Estamos aquí sus seres queridos, sus compañeros. Venimos a despedir al camarada Pedro, una dolorosa pérdida para nuestro Partido.
Pedro era su nombre de guerra, se llamaba Guillermo Fortuna. Nació en La Plata en el barrio El Mondongo, barrio humilde que hizo popular al fallecido René Favaloro.
El gordo Pedro era un hombre con virtudes y defectos como todos nosotros. Cuando alguien muere se hace el balance de su vida. En la vida de cada uno de nosotros, en la vida de todo el mundo, hay dos columnas, una es el debe y la otra es el haber; y se ponen en la balanza. En la vida de Pedro, lo principal es que nunca abandonó la lucha. Convencido del camino que eligió, convencido de que vale la pena la lucha por la revolución y de que el Partido Comunista Revolucionario era su partido.
Estudió en la Facultad de Ciencias Económicas de La Plata, trabajó en el Taller Naval de YPF en Berisso, se incorporó a la lucha y en 1972, se afilió a nuestro partido. Fue parte del contingente del Partido y de la Juventud de La Plata, Berisso y Ensenada que en el período de la lucha antigolpista, frente a los asesinatos y las detenciones, transformó su dolor en fuerza y llevó a fondo la línea antigolpista de nuestro partido entre las masas.
En la época de la dictadura fascista de Videla-Viola fue perseguido, y en condiciones muy difíciles, encabezó la reconstrucción de la Juventud Comunista Revolucionaria de La Plata.
Luego, ya con el alfonsinismo, y luego el menemismo, como acá se dijo, fue secretario nacional de la JCR durante casi diez años. Y en ese período tuvo aciertos importantes y cometió errores. Desde 1995 hasta ahora fue secretario del Partido regional San Martín en el Gran Buenos Aires, como acaba de decir el camarada Marcos.
Yo quiero señalar que cuando el proletariado fue derrotado en el mundo y se desató esa gran ofensiva anticomunista y reaccionaria por parte de la burguesía, el gordo Pedro en cada uno de los puestos de lucha que ocupó, defendió las banderas del marxismo-leninismo-maoísmo, y lo hizo con orgullo. Digo esto, porque en la vida, todos, hombres y mujeres tenemos ambiciones. En la vida de Pedro, con sus aciertos y errores, su ambición principal fue ser un comunista fiel al Partido, servir al pueblo y servir a la revolución. Como aprendimos de los maoístas chinos, nosotros con mucho dolor velamos a nuestros muertos y seguimos la lucha por la revolución. Porque como dijo Otto Vargas hace unos días, sin revolución no se va a resolver ni un solo problema del pueblo argentino.
El recuerdo del gordo Pedro nos acompañará siempre en la lucha por la revolución. Guillermo Fortuna, querido gordo Pedro: ¡presente, ahora y siempre!
02 de octubre de 2010