del hombre por el hombre.
¡Hasta la victoria querida Titi!
Partido Comunista Revolucionario de Santa Fe