Asi se avanza
El acto de los obreros de Paraná Metal en Villa Constitución, en lucha contra los despidos, fue un gran paso de avance en el combate para impedir que la crisis se descargue sobre la clase obrera y el pueblo. Tuvo el apoyo de la comisión interna de GM, la CTA, la CCC y otras fuerzas del movimiento obrero, llegaron con su solidaridad los chacareros de Federación Agraria, dio su apoyo el pueblo de esa localidad, y tuvo la solidaridad de numerosas fuerzas políticas.
La decisión fue tomada por la asamblea de los obreros de Paraná Metal, que derrotaron con su votación a la propuesta de la dirección de la UOM de impedir esa confluencia de los trabajadores, los chacareros y el pueblo, que es histórica. Confluencia que llenó “de odio” a Kirchner (Clarín, 16/1), y fue repudiada con histéricas declaraciones por la dirección propatronal y prokirchnerista de la UOM nacional y el ministro de Trabajo, Tomada. La presencia de los chacareros fue una decisión de la asamblea de Arroyo Seco, que reunió a los combativos distritos 6 y 7 de Federación Agraria y autoconvocados, y a propuesta de Chacareros Federados, decidió marchar nuevamente al paro activo agrario, y confluir con la lucha de los trabajadores contra los despidos.
Con la lucha histórica de los trabajadores de GM en curso, los de Paraná Metal, y el conflicto por el despido de 2.440 en Siderar, entre otras luchas, el cordón industrial del sur de Santa Fe y Norte de Buenos Aires se ha recalentado.
Otros actos, en San Pedro y Coronel Vidal, marcaron, también, pasos de avance en la misma dirección que el de Villa Constitución. Mostraron que un amplio arco de fuerzas agrarias ya está en pie de lucha. El de San Pedro unió a los chacareros con los obreros rurales, denunciando el incumplimiento del gobernador Scioli de su compromiso de un subsidio para afrontar la sequía. Además, en las dos concentraciones estuvo la presencia solidaria del movimiento obrero a través de la CCC; y el apoyo de un abanico de fuerzas políticas opositoras.
Las suspensiones y vacaciones anticipadas, fueron pactadas por la “santísima trinidad” –patronales, gobierno y jerarcas sindicales traidores y conciliadores– para “desarmar” al movimiento obrero, creando así las condiciones para concretar una oleada de despidos y rebajas salariales en febrero y marzo, que descargará la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. Esta política comenzó a fracasar.
El acto y corte de Villa Constitución y el reinicio de la rebelión agraria le dieron un gran envión al camino para que la crisis la paguen los que se llenaron los bolsillos con la política de hambre y entrega, y sus gerentes los Kirchner.
Los gerentes
La crisis es un infierno para los obreros y el pueblo de la ciudad y el campo. Pero no es inevitable que sea así; es el Estado oligárquico-imperialista, que gerencian los Kirchner, el que decide quién se salva y quién se hunde.
Junto a la oleada de despidos, crecen la hambruna y la miseria en las barriadas populares. Fue en una situación así que el Argentinazo barrió con el gobierno hambreador de De la Rúa y conquistó dos millones de planes sociales; en ese entonces un peso era igual a un dólar, por lo que aquellos $ 150 de un plan serían hoy $ 520. No es casual que los desocupados de hoy, y los jubilados, con la CCC a la cabeza, estén impulsando la confluencia de sus luchas con las de los trabajadores ocupados y los chacareros.
Mientras en los países imperialistas rebajan los impuestos para estimular la producción, aquí los Kirchner y sus funcionarios borocotizados pegan tarifazo tras tarifazo: aumento de los micros, trenes y subtes en la Capital Federal y el Conurbano Bonaerense, aumento de la electricidad (en algunos casos más del 1.000%), aumento de los peajes (hasta el 300%), aumento de los impuestos inmobiliarios, se viene el tarifazo en el gas. Así, le garantizan las ganancias a las empresas privatizadas (asociadas con empresarios K) y hacen “caja K” para pagar la deuda.
Los K, la crisis, y la seca…
Golpeadas por la crisis económica y por la sequía, la situación de las masas trabajadoras y campesinas es dramática. Pero es el Estado oligárquico-imperialista, que gerencian los Kirchner, el que decide quién se salva y quién se hunde. Un ejemplo: el gobierno redujo un 5% las retenciones a la fruta, pero esos $ 55 millones en lugar de destinarlos a los salarios de los trabajadores rurales y a garantizar precios sostén para los campesinos pobres y medios, se los entregó a 6 monopolios exportadores (intermediarios de capitales imperialistas).
Cayó la producción de trigo, y es enorme la pérdida en el maíz y el girasol. Hay estimaciones de que se perdería el 40% de la cosecha de soja: 7.300 millones de dólares. Se derrumba la producción ganadera. Los agricultores de los cultivos regionales reciben centavos mientras un puñado de monopolios los exportan o los venden en el mercado interno a 30 veces de lo que le pagaron al campesino: le compraron al fruticultor a $ 0,23 el kilo de damasco que llegó a las góndolas a $ 7.
En medio de la brutal sequía, el gobierno anunció medidas ridículas (créditos para la compra de máquinas) mientras decenas de miles de chacareros perdieron sus cosechas o las harán con pérdida. Esta provocación enardeció los ánimos ya caldeados. Gobernadores como Scioli, que no podían pisar un pueblo sin ser abucheados, ahora reconocen que “el campo tiene razón”, y corren, con la TV a cuestas, a llevar agua a localidades que amenazan con puebladas porque no tienen ni para tomar.
Las asambleas y actos en Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires, han marcado la cancha a las direcciones para la lucha: no se aguanta más.
No hay tiempo
Los Kirchner giran alrededor de la caja K. Sus recaudadores ya han sido corridos a huevazos en algunos pueblos de las provincias. No los conmueve el hambre, ni la seca: quieren caja para pagar la deuda, hacer negocios, y borocotizar dirigentes para las elecciones. Durante 4 años manejaron a su antojo, con los superpoderes, $ 100.000 millones, y hoy vamos en camino de tener tanta hambre, desocupación y pobreza como cuando llegaron los K al gobierno.
Ecuador investigó su deuda. Le demostró a Noruega que le quería cobrar un barco que nunca habían recibido, y Noruega tuvo que condonarle esa deuda. La deuda argentina fue investigada por Alejandro Olmos y el juez Ballestero, que demostraron que en su inmensa mayoría era fraudulenta, ilícita y usuraria. En lugar de hacer como Ecuador, Kirchner dijo: “Vamos a pagar toda la deuda del 2008, del 2009 y del 2010”. Son decenas de miles de millones de dólares, fraudulentos, ilícitos y usurarios, que solo se pueden pagar a costa del hambre y los sufrimientos del pueblo y la quiebra de la producción nacional.
Por eso, “si no se destruye este poder, la crisis la va a pagar el pueblo”, como dijo Otto Vargas (hoy, 14/1). Los Kirchner son gerentes de este poder. Su presupuesto nacional no tiene ni una sola medida para frenar la crisis, y las que ahora toman (no las que “anuncian” y no cumplen) son para impedir las luchas y descargar la crisis sobre el pueblo, como los tarifazos.
También hay fuerzas opositoras que llaman a frenar las luchas. Plantean que hay que ir por el camino electoral, ganar las elecciones del 2009 y el 2011 y que, entonces, van a cambiar las cosas. Si no lucharan, ¿cómo llegarían al 2011 los obreros de Paraná Metal, y decenas de miles que están o van a ser despedidos? Desocupados y en la hambruna como en el 2001. ¿Y cómo llegarían las decenas de miles de campesinos pobres y medios, y originarios, que van a la ruina? En las villas de las ciudades como en el 2001. ¿Y las decenas de miles de estudiantes de familias populares? Abandonando sus estudios y sin futuro.
La única política que tiene futuro, hoy, es la que mostró Villa Constitución, confluyendo en la lucha, con las multisectoriales, haciendo avanzar la unidad obrera y popular, patriótica y democrática, por el camino del Argentinazo y la rebelión agraria, para imponer una política y un gobierno que le hagan pagar la crisis a los que se llenaron los bolsillos con el hambre y la entrega.