—¿Cómo evalúa los acontecimientos de los últimos meses con la ofensiva reaccionaria?
—La derecha preparó cuidadosamente, en alianza plena con los organismos de la embajada norteamericana, un verdadero golpe cívico prefectural.
Pretendieron tomar el poder en las regiones donde controlaban las prefecturas y de esa manera provocar una escisión del país y quizás la intervención extranjera para consolidarla. Prepararon incluso asonadas como la de Pando que ha significado una verdadera masacre, un genocidio que habla de más de 20 muertos y muchos desaparecidos. Pero la resistencia del pueblo, las movilizaciones enormes que se produjeron en todo el país, incluidos los departamentos donde ellos creían tener hegemonía, hicieron retroceder esta intentona y finalmente se frustraron.
Los resultados del referéndum provocaron esta última estrategia para dividir Bolivia, no lo lograron y desde entonces se ha producido una fractura muy profunda en las fuerzas reaccionarias. Tenemos entonces referendum el 25 de enero, para aprobar esta nueva Constitución política.
En algunos casos ceder a la derecha en algunos problemas referidos a la tierra, a la mayoría de los dos tercios para lograr consenso para la aprobación o modificación de la propia Constitución, indudablemente constituye para la derecha, no un triunfo pero digamos sí un logro, que no lo esperaron porque se consiguió después de su derrota catastrófica en el famoso golpe y en el referéndum.
La situación es compleja, pero en general el movimiento obrero, popular, originario y campesino es muy grande. Las masas en Bolivia no se han movilizado nunca antes como ahora. Hubo una marcha para la aprobación de la ley para el referéndum que ha movilizado a unas 400 a 500 mil personas, movilizaciones que son inéditas en la historia del país.
—Dos años en el Ministerio, primero como viceministro, ahora como ministro. ¿Cuál es su balance de estos dos años de trabajo?
—Un balance muy positivo. Esto después del primer año, donde hubo una serie de enfrentamientos con sectores sobre todo cooperativos y también empresariales, que no lo hacían de manera directa pero sí usando a sectores de la minería chica y cooperativizada. Nos generaron serios problemas, impidieron la aprobación de una serie de leyes y decretos hacia una nueva visión de la minería y la recuperación de la soberanía del Estado en los recursos mineros.
Después de ese primer año hemos logrado importantes avances. Una adhesión de sectores mayoritarios de los cooperativistas, que fueron los protagonistas del rechazo inicial, que ha permitido dictar las leyes de reserva fiscal de recuperación de las funciones productivas de Comibol, empezar con nuevos proyectos productivos, con la fundición de bismuto, una fábrica de ácido sulfúrico en Eucaliptos, el inicio del proyecto de explotación y producción del cobre metálico en Coro Coro.
Por otra parte, Morales ha iniciado un proyecto y un proceso de ayuda a las cooperativas y a los mineros chicos que es inédito también en la historia republicana. Se trata de un apoyo en maquinaria y equipo. Y últimamente hay fondos para mantener el precio del zinc a niveles que permitan la producción.
—¿Cómo se prepara Bolivia para enfrentar la crisis económica mundial?
—Nosotros estamos recibiendo la crisis a través del comercio y de la rebaja de los precios de los minerales, lo que era, en los últimos dos años, el motor de la economía boliviana. Sobre todo el año 2007 y el 2008 el crecimiento de la minería da cuenta de más de un tercio del crecimiento del producto interno bruto; esto va a rebajar drásticamente el próximo año.
Este año su incidencia sería menor porque la crisis empieza recién los últimos dos o tres meses, después de unos nueve meses de una coyuntura muy elevada, pero se hará evidente el próximo año con la disminución de las explotaciones, de las divisas, de los ingresos tributarios provenientes de la minería, con la división de las regalías de los departamentos provenientes de la minería y también, yo creo, una disminución del empleo, por el cierre de algunas unidades. Pero el gobierno tiene un plan estratégico para combatir esta crisis.
En este momento, si unimos las producciones del Perú, Chile, Bolivia, Argentina y Brasil podemos influir grandemente en los precios de varios productos minerales, y esa va a ser una propuesta que nuestro presidente va a hacer en la próxima reunión en Río de Janeiro.
Tenemos entonces un plan para enfrentar una crisis tan dura que a no dudar está impactando ya, pero no como en el pasado, cuando llegaba en gobiernos absolutamente leales al capital extranjero que tenían la política capitalista de cerrar las minas, como ocurrió en el ’85. En este momento nuestro plan ni siquiera piensa en el despido, tenemos otras medidas.
—¿Cómo es la situación actual de la minería en Bolivia, y en particular cuál es la situación de la mina del Mutún?
—La minería en Bolivia, en este momento está todavía disfrutando de los precios muy altos. Las exportaciones mineras han de estar cerca de los 2.000 millones cuando el año pasado llegaron a 1.300, es decir un incremento de un 40 o 50% en valores de exportación, pero también en volumen. Pero indudablemente ya viene la crisis, y es posible una disminución de la producción, sobre todo de zinc. No creo que baje la producción de estaño…
Yo creo que por el contrario la producción de plata va a aumentar con la incorporación de varios proyectos argentíferos, y porque el precio de la plata no ha caído en la medida de otros minerales.
El Mutún está enfrentando algunos problemas en relación al área de contratos que tenemos que entregar a la empresa Yingao de la India, por la existencia de empresarios terratenientes que son dueños del suelo. El gobierno a través de la empresa Mutún ha negociado con ellos, pero la última información que tenemos es que importantes terratenientes no tienen títulos de propiedad porque no tienen saneada su tierra, ratifican la espuria propiedad del terrateniente y por lo tanto no podemos tener ese terreno para entregar a la empresa. Vamos a proceder a la expropiación para entregarle definitivamente a la empresa, que ha iniciado trabajos de perforación de pozos, trabajos para un camino que tiene que servir también eventualmente o combinadamente para la exportación, levantamiento de la infraestructura física, y la primera fase de minería. Estamos en esta situación, y estoy seguro de que el 2009 va a significar el inicio de la inversión de más de 200, 250 millones por año de la empresa Yingao.
—¿Cómo es la relación entre el Ministerio y la federación de trabajadores mineros de Bolivia?
—Las bases, y algunos dirigentes también, están adheridos al proceso. El ejecutivo de la COB está en el proceso; no tan militantemente los sindicatos ni la federación de mineros, pero con ellos me une también personalmente una relación muy cercana, porque yo fui miembro de la COB, fui asesor de la Federación de Mineros muchos años, y por eso hay una relación muy cordial.
Eso no significa que no haya problemas. Hemos tenido inconvenientes en el tratamiento del incremento salarial de este año que fue espectacular y que yo peleé, no para escatimar el incremento sino para que no sea tan grande y de ese modo hagamos más sostenible en el tiempo la empresa.
Nosotros no somos empresarios, no vamos a ganar de allí, es una empresa estatal. Queremos darle continuidad y seguridad a los trabajadores. Pero en general yo califico las relaciones de cordiales, incluso fraternas.