El ataque israelí a la Franja de Gaza es un genocidio, porque es la continuación de un plan de “limpieza étnica” comenzado hace muchos años.
El trasfondo ha sido y es la disputa por las fuentes y las rutas del petróleo en Medio Oriente.
Es decir que el Estado de Israel, en esta nueva situación internacional en medio de la crisis económica capitalista más grande que se tenga memoria, vuelve a actuar protegiendo sus intereses colonialistas, y los del imperialismo yanqui en la región.
En 1948, cuando se fundó el Estado de Israel, en su territorio vivían más de 900.000 pobladores originarios árabes. Once años después, en 1959, quedaban dentro de Israel 221.000 árabes. Así los gobernantes se quedaron con las propiedades y tierras de los pobladores, y avanzó raudamente la instalación de empresas imperialistas, particularmente yanquis.
Una de las grandes preocupaciones de las clases dominantes israelíes hoy, dicen dirigentes de la “izquierda” sionista, es el crecimiento de la población árabe israelí, que ya es el 40%, y puede superar el 50% en el 2020.
Como los nazis
Como fue en el 2006 con la invasión al Líbano, las clases dominantes del Estado israelí, aplican, perfeccionadas, las tácticas de los nazis de la “responsabilidad colectiva”, haciendo responsables a los pueblos de decisiones de gobiernos o grupos considerados enemigos, en nombre de su “seguridad”: ataques masivos a la población civil, con más de 1.300 muertos, 417 de ellos niños. Bombas de “fósforo blanco”. Ataques a escuelas, hospitales, refugios de la ONU, destrucción de mercadería y medicamentos, impedir la llegada de barcos con ayuda humanitaria, destrucción de la infraestructura de agua y energía, conforman los rasgos principales de una política de “castigo infinito” a la población palestina por “equivocarse” y elegir como gobierno a un “grupo terrorista” como Hamás.
Por eso, con la justificación de los cohetes Qassam que dispara Hamas desde la Franja de Gaza, el gobierno israelí dio por tierra con la posibilidad de renovar la tregua que finalizó el 19 de diciembre, lanzando un bombardeo feroz primero, e invadiendo después, ante el silencio cómplice no sólo de las grandes potencias imperialistas, sino también de muchos de los gobiernos de los países árabes, que no fueron más allá de las declaraciones de circunstancia.
Si hay algo que muestra la ferocidad de los fascistas sionistas, es que de los 1.300 muertos reconocidos, cerca del 30% sean niños. No se conoce el porcentaje de menores sobre los más de 5.000 heridos de guerra. Para agravar aún más la situación, Israel se ha encargado de atacar no sólo hospitales y ambulancias, sino hasta las casas particulares de médicos palestinos, como fue el caso de Ezeldin Abu el-Aish, quien en momentos de estar comunicado telefónicamente con la televisión israelí, contó desesperado que su casa había sido alcanzada por una bomba, y cinco de sus hijos murieron con la explosión (La Nación, 17/1/09).
“Ejerceremos un poder desproporcionado contra toda aldea desde la cual se dispare contra Israel, y causaremos inmenso daño y destrucción. Desde nuestra perspectiva ellas [las aldeas] son bases militares” dijo el general Gadi Eisenkot. “Me hago personalmente responsable de lo que está sucediendo en Gaza, no quiero que nadie duerma de noche en Gaza”, afirmó Olmert en una reunión de gabinete.
¿Cese de fuego?
El Estado de Israel ha declarado un cese de fuego “unilateral”, porque no quiere negociar con Hamas, pero manteniendo una parte de sus tropas en Gaza. Busca así evitar sentarse en una mesa de negociación con las legítimas autoridades de la Franja de Gaza, porque considera “inaceptables” las exigencias palestinas, que consisten en el fin de la ofensiva israelí, una retirada completa de las tropas, la apertura de los pasos fronterizos para acabar con el bloqueo, y que se convoque una cumbre internacional que afronte la reconstrucción.
Pese a la ferocidad de los ataques israelíes, la resistencia del pueblo palestino se sostiene, y voceros de Hamas han dicho que Israel “fracasó” en su ofensiva.
Al momento de escribir estas líneas, aún no ha asumido el presidente yanqui Barack Obama. Pero para los que guarden cierta expectativa de que vaya a cambiar en un sentido favorable a los pueblos su política exterior, la designada secretaria de Estado, Hillary Clinton, se ha encargado de aclarar cómo viene la mano con el nuevo gobierno: “El presidente electo y yo misma entendemos el deseo de Israel de defenderse ante las actuales condiciones y de librarse de los ataques de Hamas”, señaló.
Por su parte, la secretaria de Estado de EEUU de Bush, Condoleeza Rice, en una de sus últimas acciones, firmó un “memorando de entendimiento” con la jefa de la diplomacia israelí, Livni, sobre la necesidad de que “cese el contrabando de armas a Hamás a través de la frontera sur de la franja de Gaza”. Además, EEUU se abstuvo de votar la tibia resolución que sacó el Consejo de Seguridad de la ONU dos semanas después de comenzados los ataques.
En una digna actitud, que contrasta con la tomada por el gobierno argentino, los presidentes de Venezuela Hugo Chávez, y de Bolivia Evo Morales, rompieron relaciones con Israel, en repudio al genocidio. Morales además reclamó el juzgamiento de los gobernantes israelíes “Ante los crímenes de lesa humanidad, genocidio, crímenes de guerra, exterminio, ataques a la población civil y otros actos criminales”.
Un bloqueo criminal
Antes de estos ataques, la política de cerco y bloqueo por aire, tierra y mar dispuesta por los fascistas israelíes sobre la Franja de Gaza, ya la habían transformado en “el campo de concentración más grande del mundo”, como lo calificó la cuñada de Tony Blair, Lauren Booth.
En Gaza “siete de cada diez personas sobreviven con menos de un dólar diario”, según Claudette Habesh, secretaria general de Cáritas Jerusalén. La Organización Mundial de la Salud (OMS), afirma que Israel denegó el permiso a 1.627 palestinos para poder recibir tratamiento médico en hospitales de Israel, Jordania y Egipto, a lo largo de 2007. Según la OMS, desde que se inició el bloqueo hasta agosto de 2008, murieron 225 enfermos palestinos en Gaza debido a la falta de suministros médicos por culpa del bloqueo israelí. Todos los pasos fronterizos están cerrados hace más de un año, y han abierto en casos excepcionales.
El escritor argentino Juan Gelman denunciaba hace dos años que “un promedio de 300 menores de edad de los territorios ocupados por Israel son detenidos cada año y quedan a disposición de la justicia militar israelí”. Página/12, 6/7/2006. Además, el Estado israelí avanza en la construcción de un muro en la frontera con Gaza, y con los asentamientos en Cisjordania.